Plisetskaya, cuyo espíritu libre desafió los límites del arte de la era soviética, falleció el sábado de un ataque al corazón en Múnich, a los 89 años.
A pesar de su avanzada edad, el icono del ballet ruso seguía actuando con energía. Su muerte causó conmoción en el teatro Bolshoi, donde tenía previsto celebrar su 90º cumpleaños.
"Plisetskaya es para siempre", dijeron desde el teatro, donde la artista bailaba cuando ya había pasado la barrera de los sesenta años. "Ella fue, ella es y ella será".
A la bailarina, que sacrificó su maternidad por el ballet, le sobrevivió su marido, el compositor Rodión Shchedrin, autor de muchos de sus ballets.
Los grandes del ballet y los amantes de la danza de todo el mundo expresaron su reconocimiento a la bailarina pelirroja, de grandes ojos y largas piernas.
"La estrella de Maya Mijailovna Plisetskaya, que se convirtió en la encarnación de la verdadera esencia del arte del ballet para generaciones de espectadores de todo el mundo, con su refinada belleza y su majestuosidad, brillará ahora desde el cielo", dijo en un comunicado el teatro Mariinsky de San Petersburgo.
"La época de las Grandes Leyendas del Ballet llega a su fin", escribió en Facebook la bailarina Diana Vishneva.
La estrella del ballet Mijaíl Barshnikov se refirió a ella como "una de las más grandes bailarinas de nuestro tiempo".
Entre sus actuaciones más aclamadas se encuentran sus papeles en "Carmen", "Anna Karenina", "La bella durmiente" y "Bolero", un himno al erotismo, que interpretó a sus 50 años.
La musa de Yves Saint Laurent y de Pierre Cardin nació en el seno de una familia judía en Moscú el 20 de noviembre de 1925.
Su padre, ingeniero, fue ejecutado por el régimen de Stalin por ser considerado "enemigo del pueblo" y su madre, actriz, fue acusada de traición y enviada a un campo de trabajo.
Estas experiencias marcaron a la bailarina, famosa por su franqueza.
"Ella era una persona 'inconveniente': siempre dijo que bailaba lo que pensaba y sentía", dijeron desde el Teatro Bolshoi en un comunicado, en el que la describían como un "símbolo de la resistencia contra la estrechez de miras y el orden de las artes soviéticas".
La larga carrera de Plisetskaya vivió episodios controvertidos: en 1967, su sensual actuación en "Carmen", una pieza escrita para ella por el coreógrafo cubano Alberto Alonso, desató una gran polémica.
"'Carmen', donde cada gesto, cada mirada, cada movimiento tenían su significado, era diferente a cualquier otro ballet... La Unión Soviética no estaba preparada para este tipo de coreografía", dijo Plisetskaya.