La organización fundamentalista, que pierde terreno en Siria y en Irak por los incesantes bombardeos de decenas de cazabombarderos, se esfuerza por impedir que miles de voluntarios extranjeros que se unieron a ella en 2014 huyan de las tierras del califato autoproclamado.
No todos quieren irse por los mismos motivos. Lo hacen por miedo a los ataques aéreos, por decepción respecto a lo que se habían imaginado, por la corrupción de los dirigentes locales, por las acciones violentas contra los musulmanes sunitas o sencillamente por aburrimiento.
Así se desprende de un estudio del International centre for the study of radicalisation (ICSR) del King's College de Londres, realizado a partir de una muestra de 60 retornados.
"Se dan cuenta de que la fase final comenzó, muchos comienzan a enviarnos mensajes para informarse sobre cómo regresar", declara a la AFP el coordinador nacional de la inteligencia en Francia, Didier Le Bret. "Ya no se trata de la expansión del glorioso califato, y sabemos que algunos mueren cuando intentan huir".
"Como los servicios de seguridad del EI son muy desconfiados, nos preocupa cuando llega alguno: ¿cómo estar seguros de que es sincero y no realiza una misión?", añade.
Según el director general de la seguridad interior francesa (DGSI), Patrick Calvar, a mediados de mayo "244 personas habían vuelto a Francia desde la zona siria-iraquí". "Asistimos a una mayor intención de regreso", "obstaculizada por la política de Dáesh (acrónimo árabe del EI) que, en cuanto quieren irse de Siria, los considera traidores que hay que ejecutar inmediatamente".
Desde enero de 2014, antes de la proclamación oficial de la creación del califato, el ICSR creó una base de datos con entrevistas realizadas a los desertores del EI para intentar entender sus motivos.
"Los motivos por los que huyeron son tan complejos como los que les llevaron a irse", escribe en un informe Peter Neumann, director del ICSR. "Todos no se han convertido en fervientes partidarios de la democracia al estilo occidental. Algunos han cometido crímenes".
"En sus relatos se repiten cuatro reproches: 'El EI se centra más en combatir a otros musulmanes que en el gobierno de Asad, el EI comete atrocidades contra musulmanes, el EI es corrupto y no sigue los preceptos del islam, la vida bajo el yugo del EI es dura y decepcionante'", añade.
Shiraz Maher, miembro del ICSR, es uno de los investigadores que interrogó a los desertores.
"La mayoría de ellos nos dicen: 'No vinimos para esto'", afirma. "Uno de ellos me dijo: 'Me gustaría decirles a todos los muyaidines que no vayan a Siria. La yihad no es eso. Vais a acabar matando a musulmanes'".
Algunos se fueron por un arrebato, a veces convencidos de que iban a unirse a una utopía, a una sociedad ideal regida por la sharía, otros buscaban adrenalina, camaradería. Pero los aprendices de yihadistas acaban -según cuenta- inmersos en la violencia, la barbarie, el miedo, las privaciones, el aburrimiento, la incomprensión y la discriminación en función de sus países de origen.
"Uno de ellos me dijo" -recuerda Shiraz Maher- "que los jefes del EI no dudarán en destruir un edificio, con mujeres y niños en el interior, para matar a una sola persona. No es la yihad revolucionaria, es simple y llanamente una matanza".
"Un combatiente indio lo resume diciendo: 'La yihad no es eso. Me hicieron limpiar los aseos..."
No todos quieren irse por los mismos motivos. Lo hacen por miedo a los ataques aéreos, por decepción respecto a lo que se habían imaginado, por la corrupción de los dirigentes locales, por las acciones violentas contra los musulmanes sunitas o sencillamente por aburrimiento.
Así se desprende de un estudio del International centre for the study of radicalisation (ICSR) del King's College de Londres, realizado a partir de una muestra de 60 retornados.
"Se dan cuenta de que la fase final comenzó, muchos comienzan a enviarnos mensajes para informarse sobre cómo regresar", declara a la AFP el coordinador nacional de la inteligencia en Francia, Didier Le Bret. "Ya no se trata de la expansión del glorioso califato, y sabemos que algunos mueren cuando intentan huir".
"Como los servicios de seguridad del EI son muy desconfiados, nos preocupa cuando llega alguno: ¿cómo estar seguros de que es sincero y no realiza una misión?", añade.
Según el director general de la seguridad interior francesa (DGSI), Patrick Calvar, a mediados de mayo "244 personas habían vuelto a Francia desde la zona siria-iraquí". "Asistimos a una mayor intención de regreso", "obstaculizada por la política de Dáesh (acrónimo árabe del EI) que, en cuanto quieren irse de Siria, los considera traidores que hay que ejecutar inmediatamente".
Desde enero de 2014, antes de la proclamación oficial de la creación del califato, el ICSR creó una base de datos con entrevistas realizadas a los desertores del EI para intentar entender sus motivos.
- 'Matanzas porque sí' -
"Los motivos por los que huyeron son tan complejos como los que les llevaron a irse", escribe en un informe Peter Neumann, director del ICSR. "Todos no se han convertido en fervientes partidarios de la democracia al estilo occidental. Algunos han cometido crímenes".
"En sus relatos se repiten cuatro reproches: 'El EI se centra más en combatir a otros musulmanes que en el gobierno de Asad, el EI comete atrocidades contra musulmanes, el EI es corrupto y no sigue los preceptos del islam, la vida bajo el yugo del EI es dura y decepcionante'", añade.
Shiraz Maher, miembro del ICSR, es uno de los investigadores que interrogó a los desertores.
"La mayoría de ellos nos dicen: 'No vinimos para esto'", afirma. "Uno de ellos me dijo: 'Me gustaría decirles a todos los muyaidines que no vayan a Siria. La yihad no es eso. Vais a acabar matando a musulmanes'".
Algunos se fueron por un arrebato, a veces convencidos de que iban a unirse a una utopía, a una sociedad ideal regida por la sharía, otros buscaban adrenalina, camaradería. Pero los aprendices de yihadistas acaban -según cuenta- inmersos en la violencia, la barbarie, el miedo, las privaciones, el aburrimiento, la incomprensión y la discriminación en función de sus países de origen.
"Uno de ellos me dijo" -recuerda Shiraz Maher- "que los jefes del EI no dudarán en destruir un edificio, con mujeres y niños en el interior, para matar a una sola persona. No es la yihad revolucionaria, es simple y llanamente una matanza".
"Un combatiente indio lo resume diciendo: 'La yihad no es eso. Me hicieron limpiar los aseos..."