OAKLAND.—
"Desde los seis años empecé a preparar el pinole [un dulce mexicano de origen prehispánico que consiste en harina de maíz tostado con azúcar y canela]; luego aprendí a hacer postres. Y así fue donde inició mi gusto por la cocina", explica.
"Mi mamá se sorprendió mucho cuando hice el pinole moliéndolo en piedra", cuenta. Eva dice que lo que más cocinaba en ese entonces eran postres como pan casero, gelatinas, flan y pastel de queso.
Con el tiempo, los papeles cambiaron y su madre fue quien le pedía las recetas a ella. "Me acuerdo que hacías una receta con café, dime cómo la puedo hacer", le preguntaba su mamá.
Pero, ¿cómo fue que Eva se decidió a abrir un restaurante en Fruitvale, el barrio hispano de Oakland?
Todo comenzó cuando ya casada, su esposo Juan Manuel Chávez, le propuso inmigrar a los Estados Unidos.
"Mi esposo ya estaba en Estados Unidos y me incentivó a venirme por las oportunidades que podíamos tener acá", recuerda.
"Ya en Oakland, con dos hijos —uno de ellos discapacitado— me embaracé del tercero y en ese lapso mi esposo se lastimó la espalda, entonces nos las vimos difíciles pues vivíamos con apenas 30 dólares a la semana", platica.
Pero a pesar de su precaria situación en aquel momento, Eva nunca desistió. Fue así como en el año 1991, empezó a vender comida en los juegos de futbol del área de Fruitvale en Oakland. "Los clientes quedaron encantados con mis quesadillas y pambazos [una especie de sándwich al estilo mexicano relleno con queso, frijoles, lechuga y chorizo, y bañado con salsa]", explica.
Posteriormente, Eva decide vender comida en la cochera de su casa, en donde su familia y amigos la apoyaron con la compra de antojitos tales como tamales, tacos y huaraches [una especie de gordita de maíz ancha y alargada rellena con frijoles y aderezada con salsa], entre otros.
Cuando Eva ya no se daba abasto para atender a su clientela en la cochera de su casa, decidió salir a buscar ayuda para abrir un restaurante y comprar un local. Acudió a Alternativas para Latinas en Autosuficiencia (ALAS), un programa dirigido a las hispanas de la organización Women’s Initiative .
Esta organización le brindó ayuda económica y asesoría. Además, en el año 2006, ALAS le dio un reconocimiento como la mujer del año.
"Los sueños se pueden lograr a base de mucho esfuerzo, pero sí se puede", expresa Eva con seguridad.
Su sueño se cumplió en 2001 cuando nació el restaurante al que Eva llamó El Huarache Azteca al que con el apoyo del pintor mexicano Carlos Hernández, decoró con pinturas de indígenas aztecas.
Hoy en día, el menú de El Huarache Azteca incluye comida como huaraches, chiles en nogada, bacalao, tamales, pozole, capirotada, ensalada de navidad, mole verde y rojo, sin faltar el delicioso ponche.
"Muchas personas me dicen que esta comida les sabe igual a la de su mamá, y esto me inspira para hacer mi trabajo con mucho amor", platica.
Además ofrecen antojitos típicos del Distrito Federal como gorditas, pambazos, huevos rancheros con nopales o a la mexicana. También caldo de gallina, champurrado y jugos naturales.
Eva confiesa que su especialidad son los huaraches y los chiles en nogada, rellenos con carne molida, manzana y crema.
"Pueden pedir el huarache con salsa, cebolla y queso o si desean más ingredientes le podemos poner crema, carne, pollo o chorizo", comenta.
El Restaurante El Huarache Azteca cuenta con estacionamiento y los domingos de 10:00 a.m. a 2:00 p.m., los comensales pueden disfrutar de música de mariachi.
Actualmente Eva se siente muy orgullosa de su Huarache Azteca, ni qué decir de los clientes, quienes al probar sus platillos con verdadero sabor mexicano casero, esbozan una amplia sonrisa de satisfacción.
"Desde los seis años empecé a preparar el pinole [un dulce mexicano de origen prehispánico que consiste en harina de maíz tostado con azúcar y canela]; luego aprendí a hacer postres. Y así fue donde inició mi gusto por la cocina", explica.
"Mi mamá se sorprendió mucho cuando hice el pinole moliéndolo en piedra", cuenta. Eva dice que lo que más cocinaba en ese entonces eran postres como pan casero, gelatinas, flan y pastel de queso.
Con el tiempo, los papeles cambiaron y su madre fue quien le pedía las recetas a ella. "Me acuerdo que hacías una receta con café, dime cómo la puedo hacer", le preguntaba su mamá.
Pero, ¿cómo fue que Eva se decidió a abrir un restaurante en Fruitvale, el barrio hispano de Oakland?
Todo comenzó cuando ya casada, su esposo Juan Manuel Chávez, le propuso inmigrar a los Estados Unidos.
"Mi esposo ya estaba en Estados Unidos y me incentivó a venirme por las oportunidades que podíamos tener acá", recuerda.
"Ya en Oakland, con dos hijos —uno de ellos discapacitado— me embaracé del tercero y en ese lapso mi esposo se lastimó la espalda, entonces nos las vimos difíciles pues vivíamos con apenas 30 dólares a la semana", platica.
Pero a pesar de su precaria situación en aquel momento, Eva nunca desistió. Fue así como en el año 1991, empezó a vender comida en los juegos de futbol del área de Fruitvale en Oakland. "Los clientes quedaron encantados con mis quesadillas y pambazos [una especie de sándwich al estilo mexicano relleno con queso, frijoles, lechuga y chorizo, y bañado con salsa]", explica.
Posteriormente, Eva decide vender comida en la cochera de su casa, en donde su familia y amigos la apoyaron con la compra de antojitos tales como tamales, tacos y huaraches [una especie de gordita de maíz ancha y alargada rellena con frijoles y aderezada con salsa], entre otros.
Cuando Eva ya no se daba abasto para atender a su clientela en la cochera de su casa, decidió salir a buscar ayuda para abrir un restaurante y comprar un local. Acudió a Alternativas para Latinas en Autosuficiencia (ALAS), un programa dirigido a las hispanas de la organización Women’s Initiative .
Esta organización le brindó ayuda económica y asesoría. Además, en el año 2006, ALAS le dio un reconocimiento como la mujer del año.
"Los sueños se pueden lograr a base de mucho esfuerzo, pero sí se puede", expresa Eva con seguridad.
Su sueño se cumplió en 2001 cuando nació el restaurante al que Eva llamó El Huarache Azteca al que con el apoyo del pintor mexicano Carlos Hernández, decoró con pinturas de indígenas aztecas.
Hoy en día, el menú de El Huarache Azteca incluye comida como huaraches, chiles en nogada, bacalao, tamales, pozole, capirotada, ensalada de navidad, mole verde y rojo, sin faltar el delicioso ponche.
"Muchas personas me dicen que esta comida les sabe igual a la de su mamá, y esto me inspira para hacer mi trabajo con mucho amor", platica.
Además ofrecen antojitos típicos del Distrito Federal como gorditas, pambazos, huevos rancheros con nopales o a la mexicana. También caldo de gallina, champurrado y jugos naturales.
Eva confiesa que su especialidad son los huaraches y los chiles en nogada, rellenos con carne molida, manzana y crema.
"Pueden pedir el huarache con salsa, cebolla y queso o si desean más ingredientes le podemos poner crema, carne, pollo o chorizo", comenta.
El Restaurante El Huarache Azteca cuenta con estacionamiento y los domingos de 10:00 a.m. a 2:00 p.m., los comensales pueden disfrutar de música de mariachi.
Actualmente Eva se siente muy orgullosa de su Huarache Azteca, ni qué decir de los clientes, quienes al probar sus platillos con verdadero sabor mexicano casero, esbozan una amplia sonrisa de satisfacción.