En los últimos meses vieron cómo sus colegas debatían sobre una eventual prohibición del llamamiento a la oración musulmana, una ley que según ellos va dirigida contra los árabes israelíes, es decir los descendientes de los palestinos que se quedaron en sus tierras cuando se creó Israel. Son actualmente el 17,5% de la población pero estiman recibir un trato de ciudadanos de segunda categoría.
Luego llegó la ley sobre la legalización de la confiscación de las tierras palestinas en beneficio de los colonos israelíes. Participaron, atónitos, en los debates y luego en la votación, sin poder inclinar la balanza a su favor.
Algunos piensan que "hay leyes que nos vemos obligados a no respetar", dice Ahmed Tibi, reelecto por quinta vez en el parlamento. Es un "desafío permanente". "La Knesset es cada vez más extremista y no es fácil para nosotros ocupar nuestro escaño", declara.
Esta legislatura - añade el diputado- "es la peor" porque se desarrolla bajo un gobierno "extremista de derecha". Con muchos colegas "no nos saludamos, ni nos hablamos".
Para las legislativas de 2015, que auparon al poder a la coalición más de derecha de la historia de Israel, pero también la más procolonización, los árabes israelíes decidieron por primera vez desde la creación de Israel en 1948 formar un frente común.
Se reagruparon en la Lista Árabe Unida, una coalición que abarca desde islamistas a comunistas. Con 12 diputados árabes y un judío es la tercera fuerza de la oposición, pese a sus divisiones internas. Otros cinco árabes israelíes cuentan con escaño en la Knesset en distintos partidos.
Se les asocia con los palestinos, contra los que Israel libró varias guerras. Durante las tres ofensivas militares contra Gaza, un territorio controlado por el movimiento islamista Hamas, los diputados israelíes vivieron momentos de gran tensión.
"No querían escuchar el punto de vista árabe, ni siquiera oír hablar en árabe", cuenta.
Recientemente, el jefe de la coalición gubernamental en la Knesset, David Bittan, los acusó de "representar los intereses palestinos", en vez de los de Israel.
Pero Abdalá Abu Maaruf, diputado de la minoría drusa, considera su "derecho legítimo como ciudadano" intentar "cambiar la política de discriminación antiárabe en Israel".
Tibi ha sufrido en carne propia la hostilidad. El ministro de Defensa, el nacionalista Avigdor Lieberman, urgió a "llevarlo ante un pelotón de fusilamiento", afirma a la AFP. "Todos los días dice que somos terroristas y enemigos del Estado".
Su colega Basel Ghatas es objeto de una acción sin precedentes. El parlamento levantó parte de su inmunidad parlamentaria por estar acusado de haber hecho llegar teléfonos a presos.
Zeev Elkin, ministro de Medio Ambiente, también encargado del tema de Jerusalén en el gobierno de Benjamin Netanyahu, juntó 72 firmas que piden la expulsión de Ghatas. La legislación israelí permite incluirlo en el orden del día si se reúnen al menos 70 solicitudes pero hasta ahora no había ocurrido nunca.
El asesor jurídico del gobierno también pidió que se abra un procedimiento contra él. Una petición "ilegal" según la oenegé Adala porque Ghatas no dispuso del plazo legal para responder a las acusaciones.
Luego llegó la ley sobre la legalización de la confiscación de las tierras palestinas en beneficio de los colonos israelíes. Participaron, atónitos, en los debates y luego en la votación, sin poder inclinar la balanza a su favor.
Algunos piensan que "hay leyes que nos vemos obligados a no respetar", dice Ahmed Tibi, reelecto por quinta vez en el parlamento. Es un "desafío permanente". "La Knesset es cada vez más extremista y no es fácil para nosotros ocupar nuestro escaño", declara.
Esta legislatura - añade el diputado- "es la peor" porque se desarrolla bajo un gobierno "extremista de derecha". Con muchos colegas "no nos saludamos, ni nos hablamos".
Para las legislativas de 2015, que auparon al poder a la coalición más de derecha de la historia de Israel, pero también la más procolonización, los árabes israelíes decidieron por primera vez desde la creación de Israel en 1948 formar un frente común.
- 'No hablar en árabe' -
Se reagruparon en la Lista Árabe Unida, una coalición que abarca desde islamistas a comunistas. Con 12 diputados árabes y un judío es la tercera fuerza de la oposición, pese a sus divisiones internas. Otros cinco árabes israelíes cuentan con escaño en la Knesset en distintos partidos.
Se les asocia con los palestinos, contra los que Israel libró varias guerras. Durante las tres ofensivas militares contra Gaza, un territorio controlado por el movimiento islamista Hamas, los diputados israelíes vivieron momentos de gran tensión.
"No querían escuchar el punto de vista árabe, ni siquiera oír hablar en árabe", cuenta.
Recientemente, el jefe de la coalición gubernamental en la Knesset, David Bittan, los acusó de "representar los intereses palestinos", en vez de los de Israel.
Pero Abdalá Abu Maaruf, diputado de la minoría drusa, considera su "derecho legítimo como ciudadano" intentar "cambiar la política de discriminación antiárabe en Israel".
Tibi ha sufrido en carne propia la hostilidad. El ministro de Defensa, el nacionalista Avigdor Lieberman, urgió a "llevarlo ante un pelotón de fusilamiento", afirma a la AFP. "Todos los días dice que somos terroristas y enemigos del Estado".
- Sin precedentes -
Su colega Basel Ghatas es objeto de una acción sin precedentes. El parlamento levantó parte de su inmunidad parlamentaria por estar acusado de haber hecho llegar teléfonos a presos.
Zeev Elkin, ministro de Medio Ambiente, también encargado del tema de Jerusalén en el gobierno de Benjamin Netanyahu, juntó 72 firmas que piden la expulsión de Ghatas. La legislación israelí permite incluirlo en el orden del día si se reúnen al menos 70 solicitudes pero hasta ahora no había ocurrido nunca.
El asesor jurídico del gobierno también pidió que se abra un procedimiento contra él. Una petición "ilegal" según la oenegé Adala porque Ghatas no dispuso del plazo legal para responder a las acusaciones.