Musulmanes y cristianos se disputan sobre el uso de Santa Sofía, una maravilla arquitectónica erigida en la entrada del estrecho del Bósforo y considerada un monumento emblemático de la civilización.
Fue construida en el siglo VI bajo el imperio bizantino cristiano. Primero fue una basílica en la que se coronaba a los emperadores bizantinos, y después de la conquista otomana de 1453 se convirtió en mezquita y se le añadieron minaretes alrededor de la cúpula.
En los años 1930, bajo el régimen laico de Mustafá Kemal Ataturk, el edificio se transformó en museo y lugar de recogimiento para todas las religiones.
Pero desde la llegada al poder en 2002 del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista conservador) del actual presidente Recep Tayyip Erdogan, los defensores del laicismo temen una nueva metamorfosis: esta vez en mezquita y símbolo de una Turquía que se afirma como nación musulmana.
El año pasado, un clérigo recitó versículos del corán por primera vez desde que Santa Sofía es museo. Lo hizo con motivo de la inauguración de una exposición.
Ahora las autoridades han ido más lejos. La televisión pública Diyanet TV difunde en directo las oraciones recitadas cada día por un imán turco diferente. No se había hecho nada semejante en 85 años.
Los rezos coinciden con el sahur, la comida de antes del alba de los musulmanes, que tienen prohibido alimentarse y beber desde que sale el Sol hasta que se pone, durante el mes del ramadán.
A esa hora, las oraciones pasan desapercibidas a la nube de turistas que horas más tarde hacen cola para visitar Santa Sofía.
- 'Una falta de respeto' -
La iniciativa ha irritado a Grecia, país ortodoxo, por miedo a una islamización galopante de Santa Sofía en los próximos años.
"Esta especie de obsesión -que raya con la beatería- por celebrar ceremonias musulmanas en un monumento perteneciente al patrimonio de la humanidad es incomprensible y muestra una falta de respeto y de contacto con la realidad", afirma el ministerio de Relaciones Exteriores griego en un comunicado.
"Las iniciativas de este tipo no son compatibles con las democracias modernas y las sociedades laicas", añadió.
El gobierno griego se ha quejado ante la Unesco, la agencia de la ONU que vela por el patrimonio cultural de la humanidad, por lo ocurrido.
Estados Unidos se ha sumado a la polémica, "instando al gobierno turco a preservar Santa Sofía de forma que respete sus tradiciones y la complejidad de su historia".
El asunto se complicó cuando el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores turco, Tanju Bilgic, calificó las declaraciones griegas de "inaceptables". Acusó a Atenas de ver la paja en el ojo ajeno en vez de la viga en el suyo propio, en cuanto a libertades religiosas se refiere.
Grecia no ha autorizado la construcción de mezquitas en Atenas desde hace años y viola -acusa- las libertades religiosas de su minoría musulmana, que cuenta con unos 100.000 miembros.
Recientemente varios responsables turcos han expresado su deseo de que Santa Sofía vuelva a ser una mezquita.
Con todo, Ankara y Atenas parecen dispuestos a impedir que las divergencias sobre Santa Sofía empañen las relaciones bilaterales, globalmente satisfactorias, en particular ahora que deben cooperar en la resolución de la crisis de los migrantes que huyen a Europa.
En enero de este año Ankara autorizó la celebración de la epifanía ortodoxa en Esmirna, por primera vez desde 1922.