Sidi Busid, centro de revolución tunecina, vacila entre orgullo y desilusión


SIDI BUSID, (AFP) - Seis meses después del desesperado gesto de Mohamed Buasisi, que se inmoló en Sidi Busid, epicentro de un sismo que encendió la mecha de la revolución tunecina y se extendió como reguero de pólvora por el mundo árabe, su región natal vacila entre orgullo y desilusión.



Manifestantes en Sidi Busid, Túnez.
Manifestantes en Sidi Busid, Túnez.
"La revolución de la dignidad y de la libertad es la del 17 de diciembre (fecha de la inmolación) y no la del 14 de enero", fecha de la huida del presidente Ben Alí, se lee en un muro de la avenida Habib Burguiba en Sidi Busid, 270 km al suroeste de Túnez.
Enfrente de la gobernación de Sidi Busid, ante la que se inmoló Mohamed Buasisi, un joven vendedor de frutas harto de las humillaciones de la policía, los puestos de venta se suceden.
"Desde hace meses los periodistas del mundo entero desfilan, y mi situación no cambió", lamenta Yused, un vendedor de verduras, que recoge la aprobación de los presentes.
"Antes ganaba 100 dinares (50 euros) por semana, desde la revolución unos veinte dinares (10 euros)", se queja escondiendo apenas su añoranza por los tiempos de "SABA", acrónimo del ex presidente Sine el Abidin Ben Alí.
"Parece que llueven millones en Sidi Busid. Yo no ví ni un centavo", lanza otro.
Los que asisten al intercambio, "sin diplomas" como se presentan, se sienten, otra vez, olvidados. Aún esperan ver lo que la revolución les va a "aportar".
En la Casa de los Jóvenes, cerca de allí, tres miembros de la asociación Al Karama, la dignidad en árabe, están reunidos para elaborar soluciones de desarrollo.
Luego del 14 de enero "las críticas sólo son válidas si van acompañadas de alternativas", zanja Hishem Daly, un maestro de 36 años.
Su grupo propone "un proyecto de 'comité de desarrollo regional' que reúne representantes del Estado, de los ayuntamientos y de la sociedad civil que debatirán en público las prioridades para su región".
Para Hishem Daly hay que "implicar a los que tienen problemas para que puedan resolverlos ellos mismos".
La euforia se desvaneció sin embargo al evocarse una reciente visita de ocho ministros del gobierno provisorio. "Es una traición: vinieron a anunciar megaproyectos sin consultar" a los locales, dice Hishem. "Estas elecciones arbitrarias causaron tensiones entre los habitantes de la región", añade.
Saliendo de Sidi Busid, numerosos tunecinos estiman que las cosas no van muy rápido. Pero, según un barómetro del instituto Sigma, más del 70% de la población dice tener confianza en el futuro, a pesar de que tener libertad no haga olvidar todas las dificultades.
En la columna positiva de un balance de los seis últimos meses, Pierre Vermeren, historiador especialista del Magreb, señala: "una vida política está en marcha, con la creación de numerosos partidos, el país no cayó en la guerra civil o en un grado de violencia muy alto y siente un gran orgullo nacional de haber sido el origen del proceso" de la "primavera árabe".
En el plano político, luego de largas demoras, las autoridades, los partidos y la Comisión Electoral se pusieron de acuerdo para fijar para el 23 de octubre las elecciones en las que se designará una Asamblea a cargo de elaborar una nueva Constitución para Túnez.
La arena política está sin embargo extremadamente fragmentada con la aparición de más de 90 partidos que los futuros electores no conocen y, de momento, ningún líder sobresale.
Sólo los islamistas del movimiento AnNahda parecen estar relativamente organizados.
En lo negativo, el temor a un marasmo de una economía deprimida por la considerable contracción de uno de sus principales recursos, el turismo, ensombrece el paisaje.
La guerra en Libia también pesa en un país que recibió a unos 500.000 refugiados y viven en plena tensión en su frontera sur.
No obstante, Lina Ben Mhenni, una bloguera, saca un balance simple y elocuente de los últimos seis meses de la historia de Túnez: "Nos sacamos de encima el miedo".
Jueves, 16 de Junio 2011
AFP (Agencia France-Presse)
           


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