El director de los "Mossos d'Esquadra" presentó su dimisión tras ser cuestionado por sectores secesionistas debido a su negativa a que la policía colabore con el polémico referéndum independentista que el Gobierno catalán quiere celebrar el 1 de octubre.
La renuncia volvió a enfrentar a Madrid y Barcelona en medio del terremoto político que vive España por el referéndum, que el Ejecutivo catalán insiste en preparar pese a que el Gobierno central de Mariano Rajoy lo considera ilegal y asegura que no se producirá.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, vio "gravísimo" que "cualquier persona que quiera hacer bien su trabajo, que respeta la ley y que cumple con su obligación tenga que verse obligada a dimitir por motivos políticos".
"Creo que en cualquier democracia un Gobierno como ése habría durado dos telediarios y ahora están durando un poquito más porque no saben cómo asumir que el referéndum es un fracaso", añadió la "número dos" del Gobierno de Rajoy.
Desde Cataluña, el partido nacionalista y liberal PDeCAT, del jefe de Gobierno Carles Puigdemont, recibió con "normalidad y naturalidad" la renuncia de Batlle. "No tiene más trascendencia", dijo la coordinadora del partido, Marta Pascal.
Al frente de la Policía autonómica será nombrado mañana Pere Soler, adelantó hoy la prensa. El ex jefe de Servicios Penitenciarios está considerado un "independentista convencido" que ya dejó clara su postura a favor de la secesión en diversos comentarios públicos.
Batlle se despidió de los "Mossos" con un comunicado interno en el que asegura que la Policía regional seguirá trabajando por la defensa de los ciudadanos "con escrupuloso respeto y sujeción a la Ley", según citaron los medios españoles.
Su salida llegó solo tres días después de que Puigdemont destituyera el viernes a varios consejeros de su Ejecutivo que habían mostrado dudas sobre la consulta, reforzando su perfil soberanista para los dos meses y medio de recta final hasta el referéndum.
Entre los consejeros salientes se encontraba el de Interior, Jordi Jané, cuestionado también por el independentismo por negarse a implicar a los "Mossos" en el plan soberanista. Su sucesor, Joaquim Forn, abrió un interrogante sobre Batlle al asumir el cargo.
Preguntado el sábado sobre la continuidad de Batlle, Forn dijo que no podía "garantizar ni una cosa ni la otra" y dejó claro el papel que espera de la Policía en el hipotético referéndum: "Garantizar la seguridad y que la gente pueda votar con tranquilidad".
Batlle asumió el cargo en 2014 con un perfil moderado debido a su militancia en la rama del Partido Socialista en Cataluña (PSC). "La Policía no es de nadie, es de todos. No es de un partido ni de un Gobierno", lo citó el diario "El País" en su toma de posesión.
Esa neutralidad chocaba con el progresivo refuerzo del perfil independentista en el Gobierno de Puigdemont plasmada en los cambios de gabinete del viernes. Su figura pendía de un hilo que terminó por cortarse hoy.
El Gobierno catalán está actualmente en manos de la coalición independentista Junts pel Sí, formada por el partido nacionalista y liberal PDeCAT y por el independentista de izquierdas ERC. En el Parlamento tiene además como socio al antisistema CUP, también secesionista.
Los cambios revelan la tensión creciente en Cataluña a medida que se acerca la fecha fijada para el referéndum, aunque el tema lleva años en primera plana de la agenda política en España.
El pulso independentista se disparó en 2010 cuando el Constitucional español decidió anular algunos puntos del nuevo Estatuto de Autonomía catalán, una suerte de Constitución regional. En el último lustro, las relaciones entre el Gobierno de España y el de la región fueron especialmente tensas por el desafío separatista.
En una consulta convocada en 2014 y declarada ilegal por la Justicia española, cerca de dos millones de los 7,5 millones de catalanes acudieron a las urnas y se pronunciaron en un 80 por ciento a favor de una Cataluña independiente.
La renuncia volvió a enfrentar a Madrid y Barcelona en medio del terremoto político que vive España por el referéndum, que el Ejecutivo catalán insiste en preparar pese a que el Gobierno central de Mariano Rajoy lo considera ilegal y asegura que no se producirá.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, vio "gravísimo" que "cualquier persona que quiera hacer bien su trabajo, que respeta la ley y que cumple con su obligación tenga que verse obligada a dimitir por motivos políticos".
"Creo que en cualquier democracia un Gobierno como ése habría durado dos telediarios y ahora están durando un poquito más porque no saben cómo asumir que el referéndum es un fracaso", añadió la "número dos" del Gobierno de Rajoy.
Desde Cataluña, el partido nacionalista y liberal PDeCAT, del jefe de Gobierno Carles Puigdemont, recibió con "normalidad y naturalidad" la renuncia de Batlle. "No tiene más trascendencia", dijo la coordinadora del partido, Marta Pascal.
Al frente de la Policía autonómica será nombrado mañana Pere Soler, adelantó hoy la prensa. El ex jefe de Servicios Penitenciarios está considerado un "independentista convencido" que ya dejó clara su postura a favor de la secesión en diversos comentarios públicos.
Batlle se despidió de los "Mossos" con un comunicado interno en el que asegura que la Policía regional seguirá trabajando por la defensa de los ciudadanos "con escrupuloso respeto y sujeción a la Ley", según citaron los medios españoles.
Su salida llegó solo tres días después de que Puigdemont destituyera el viernes a varios consejeros de su Ejecutivo que habían mostrado dudas sobre la consulta, reforzando su perfil soberanista para los dos meses y medio de recta final hasta el referéndum.
Entre los consejeros salientes se encontraba el de Interior, Jordi Jané, cuestionado también por el independentismo por negarse a implicar a los "Mossos" en el plan soberanista. Su sucesor, Joaquim Forn, abrió un interrogante sobre Batlle al asumir el cargo.
Preguntado el sábado sobre la continuidad de Batlle, Forn dijo que no podía "garantizar ni una cosa ni la otra" y dejó claro el papel que espera de la Policía en el hipotético referéndum: "Garantizar la seguridad y que la gente pueda votar con tranquilidad".
Batlle asumió el cargo en 2014 con un perfil moderado debido a su militancia en la rama del Partido Socialista en Cataluña (PSC). "La Policía no es de nadie, es de todos. No es de un partido ni de un Gobierno", lo citó el diario "El País" en su toma de posesión.
Esa neutralidad chocaba con el progresivo refuerzo del perfil independentista en el Gobierno de Puigdemont plasmada en los cambios de gabinete del viernes. Su figura pendía de un hilo que terminó por cortarse hoy.
El Gobierno catalán está actualmente en manos de la coalición independentista Junts pel Sí, formada por el partido nacionalista y liberal PDeCAT y por el independentista de izquierdas ERC. En el Parlamento tiene además como socio al antisistema CUP, también secesionista.
Los cambios revelan la tensión creciente en Cataluña a medida que se acerca la fecha fijada para el referéndum, aunque el tema lleva años en primera plana de la agenda política en España.
El pulso independentista se disparó en 2010 cuando el Constitucional español decidió anular algunos puntos del nuevo Estatuto de Autonomía catalán, una suerte de Constitución regional. En el último lustro, las relaciones entre el Gobierno de España y el de la región fueron especialmente tensas por el desafío separatista.
En una consulta convocada en 2014 y declarada ilegal por la Justicia española, cerca de dos millones de los 7,5 millones de catalanes acudieron a las urnas y se pronunciaron en un 80 por ciento a favor de una Cataluña independiente.