Entre las víctimas mortales se encuentran un civil y dos miembros de las fuerzas de seguridad afganas, así como cuatro atacantes, precisó el portavoz. Por la noche, tras nueve horas de enfrentamientos, murieron los últimos atacantes. Testigos dijeron haber oído tres explosiones en el lugar del atentado.
La milicia terrorista Estado Islámico (EI) se atribuyó el ataque a través de su agencia de propaganda Amaq. Según el EI, se trató de una operación suicida, que incluyó la detonación de un coche bomba, dirigida contra instituciones británicas y suecas y contra instalaciones del Gobierno afgano.
Las oficinas de Save the Children en Afganistán también reciben apoyo de las oficinas de esta organización en el Reino Unido y Suecia.
En la provincia de Nangarhar existe una pequeña base territorial de la milicia yihadista.
El portavoz del Gobierno regional dijo que primero se voló por los aires un terrorista suicida delante de la oficina de la organización no gubernamental. A causa de la explosión se incendiaron algunos automóviles. A continuación, un grupo de hombres armados irrumpió en el edificio y comenzó a disparar de forma indiscriminada.
Un empleado de Save the Children, que requirió el anonimato, informó que en la oficina trabajan normalmente unas 100 personas y que unas 40 de ellos buscaron refugio en un llamado "save room" (cuarto de seguridad), que cuenta con puertas de acero a prueba de balas. Para la mayoría de las organizaciones humanitarias en Afganistán, la instalación de un cuarto de seguridad es actualmente obligatoria.
"Los atacantes han llegado a la segunda planta, desde donde al parecer también disparan contra otros blancos", relataba el empleado de Save the Children. "Todo mi cuerpo está temblando", contaba durante el asalto el joven hombre. "Estamos consternados", afirmó la organización humanitaria en un mensaje de Twitter.
Las fuerzas de seguridad afganas consiguieron rescatar a 46 trabajadores de la organización, informaron varios funcionarios.
Un portavoz del gobernador provincial de Nangarhar, Attaullah Khugyani, dijo que el rescate tuvo lugar a pesar de que continuaban los enfrentamientos en el edificio.
La organización de ayuda suspendió sus operaciones en Afganistán después del ataque.
"Estamos dispuestos a reanudar cuanto antes nuestras operaciones y nuestro trabajo para salvar vidas, tan pronto como haya seguridad", afirmó la ONG en un mensaje difundido en las redes sociales.
Save the Children es una de las organizaciones humanitarias más grandes que operan en Afganistán. La ONG lleva trabajando décadas en muchas provincias afganas, donde ayuda sobre todo a niños y madres en las áreas de salud y educación.
El ataque confirma lo que ha advertido la Organización de las Naciones Unidas en el sentido de que Afganistán es uno de los países más peligrosos en el mundo para cooperantes humanitarios. La ONU informó en diciembre que el año pasado fueron asesinados 17 cooperantes. Otros 33 resultaron heridos y 47 fueron secuestrados.
"Para estos extremistas las organizaciones extranjeras no llevan a cabo trabajos humanitarios, sino que introducen espías en el país. O evangelizan y corrompen los valores y la moral islámica de los afganos", explicó el experto en el EI del instituto de investigación International Crisis Group Borhan Osman.
Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) se solidarizó con los trabajadores de Save the Children en Afganistán.
"Un ataque contra una organización que ayuda a los niños es indignante. Los trabajadores humanitarios civiles no deben ser objeto de ataques", dijo Monica Zanarelli, jefa de la delegación del CICR en Afganistán, en un comunicado. "La violencia creciente hace que para muchas organizaciones sea cada vez sea más difícil operar en Afganistán."
La milicia terrorista Estado Islámico (EI) se atribuyó el ataque a través de su agencia de propaganda Amaq. Según el EI, se trató de una operación suicida, que incluyó la detonación de un coche bomba, dirigida contra instituciones británicas y suecas y contra instalaciones del Gobierno afgano.
Las oficinas de Save the Children en Afganistán también reciben apoyo de las oficinas de esta organización en el Reino Unido y Suecia.
En la provincia de Nangarhar existe una pequeña base territorial de la milicia yihadista.
El portavoz del Gobierno regional dijo que primero se voló por los aires un terrorista suicida delante de la oficina de la organización no gubernamental. A causa de la explosión se incendiaron algunos automóviles. A continuación, un grupo de hombres armados irrumpió en el edificio y comenzó a disparar de forma indiscriminada.
Un empleado de Save the Children, que requirió el anonimato, informó que en la oficina trabajan normalmente unas 100 personas y que unas 40 de ellos buscaron refugio en un llamado "save room" (cuarto de seguridad), que cuenta con puertas de acero a prueba de balas. Para la mayoría de las organizaciones humanitarias en Afganistán, la instalación de un cuarto de seguridad es actualmente obligatoria.
"Los atacantes han llegado a la segunda planta, desde donde al parecer también disparan contra otros blancos", relataba el empleado de Save the Children. "Todo mi cuerpo está temblando", contaba durante el asalto el joven hombre. "Estamos consternados", afirmó la organización humanitaria en un mensaje de Twitter.
Las fuerzas de seguridad afganas consiguieron rescatar a 46 trabajadores de la organización, informaron varios funcionarios.
Un portavoz del gobernador provincial de Nangarhar, Attaullah Khugyani, dijo que el rescate tuvo lugar a pesar de que continuaban los enfrentamientos en el edificio.
La organización de ayuda suspendió sus operaciones en Afganistán después del ataque.
"Estamos dispuestos a reanudar cuanto antes nuestras operaciones y nuestro trabajo para salvar vidas, tan pronto como haya seguridad", afirmó la ONG en un mensaje difundido en las redes sociales.
Save the Children es una de las organizaciones humanitarias más grandes que operan en Afganistán. La ONG lleva trabajando décadas en muchas provincias afganas, donde ayuda sobre todo a niños y madres en las áreas de salud y educación.
El ataque confirma lo que ha advertido la Organización de las Naciones Unidas en el sentido de que Afganistán es uno de los países más peligrosos en el mundo para cooperantes humanitarios. La ONU informó en diciembre que el año pasado fueron asesinados 17 cooperantes. Otros 33 resultaron heridos y 47 fueron secuestrados.
"Para estos extremistas las organizaciones extranjeras no llevan a cabo trabajos humanitarios, sino que introducen espías en el país. O evangelizan y corrompen los valores y la moral islámica de los afganos", explicó el experto en el EI del instituto de investigación International Crisis Group Borhan Osman.
Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) se solidarizó con los trabajadores de Save the Children en Afganistán.
"Un ataque contra una organización que ayuda a los niños es indignante. Los trabajadores humanitarios civiles no deben ser objeto de ataques", dijo Monica Zanarelli, jefa de la delegación del CICR en Afganistán, en un comunicado. "La violencia creciente hace que para muchas organizaciones sea cada vez sea más difícil operar en Afganistán."