Las sanciones fueron recibidas con cólera por China, donde el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Geng Shuang, expresó este viernes su "gran indignación" y exhortó a Estados Unidos a retirarlas, asegurando que, si no lo hace, deberá "pagar las consecuencias". "Este gesto de Estados Unidos viola gravemente los principios fundamentales de las relaciones internacionales y perjudica seriamente las relaciones entre los dos países y sus fuerzas armadas", declaró en rueda de prensa Geng Shuang, quien calificó los hechos de "error" e indicó que Pekín protestó por ello ante Washington.
Al mismo tiempo, Rusia, cuyas relaciones con Washington están en su peor momento debido a una gran crisis diplomática, acusó a Washington de amenazar "la estabilidad mundial" y de querer eliminar a su sector armamentístico del mercado internacional.
"Hay que recordar la noción de estabilidad mundial, que [Estados Unidos] hace tambalear de forma irreflexiva", declaró el viceministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Riabkov en un comunicado en el que añade que "jugar con fuego es estúpido ya que puede ser peligroso".
"Es competencia desleal, un intento de excluir del mercado a un competidor de los productores estadounidenses con métodos que violan los principios del comercio internacional", dijo por su parte el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
El Departamento de Desarrollo de Equipos, una unidad clave del Ministerio de Defensa de China, y su director, Li Shangfu, fueron sancionados por la compra de cazas Sukhoi Su-35 y equipos relacionados con el sistema de defensa antiaéreo ruso S-400.
Geng Shuang justificó las compras, recordando que Rusia es "un socio de cooperación estratégico" de Pekín y que esta cooperación busca defender "los intereses legítimos de los dos países, así como la paz y la estabilidad regionales".
En el caso de Rusia, Estados Unidos añadió a su lista negra a otras 33 personas y entidades (como empresas y agencias) de los sectores militar y de inteligencia.
Entre los nuevos inscritos se encuentra Igor Korobov, presidente del GRU, el servicio de inteligencia militar ruso, del que se ha hablado recientemente por el caso Skripal, el exespía ruso envenenado en Inglaterra en marzo, un hecho por el que Reino Unido acusa a dos agentes de GRU.
La organización paramilitar Wagner, activa en Ucrania y en Siria, y su financista Evgueni Prigojin, un hombre de negocios cercano al presidente Vladimir Putin, también figuran entre los sancionados, así como la fábrica de aviación de Komsomolsk del Amur, productora de los aviones Sukhoi.
Esta nueva lista le valió a Washington las burlas de Serguéi Riabkov, según quien en Estados Unidos hay "un placer nacional por tomar medidas antirrusas" y calcula que se trata de la sexagésima ronda de sanciones contra Rusia desde 2011.
A ojos de Washington, estas sanciones son "una etapa importante" para castigar las "actividades malévolas" de Rusia, como la injerencia en las elecciones estadounidenses, la anexión de Crimea y su actitud en Ucrania, según el responsable estadounidense que las anunció.
Las sanciones son también un advertencia para otros países, como Turquía, aliada de Estados Unidos pero que también adquiere misiles S-400.
Y la elección de China no parece baladí, en un momento en el que la administración de Donald Trump endurece el tono con Pekín a través del aumento de los aranceles estadounidenses.
Al mismo tiempo, Rusia, cuyas relaciones con Washington están en su peor momento debido a una gran crisis diplomática, acusó a Washington de amenazar "la estabilidad mundial" y de querer eliminar a su sector armamentístico del mercado internacional.
"Hay que recordar la noción de estabilidad mundial, que [Estados Unidos] hace tambalear de forma irreflexiva", declaró el viceministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Riabkov en un comunicado en el que añade que "jugar con fuego es estúpido ya que puede ser peligroso".
"Es competencia desleal, un intento de excluir del mercado a un competidor de los productores estadounidenses con métodos que violan los principios del comercio internacional", dijo por su parte el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
El Departamento de Desarrollo de Equipos, una unidad clave del Ministerio de Defensa de China, y su director, Li Shangfu, fueron sancionados por la compra de cazas Sukhoi Su-35 y equipos relacionados con el sistema de defensa antiaéreo ruso S-400.
Geng Shuang justificó las compras, recordando que Rusia es "un socio de cooperación estratégico" de Pekín y que esta cooperación busca defender "los intereses legítimos de los dos países, así como la paz y la estabilidad regionales".
En el caso de Rusia, Estados Unidos añadió a su lista negra a otras 33 personas y entidades (como empresas y agencias) de los sectores militar y de inteligencia.
Entre los nuevos inscritos se encuentra Igor Korobov, presidente del GRU, el servicio de inteligencia militar ruso, del que se ha hablado recientemente por el caso Skripal, el exespía ruso envenenado en Inglaterra en marzo, un hecho por el que Reino Unido acusa a dos agentes de GRU.
La organización paramilitar Wagner, activa en Ucrania y en Siria, y su financista Evgueni Prigojin, un hombre de negocios cercano al presidente Vladimir Putin, también figuran entre los sancionados, así como la fábrica de aviación de Komsomolsk del Amur, productora de los aviones Sukhoi.
Esta nueva lista le valió a Washington las burlas de Serguéi Riabkov, según quien en Estados Unidos hay "un placer nacional por tomar medidas antirrusas" y calcula que se trata de la sexagésima ronda de sanciones contra Rusia desde 2011.
A ojos de Washington, estas sanciones son "una etapa importante" para castigar las "actividades malévolas" de Rusia, como la injerencia en las elecciones estadounidenses, la anexión de Crimea y su actitud en Ucrania, según el responsable estadounidense que las anunció.
Las sanciones son también un advertencia para otros países, como Turquía, aliada de Estados Unidos pero que también adquiere misiles S-400.
Y la elección de China no parece baladí, en un momento en el que la administración de Donald Trump endurece el tono con Pekín a través del aumento de los aranceles estadounidenses.