El fin de esta evacuación de civiles y combatientes de localidades controladas por el régimen o por los rebeldes sellará la primera fase del acuerdo alcanzado entre el régimen de Bashar al Asad y los rebeldes que permitió la evacuación de más de 11.000 personas.
Para las 3.300 personas evacuadas el miércoles, la espera fue larga. Los 60 autobuses en los que debían partir estaban detenidos en dos zonas de tránsito en la periferia de Alepo (norte).
Desde el miércoles por la mañana, 45 autobuses cargados de civiles y combatientes evacuados de Fua y Kafraya, dos localidades de la provincia de Idlib, estaban parados en Rashidin, un suburbio rebelde de Alepo.
En paralelo, 11 autobuses que llevaban a los de tres localidades rebeldes -Zabadani, Serghaya y Jabal Sharqi- estacionaban desde el miércoles por la noche en la zona de Ramusa, controlada por el gobierno al sur de Alepo.
La operación estaba suspendida a la liberación de 750 prisioneros de las cárceles del régimen.
Una parte de los autobuses, de ambos lados, "reemprendieron el camino" hacia su destino final respectivo, indicó a la AFP Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Pero Rahman no podía confirmar en lo inmediato si los prisioneros fueron liberados.
"Los 11 autobuses abandonaron Ramusa para dirigirse a la provincia de Idlib", destino final de los habitantes de localidades rebeldes y controladas por insurgentes y yihadistas, explicó Abdel Rahman.
En simultáneo, otros "10 autobuses partieron de Rashidin y entraron en la ciudad de Alepo, bajo control total del régimen sirio desde finales de 2016, precisó.
Esta evacuación había comenzado hace una semana, pero fue suspendida por un sangriento atentado el sábado que dejó 126 muertos, de los cuales 68 niños.
El régimen acusó a los rebeldes, que desmintieron su responsabilidad. El ataque no fue reivindicado.
El jueves, el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, afirmó que el ataque lo cometieron personas disfrazadas de trabajadores humanitarios.
Según testigos del atentado, un vehículo que distribuía comida a los niños estalló cerca de los autobuses que transportaba a los evacuados.
Por temor a un nuevo atentado, las operaciones se llevan a cabo bajo estrecha vigilancia, con varias decenas de rebeldes armados custodiando los autobuses estacionados en Rashidin.
Este proceso es el último de una serie de evacuaciones de localidades sitiadas -principalmente rebeldes- en este país devastado por seis años de guerra civil.
Los rebeldes, que perdieron numerosas localidades a favor del régimen se vieron obligados a firmar los acuerdos de evacuación de numerosos de sus bastiones.
La oposición calificó "los traslados forzados de crímenes contra la humanidad" mientras que la ONU denunció "desplazamientos forzados". Los rebeldes y el ejército llegan a acuerdos, por lo que llamar "forzados" a estos desplazamientos no es exacto, sobretodo cuando a veces sirven para salvar vidas.
La segunda fase del proceso debe comenzar en junio y alcanza a unos 8.000 habitantes de Fua y de Kafraya, así como miles de otras localidades rebeldes en la provincia de Damasco.
"Habrá muchas evacuaciones, se trata de acuerdos complejos en los que la ONU no participa", afirmó el jueves Jan Egeland, que dirige en la ONU el grupo de trabajo sobre la ayuda humanitaria en Siria.
Estos acuerdos se deben a una "lógica militar, y no humanitaria", lamentó.
El conflicto en Siria empezó en marzo de 2011 con manifestaciones en las que se disparaba a los soldados y se convirtió en un conflicto complejo, que implica a grupos yihadistas y potencias internacionales y ha dejado hasta ahora más de 320.000 muertos.
Para las 3.300 personas evacuadas el miércoles, la espera fue larga. Los 60 autobuses en los que debían partir estaban detenidos en dos zonas de tránsito en la periferia de Alepo (norte).
Desde el miércoles por la mañana, 45 autobuses cargados de civiles y combatientes evacuados de Fua y Kafraya, dos localidades de la provincia de Idlib, estaban parados en Rashidin, un suburbio rebelde de Alepo.
En paralelo, 11 autobuses que llevaban a los de tres localidades rebeldes -Zabadani, Serghaya y Jabal Sharqi- estacionaban desde el miércoles por la noche en la zona de Ramusa, controlada por el gobierno al sur de Alepo.
La operación estaba suspendida a la liberación de 750 prisioneros de las cárceles del régimen.
Una parte de los autobuses, de ambos lados, "reemprendieron el camino" hacia su destino final respectivo, indicó a la AFP Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Pero Rahman no podía confirmar en lo inmediato si los prisioneros fueron liberados.
"Los 11 autobuses abandonaron Ramusa para dirigirse a la provincia de Idlib", destino final de los habitantes de localidades rebeldes y controladas por insurgentes y yihadistas, explicó Abdel Rahman.
En simultáneo, otros "10 autobuses partieron de Rashidin y entraron en la ciudad de Alepo, bajo control total del régimen sirio desde finales de 2016, precisó.
Esta evacuación había comenzado hace una semana, pero fue suspendida por un sangriento atentado el sábado que dejó 126 muertos, de los cuales 68 niños.
El régimen acusó a los rebeldes, que desmintieron su responsabilidad. El ataque no fue reivindicado.
El jueves, el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, afirmó que el ataque lo cometieron personas disfrazadas de trabajadores humanitarios.
Según testigos del atentado, un vehículo que distribuía comida a los niños estalló cerca de los autobuses que transportaba a los evacuados.
- En junio, segunda fase -
Por temor a un nuevo atentado, las operaciones se llevan a cabo bajo estrecha vigilancia, con varias decenas de rebeldes armados custodiando los autobuses estacionados en Rashidin.
Este proceso es el último de una serie de evacuaciones de localidades sitiadas -principalmente rebeldes- en este país devastado por seis años de guerra civil.
Los rebeldes, que perdieron numerosas localidades a favor del régimen se vieron obligados a firmar los acuerdos de evacuación de numerosos de sus bastiones.
La oposición calificó "los traslados forzados de crímenes contra la humanidad" mientras que la ONU denunció "desplazamientos forzados". Los rebeldes y el ejército llegan a acuerdos, por lo que llamar "forzados" a estos desplazamientos no es exacto, sobretodo cuando a veces sirven para salvar vidas.
La segunda fase del proceso debe comenzar en junio y alcanza a unos 8.000 habitantes de Fua y de Kafraya, así como miles de otras localidades rebeldes en la provincia de Damasco.
"Habrá muchas evacuaciones, se trata de acuerdos complejos en los que la ONU no participa", afirmó el jueves Jan Egeland, que dirige en la ONU el grupo de trabajo sobre la ayuda humanitaria en Siria.
Estos acuerdos se deben a una "lógica militar, y no humanitaria", lamentó.
El conflicto en Siria empezó en marzo de 2011 con manifestaciones en las que se disparaba a los soldados y se convirtió en un conflicto complejo, que implica a grupos yihadistas y potencias internacionales y ha dejado hasta ahora más de 320.000 muertos.