El enorme globo inflado con helio fue lanzado a las 18H40 GMT desde la base militar de la isla hawaiana de Kauai, 25 minutos después de la apertura de una ventana de lanzamiento, según imágenes televisivas de la transmisión en directo.
El globo llegó a los 36.600 metros tras dos horas y media de ascensión. Casi 15 minutos después, tiró un objeto con forma de disco llamado "Low-Density Supersonic Decelerator" (desacelerador supersónico de baja densidad, o LDSD), cuyo motor se encendió en seguida para propulsarlo a 54.900 metros de altitud, a 3,8 veces la velocidad del sonido (4.651 km/h).
Fue entonces cuando se probó la nueva tecnología objeto de este ensayo.
Se trata del Desacelerador Supersónico Aerodinámico Inflable o SIAD (Supersonic Inflatable Aerodynamic Decelerator), con una forma que se asemeja a un buñuelo redondo con un agujero en el centro.
El SIAD se desplegó para frenar la nave hasta una velocidad de aproximadamente 2,5 veces la velocidad del sonido (3.060 km/h).
Hasta ahí, todo salió como estaba programado. El único problema fue el fallo del gigantesco paracaídas de 34 metros de diámetro.
"El paracaídas se abrió pero no estaba totalmente desplegado", dijo unos minutos después Dan Coatta, uno de los miembros de la misión, entrevistado por NASA TV.
Este paracaídas supersónico debería haber permitido un aterrizaje suave del LSDS en el Océano Pacífico.
A pesar de este problema, la NASA expresó su gran satisfacción por la realización de la prueba, que costó unos 150 millones de dólares.
La agencia tiene previstos otros dos vuelos del LDSD para probar las dos tecnologías de frenado y de aterrizaje, el desacelerador inflable y el globo.
"Si nuestro platillo volador alcanza la velocidad y la altitud previstas, será un gran día para nosotros", había dicho recientemente Mark Adler, el responsable del proyecto LDSD.
Desde la década de 1970, la Nasa utiliza el mismo sistema de paracaídas para frenar sus trenes de aterrizaje y robots que posa en el planeta rojo, a medida que descienden a través de la delgada atmósfera marciana.
Sin embargo, para los proyectos más ambiciosos de exploración de Marte, la Nasa necesitará naves espaciales mucho más pesadas. Esto complica el aterrizaje y requiere un sistema de paracaídas mucho más potente y sofisticado.
La nueva tecnología se probó a una gran altitud, porque las condiciones son similares a las de la atmósfera superior de Marte, también llamada termósfera.