La llamada "partition", la división de la antigua colonia británica de India en dos países, India y Pakistán, en el año 1947, dejó al menos un millón de muertos en disturbios y masacres en lo que los historiadores consideran uno de los capítulos más brutales de asesinatos con motivación religiosa de todos los tiempos. Hasta 15 millones de personas perdieron sus hogares durante el desplazamiento de musulmanes hacia Pakistán, en el oeste, y de hindúes y sijs hacia India, en el este.
Los empleados del Archivo de la División de 1947 han registrado en los dos países más de 4.300 historias de supervivientes de esa época, siendo el inicio de un movimiento de base ciudadana que pretende conservar la voz del pueblo en los libros de historia.
El Estado paquistaní se negó a hacerlo desde su fundación. "Negó a la gente sus recuerdos y el derecho a guardar luto por sus seres queridos", asegura Fakhra Hassan, una académica voluntaria que trabaja en el gran proyecto histórico de recabar los testimonios de primera mano en los pueblos fronterizos de Bambanwala y Ghartel.
El Estado paquistaní retrató la creación de un país sólo para los musulmanes de la región como un éxito triunfal y quienes critican esa visión son a menudo tratados como enemigos del Estado, cuenta Hassan. Las calles ya están llenas de patrióticas banderas verdes con la media luna blanca a punto de conmemorarse el 70 aniversario de la creación del país.
Pero para muchos es también el aniversario de una tragedia y el núcleo de un problema que se refleja en la política de Pakistán hacia sus vecinos, como la archienemiga India, su competidora nuclear.
Setenta años después de la división de una de las regiones más pobladas de la Tierra -con 1.300 millones de indios y unos 200 millones de paquistaníes-, India y Pakistán son hoy en día dos países muy distintos: mientras el primero es un país que se reafirma en el escenario internacional y lucha por salir del subdesarrollo, Pakistán tiene una débil economía y débiles estructuras democráticas, además de crisis políticas como la actual.
El Tribunal Supremo destituyó recientemente al primer ministro por corrupción, según la versión oficial. Sin embargo, es un secreto a voces que el poderoso Ejército recelaba del curso de reconciliación de Nawaz Sharif con India.
Además, Pakistán sufre un grave problema de inseguridad con uno de los mayores grupos extremistas del mundo. Pese a que los combate con mayor dureza y éxito desde hace unos años, muchos gobiernos critican que su servicio secreto sigue apoyando a los islamistas que desestabilizan a sus vecinos India y Afganistán.
Abdulá tenía 12 años cuando comenzó la larga caravana hacia su nuevo país, cuenta a Mohammad Hanif, funcionario de correos que también trabaja como voluntario en el proyecto del Archivo de la División.
Los demagogos incitaban entonces a las masas mientras el representante de los musulmanes en la India británica, Moahmmad Ali Jinnah, y el portavoz de los hindúes y los sijs, Jawaharlal Nehru, negociaban sobre el territorio del imperio británico que se venía abajo. El argumento del primero era que los musulmanes eran discriminados en el subcontinente asiático y necesitaban una patria segura.
Hindúes y musulmanes se enfrentaban entonces en sangrientos ataques mutuos. Algunas de aquellas masacres siguen hoy vivas en la memoria colectiva de las dos naciones. En Pakistán se recuerdan los trenes de mercancías con refugiados que extremistas hindúes y sijs atacaban a tiros hasta que nadie más se movía. Cuando los trenes llegaban a Pakistán, la sangre chorreaba por las puertas y teñía las vías.
"Mi padre murió en uno de esos episodios", cuenta Abdulá. Y él, siendo muy pequeño, se quedó a cargo de llevar a su familia a la tierra prometida, a la que llegó en carreta. El pueblo de su infancia en India está a sólo 220 kilómetros, pero para él está tan lejos como otro planeta, porque ni India ni Pakistán permiten hoy en día a los afectados por la división visitar los lugares donde vivían en su infancia.
"No te puedes imaginar cuánto odio hay durante nuestras entrevistas", cuenta Fakhra Hassan. Nisid Hajari, autor del libro "Midnight's Furies: The Deadly Legacy of India's Partition" (Furias de medianoche: el legado mortal de la división de India) describe los miedos, las sospechas y el odio de las masas en cada mes de aquel 1947 como "furias" desatadas que nunca más pudieron volver a ser contenidas. Una "peligrosa brecha psicológica" se abrió entonces entre India y Pakistán, mientras en Pakistán crecía el sentimiento de estar en una especie de asedio permanente por parte de su vecino.
Algunos analistas argumentan que el Ejército paquistaní sigue cultivando hasta la actualidad ese antagonismo como medio de mantener la cohesión de sus múltiples etnias que sufren además la pobreza. Incluso en los diarios de habla inglesa más liberales no hay apenas una semana sin que aparezca algún titular carente de noticia sobre algún jefe militar que ha frustrado una conspiración de potencias malignas, un efecto de ese sentimiento de estar rodeado por un enemigo.
También en India, desde que gobierna el partido nacionalista hindú BJP han vuelto a aumentar las tensiones religiosas.
"Pakistán se define frente a la oposición a otros y eso viene de sus mitos fundacionales", cuenta Anam Zakaria, también autor de un libro sobre el tema de la división y la identidad que destaca cómo la gente borró incluso sus recuerdos positivos de India bajo la presión de la atmósfera hostil en el país. Pero durante sus entrevistas la gente volvía a recordar de vez en cuando momentos de amistad o coexistencia pacífica.
Zakaria y Hassan piden la recuperación de esas voces conciliadoras si se desea lograr la paz en algún momento. Y rápido. Porque los últimos supervivientes están muriendo, alertan.
Y es que la población está de acuerdo donde los Gobiernos no quieren estarlo: en los dos países no hubo durante mucho tiempo siquiera un monumento para conmemorar la partición y sus víctimas. En Pakistán una filial del Archivo de la División lucha por crear uno y en India se acaba de abrir el primer museo monumento en Amritsar, cerca de la frontera.