Rodada con su hijo pequeño, Roc, y su gran amigo el actor catalán Sergi López, la cinta muestra un día aparentemente normal entre un niño y su padre en un macizo mediterráneo junto a la costa.
Vuelan una cometa amarilla con grandes ojos negros e inventan a dos voces un cuento protagonizado por un gigante mágico y hambriento en busca de jabalíes, tan grande que nunca consigue sumergirse completamente en el mar.
Un conejo blanco de orejas rojas, una seta mágica que ronca, un bosque de árboles que no hablan catalán, una araña venenosa obsesionada con picar... Sentados en el suelo, el niño en brazos del adulto, van desgranando personajes con humor y ternura.
Canto a la vida y a la naturaleza, la película da un giro cuando descubrimos que Sergi no es el padre de Roc.
En poco más de una hora de metraje, la película rezuma espontaneidad, fruto de la complicidad entre ambos, que se conocen personalmente desde hace años y utilizan sus verdaderos nombres en la historia.
"Es un poco un milagro filmado", considera López. "Está todo puesto en bandeja para que ocurra algo, pero luego puede aparecer la virgen o no y yo tengo la sensación de que en los pocos días que rodamos el milagro fue por la mañana y por la tarde", dice con una sonrisa.
La película "habla principalmente sobre la paternidad deseada, constructiva y positiva, a partir de ahí hay un juego donde se desdibuja la frontera entre la vida vivida y la vida soñada", explica Recha.
El guión, muy dialogado y sin apenas acción, surge de un cuento que el director explica desde hace años a su hijo durante los atascos de tráfico mientras lo lleva al colegio en Barcelona.
"Es un acto de amor de un padre hacia su hijo", afirma el cineasta. "Estamos muy acostumbrados a lo largo del cine a esa paternidad atormentada (...) y en la película nos vamos a otra visión": "el padre entendido positivamente no como una imposición sino como una protección".
Vuelan una cometa amarilla con grandes ojos negros e inventan a dos voces un cuento protagonizado por un gigante mágico y hambriento en busca de jabalíes, tan grande que nunca consigue sumergirse completamente en el mar.
Un conejo blanco de orejas rojas, una seta mágica que ronca, un bosque de árboles que no hablan catalán, una araña venenosa obsesionada con picar... Sentados en el suelo, el niño en brazos del adulto, van desgranando personajes con humor y ternura.
Canto a la vida y a la naturaleza, la película da un giro cuando descubrimos que Sergi no es el padre de Roc.
En poco más de una hora de metraje, la película rezuma espontaneidad, fruto de la complicidad entre ambos, que se conocen personalmente desde hace años y utilizan sus verdaderos nombres en la historia.
"Es un poco un milagro filmado", considera López. "Está todo puesto en bandeja para que ocurra algo, pero luego puede aparecer la virgen o no y yo tengo la sensación de que en los pocos días que rodamos el milagro fue por la mañana y por la tarde", dice con una sonrisa.
La película "habla principalmente sobre la paternidad deseada, constructiva y positiva, a partir de ahí hay un juego donde se desdibuja la frontera entre la vida vivida y la vida soñada", explica Recha.
El guión, muy dialogado y sin apenas acción, surge de un cuento que el director explica desde hace años a su hijo durante los atascos de tráfico mientras lo lleva al colegio en Barcelona.
"Es un acto de amor de un padre hacia su hijo", afirma el cineasta. "Estamos muy acostumbrados a lo largo del cine a esa paternidad atormentada (...) y en la película nos vamos a otra visión": "el padre entendido positivamente no como una imposición sino como una protección".