En un encuentro con la prensa en Copenhague, adonde se trasladó el lunes desde Bruselas, el ex líder catalán aseguró que trabaja para volver a España, donde sería detenido por varios delitos vinculados a su plan independentista en la región, pero no aclaró si lo hará.
"Qué mejor señal de la restauración democrática que el hecho de que yo pudiera volver sin ningún riesgo a hacer frente al debate parlamentario, que es lo que quieren los ciudadanos", dijo Puigdemont en el Parlamento danés tras reunirse con algunos diputados.
El hombre que abrió el año pasado una crisis institucional sin precedentes en España es por el momento el único candidato para ser investido otra vez como jefe del Gobierno regional en una sesión parlamentaria que debe celebrarse a más tardar el 31 de enero.
Sin embargo, Puigdemont huyó a Bruselas tras ser destituido a fines de octubre por el Gobierno central y si regresa a España sería detenido como investigado por los delitos de rebelión, sedición, malversación, desobediencia y prevaricación. Otros cuatro diputados lo acompañan en Bruselas y correrían la misma suerte si volvieran.
A falta de una semana para la investidura, se esperaba que Puigdemont ofreciera algún detalle sobre su futuro hoy ante la prensa en Copenhague, pero se limitó a insistir en su objetivo de volver a Barcelona para poder participar en el debate de investidura.
"Trabajo para estar ahí, para entablar un debate con el resto de los representantes del Parlamento", insistió. "Mi vuelta a Barcelona sería no solo una buena noticia para los catalanes que me apoyan, sino también para los españoles y para su democracia, porque sería el primer paso para recuperar la democracia".
El viaje de Puigdemont a Copenhague, su primera salida de Bélgica en tres meses, dejó una escena ampliamente compartida por las redes sociales cuando un joven lo increpó y le hizo besar dos veces una bandera española, antes de augurarle que en España le espera la cárcel.
"Algún día entenderán que no tengo ningún problema ni con España ni con su bandera. La batalla es contra quienes ejercen el poder de forma despótica", escribió Puigdemont en su Twitter comentando el incidente.
En el contexto de incertidumbre, el Gobierno de Rajoy trabaja incluso con el escenario de que Puigdemont vuelva a regresar de incógnito y decida "cruzar la frontera en helicóptero, en barco o en un maletero de un coche", dijo hoy el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que reveló "un dispositivo para que eso no pueda pasar".
Rajoy, por su parte, criticó que Puigdemont siga centrando los planes del Parlamento catalán y fijó tres objetivos en la región: "Que se imponga el sentido común, que la ley se respete y se cumpla, que recuperemos la normalidad institucional, económica y social", señaló en un acto en León.
Incluso el izquierdista Podemos, más flexible con las tesis nacionalistas, pidió acabar con el capítulo Puigdemont. "Creo que este culebrón llega a derroteros que son prácticamente inescrutables. Creo que en Cataluña hace falta ya un presidente", defendió el líder del partido, Pablo Iglesias, en el Congreso en Madrid.
También abierta quedó la segunda incógnita que podía resolverse hoy: la Mesa del Parlamento catalán, el órgano que define el funcionamiento de la Cámara e interpreta su reglamento, postergó la decisión sobre si permitirá a los cinco diputados huidos en Bruselas -Puigdemont entre ellos- delegar el voto en otro diputado.
El bloque independentista necesita esos cinco votos para hacer valer su mayoría absoluta e investir a Puigdemont u otro candidato, pero los abogados del Parlamento rechazaron la posibilidad del voto delegado y el Gobierno de Rajoy anunció que lo recurriría ante la Justicia.
Poco antes de la reunión de la Mesa, Puigdemont retiró su pedido de voto delegado, lo que alimentó las especulaciones de que tuviese previsto regresar a España y participar presencialmente en la sesión de investidura, pero el ex presidente regional evitó confirmarlo y la jornada terminó con todas las preguntas abiertas.
"Qué mejor señal de la restauración democrática que el hecho de que yo pudiera volver sin ningún riesgo a hacer frente al debate parlamentario, que es lo que quieren los ciudadanos", dijo Puigdemont en el Parlamento danés tras reunirse con algunos diputados.
El hombre que abrió el año pasado una crisis institucional sin precedentes en España es por el momento el único candidato para ser investido otra vez como jefe del Gobierno regional en una sesión parlamentaria que debe celebrarse a más tardar el 31 de enero.
Sin embargo, Puigdemont huyó a Bruselas tras ser destituido a fines de octubre por el Gobierno central y si regresa a España sería detenido como investigado por los delitos de rebelión, sedición, malversación, desobediencia y prevaricación. Otros cuatro diputados lo acompañan en Bruselas y correrían la misma suerte si volvieran.
A falta de una semana para la investidura, se esperaba que Puigdemont ofreciera algún detalle sobre su futuro hoy ante la prensa en Copenhague, pero se limitó a insistir en su objetivo de volver a Barcelona para poder participar en el debate de investidura.
"Trabajo para estar ahí, para entablar un debate con el resto de los representantes del Parlamento", insistió. "Mi vuelta a Barcelona sería no solo una buena noticia para los catalanes que me apoyan, sino también para los españoles y para su democracia, porque sería el primer paso para recuperar la democracia".
El viaje de Puigdemont a Copenhague, su primera salida de Bélgica en tres meses, dejó una escena ampliamente compartida por las redes sociales cuando un joven lo increpó y le hizo besar dos veces una bandera española, antes de augurarle que en España le espera la cárcel.
"Algún día entenderán que no tengo ningún problema ni con España ni con su bandera. La batalla es contra quienes ejercen el poder de forma despótica", escribió Puigdemont en su Twitter comentando el incidente.
En el contexto de incertidumbre, el Gobierno de Rajoy trabaja incluso con el escenario de que Puigdemont vuelva a regresar de incógnito y decida "cruzar la frontera en helicóptero, en barco o en un maletero de un coche", dijo hoy el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que reveló "un dispositivo para que eso no pueda pasar".
Rajoy, por su parte, criticó que Puigdemont siga centrando los planes del Parlamento catalán y fijó tres objetivos en la región: "Que se imponga el sentido común, que la ley se respete y se cumpla, que recuperemos la normalidad institucional, económica y social", señaló en un acto en León.
Incluso el izquierdista Podemos, más flexible con las tesis nacionalistas, pidió acabar con el capítulo Puigdemont. "Creo que este culebrón llega a derroteros que son prácticamente inescrutables. Creo que en Cataluña hace falta ya un presidente", defendió el líder del partido, Pablo Iglesias, en el Congreso en Madrid.
También abierta quedó la segunda incógnita que podía resolverse hoy: la Mesa del Parlamento catalán, el órgano que define el funcionamiento de la Cámara e interpreta su reglamento, postergó la decisión sobre si permitirá a los cinco diputados huidos en Bruselas -Puigdemont entre ellos- delegar el voto en otro diputado.
El bloque independentista necesita esos cinco votos para hacer valer su mayoría absoluta e investir a Puigdemont u otro candidato, pero los abogados del Parlamento rechazaron la posibilidad del voto delegado y el Gobierno de Rajoy anunció que lo recurriría ante la Justicia.
Poco antes de la reunión de la Mesa, Puigdemont retiró su pedido de voto delegado, lo que alimentó las especulaciones de que tuviese previsto regresar a España y participar presencialmente en la sesión de investidura, pero el ex presidente regional evitó confirmarlo y la jornada terminó con todas las preguntas abiertas.