Rosales impacta con "Sueño y silencio", el duelo de una familia destrozada


CANNES, Francia. - El director catalán Jaime Rosales impactó en Cannes con "Sueño y silencio", el duelo de una familia destrozada por las secuelas que deja un trágico accidente, única película española seleccionada en el presente festival, proyectada este miércoles en estreno mundial.



Rosales impacta con "Sueño y silencio", el duelo de una familia destrozada
Con su cuarto largometraje, el director de Barcelona, que estudió cine en la Escuela cubana de San Antonio de los Baños, vuelve a Cannes en la sección Quincena de Realizadores, que lo lanzó en 2003 con "Las horas del día".
Su segundo largo, "La soledad", estuvo en la sección oficial Una Cierta Mirada en 2007 y al año siguiente "Tiro en la cabeza" compitió en el Festival de San Sebastián.
Para filmar el vacío personal, el dolor de la ausencia, la soledad, la incomprensión ante un golpe fatal del destino en forma de accidente de carretera durante unas vacaciones en el delta del Ebro (sur de Cataluña), Rosales recurre a un suntuoso formato panorámico, en blanco y negro, con largos momentos silentes.
"Sueño y silencio" es una película exigente para el público, que la recibió con fuertes aplausos en su pase matinal.
La sinopsis oficial de la película es voluntariamente escueta: "Oriol y Yolanda viven en París con sus dos hijas. Él es arquitecto, ella es profesora. Durante unas vacaciones en el delta del Ebro (sur de Cataluña), un accidente transforma sus vidas".
En conversación con la AFP, Rosales, que suspiraba de alivio y no pudo evitar lágrimas de emoción al final del debate posterior al pase, insiste en dos conceptos, la emoción y la vida, claves para resumir el fondo de "Sueño y silencio".
"La película habla del valor de la vida y de la emoción ligada al valor de la vida. Al principio, sus sustratos dramáticos estaban muy apoyados en la espiritualidad a partir del mito y eso ha quedado más soterrado. Ahora es la espiritualidad a partir de la vida, de la huella que deja una vida que se va en los que quedan y la emoción ligada a que solo tenemos una vida, la emoción del valor de la vida".
La película se abre y se cierra con el artista Miquel Barceló pintando de un tirón sendas escenas, momentos fascinantes que tienen que ver con la génesis del proyecto.
"Muchas veces el punto de arranque de una película luego no tiene relación con lo que acaba quedando. En este caso, el punto de partida está tan lejos de la película. Barceló representa dos mitos muy importantes para mí. El primer dibujo es su interpretación libre del sacrificio de Isaac", explica Rosales.
"El final es la resurrección, un Gólgota con cruces y también lagartijas. De todo eso ha quedado la emoción de la vida, la fuerza de una mujer que lucha contra el olvido, y al mismo tiempo la vida la empuja a tirar hacia delante".
Rosales sometió a la selección de Cannes una primera versión mucho más larga, que recortó y modificó sustancialmente en un lapso de tiempo muy reducido.
"El tiempo es capital en el cine. En la duración no solo de una película o de un plano, sino del proceso de fabricación, del plan de rodaje o del montaje, yo también creo en un tiempo de escritura. La presión del tiempo la tienes que hacer jugar a tu favor, forma parte del proceso creativo y eso es bueno".
"El tiempo en pintura es extensivo, Barceló pinta, revisa, altera. Mientras que el cine es un proceso intensivo, la energía de un montón de gente se concentra en un momento dado. Yo me preguntaba cómo unir un proceso intensivo y uno extensivo".
"Hablamos mucho antes, me enseñó dibujos que no tenían que ver, y luego en el momento de pintar, se trataba de hacerlo en una sola toma, como toda la película".
En esta película, Rosales decidió una especie de vuelta a la artesanía: rodaje en 35 mm, blanco y negro de grano duro, luz natural, actores no profesionales, montaje en moviola, ningún efecto especial digital.
"He vivido mucho tiempo con mucha intensidad todo lo que tiene que ver con lo analógico, pero creo que al final es una decisión puramente estética. Esa estética y la praxis derivada de esa estética me fascinan, ese tipo de fotografía, el grano, el blanco y negro, los objetivos, buscamos una emulsión antigua".
"Todo eso produce una imagen, una sensación, una emoción estética que me encanta y con la que me identifico. Pero no creo que sea una adaptación específica al material dramático de esta película. Picasso decidió pintar azul o rosa, pero esos cuadros los podía haber pintado también en otro color".
En "Sueño y silencio", aunque no es la única ni mucho menos, destaca con luz propia Yolanda Galocha, la madre rota del relato, que transmite su inmenso dolor por la pérdida de su hija y la imposibilidad de compartir ese duelo con su marido amnésico.
Miércoles, 23 de Mayo 2012
AFP (Agencia France-Presse)
           


Nuevo comentario:

Noticias | Política | Ideas | Personalidades | Doctrinas | Cultura | Patrimonio cultural | Libros | Diálogo | Investigación | Literatura | Artes | Educación | Comunicación | Ciencia | Entretenimiento | Turismo | Sociedad | Deporte