John Kerry-izquierda-y Serguei Lavrov
Estados Unidos y Rusia se pusieron de acuerdo sobre un desmantelamiento del arsenal químico sirio de aquí a mediados de 2014, con la posibilidad de adoptar medidas de fuerza en caso de incumplimiento.
Al anunciar el sábado este acuerdo al final de intensas negociaciones, el secretario de Estado John Kerry y su homólogo ruso Serguei Lavrov celebraron su "determinación" para destruir esas armas químicas "lo más rápidamente posible" y su "adhesión a una solución pacífica" en Siria.
Ambos países mantienen posiciones antagónicas sobre esta guerra: Moscú es un aliado de Damasco y Washington apoya a la rebelión.
Pero Kerry y Lavrov, que muestran con agrado una cierta complicidad, han insistido en destacar sus puntos de convergencia.
"Tuvimos desacuerdos aquí y allá. Pero también hemos cooperado y Serguei y yo nunca dejamos de hablarnos", aseguró el secretario estadounidense.
Estadounidenses y rusos negociaban de hecho desde hace un año el poner bajo tutela internacional el arsenal químico sirio.
Lavrov saludó por su lado las "excelentes" negociaciones con Kerry y se congratuló de que "el objetivo fijado en setiembre (en la cumbre del G20) por los jefes de Estado ruso (Vladimir Putin) y estadounidense (Barack Obama) para poner bajo control las armas químicas sirias haya sido alcanzado".
Según un diplomático norteamericano, "los rusos han sido increíblemente serios y profesionales" en las conversaciones.
A los ojos del analista Anthony Cordesman, del Centro de Estudios Internacional para Estrategia, "Estados Unidos debía incluir a Rusia (...) para que desempeñara un papel (para una solución) en Siria". Washington debía "mostrar claramente (a Moscú) que la Guerra Fría terminó", escribió este experto.
A comienzos de agosto, el presidente Obama había denunciado sin embargo la reminiscencia en Rusia de "viejos estereotipos de la confrontación de la Guerra Fría" desde el retorno al Kremlin en mayo de 2012 del presidente Putin. Obama anuló de improviso una reunión cumbre con su homólogo ruso prevista para setiembre.
De hechos, las relaciones entre ambos países cayeron a un nivel que no se veía desde hacía décadas.
La Casa Blanca había fustigado el mes pasado "la falta de progresos recientes" con Moscú sobre temas como la defensa antimisiles, la no proliferación nuclear, el comercio y los derechos humanos.
Los estadounidenses digirieron muy mal de hecho el tema de Edward Snowden, un exinformático norteamericano que reveló la amplitud de la vigilancia de las comunicaciones realizadas por su país a nivel internacional, a quien Rusia le concedió el asilo.
Relaciones marcadas por la desconfianza
Para Alexandre Choumiline, del centro de análisis de conflictos en Medio Oriente de Moscú, el acuerdo de Ginebra "no mejorará las relaciones ruso-estadounidenses, marcadas por la desconfianza".
El jefe de Estado ruso dio un golpe de efecto esta semana al publicar una columna en el New York Times para amenazar a Washington en caso de que realizara una acción militar unilateral contra Damasco.
Lavrov incluso ha advertido que Rusia "verificaría" escrupulosamente todas las acusaciones de violaciones al acuerdo de Ginebra por parte de los sirios, antes de apoyar eventualmente en el marco de la Carta de la ONU el recurrir al empleo de la fuerza.
También fustigó el hecho de que hubiera "tantas mentiras y falsificaciones sobre el tema" sirio.
La misma desconfianza existe del lado estadounidense, desde el momento en que Obama advirtió que "no tomaría las declaraciones de Rusia y del (presidente sirio Bashar al) Asad como si fuera dinero en mano".
Orgullosos de su acuerdo, Kerry y Lavrov han sido interrogados por la prensa sobre un hipotético relanzamiento de sus relaciones bilaterales, en alusión a la oferta que había hecho en 2009 el presidente Obama a su homólogo ruso de aquella época Dmitri Medvedev.
Ambos funcionarios no respondieron directamente a esa consulta, pero se mostraron optimistas al respecto.
"Estados Unidos y Rusia no siempre fueron de la mano y no lo hacen ahora en todo", admitió el secretario de Estado. Pero "hay que mirar el vaso medio lleno, antes que verlo medio vacío", precisó, destacando "la cooperación sobre Irán, Corea del Norte, la OMC, el tratado START o el desarme nuclear" que mantienen ambas naciones.
Por su lado, Lavrov elogió la "iniciativa ruso-estadounidense" sobre Siria, que dijo que ha "movilizado a toda la comunidad internacional".
Circunspecto, un diplomático en Washington ve en ello "un paso positivo, pero no un giro" en las complejas relaciones entre Estados Unidos y Rusia.
Al anunciar el sábado este acuerdo al final de intensas negociaciones, el secretario de Estado John Kerry y su homólogo ruso Serguei Lavrov celebraron su "determinación" para destruir esas armas químicas "lo más rápidamente posible" y su "adhesión a una solución pacífica" en Siria.
Ambos países mantienen posiciones antagónicas sobre esta guerra: Moscú es un aliado de Damasco y Washington apoya a la rebelión.
Pero Kerry y Lavrov, que muestran con agrado una cierta complicidad, han insistido en destacar sus puntos de convergencia.
"Tuvimos desacuerdos aquí y allá. Pero también hemos cooperado y Serguei y yo nunca dejamos de hablarnos", aseguró el secretario estadounidense.
Estadounidenses y rusos negociaban de hecho desde hace un año el poner bajo tutela internacional el arsenal químico sirio.
Lavrov saludó por su lado las "excelentes" negociaciones con Kerry y se congratuló de que "el objetivo fijado en setiembre (en la cumbre del G20) por los jefes de Estado ruso (Vladimir Putin) y estadounidense (Barack Obama) para poner bajo control las armas químicas sirias haya sido alcanzado".
Según un diplomático norteamericano, "los rusos han sido increíblemente serios y profesionales" en las conversaciones.
A los ojos del analista Anthony Cordesman, del Centro de Estudios Internacional para Estrategia, "Estados Unidos debía incluir a Rusia (...) para que desempeñara un papel (para una solución) en Siria". Washington debía "mostrar claramente (a Moscú) que la Guerra Fría terminó", escribió este experto.
A comienzos de agosto, el presidente Obama había denunciado sin embargo la reminiscencia en Rusia de "viejos estereotipos de la confrontación de la Guerra Fría" desde el retorno al Kremlin en mayo de 2012 del presidente Putin. Obama anuló de improviso una reunión cumbre con su homólogo ruso prevista para setiembre.
De hechos, las relaciones entre ambos países cayeron a un nivel que no se veía desde hacía décadas.
La Casa Blanca había fustigado el mes pasado "la falta de progresos recientes" con Moscú sobre temas como la defensa antimisiles, la no proliferación nuclear, el comercio y los derechos humanos.
Los estadounidenses digirieron muy mal de hecho el tema de Edward Snowden, un exinformático norteamericano que reveló la amplitud de la vigilancia de las comunicaciones realizadas por su país a nivel internacional, a quien Rusia le concedió el asilo.
Relaciones marcadas por la desconfianza
Para Alexandre Choumiline, del centro de análisis de conflictos en Medio Oriente de Moscú, el acuerdo de Ginebra "no mejorará las relaciones ruso-estadounidenses, marcadas por la desconfianza".
El jefe de Estado ruso dio un golpe de efecto esta semana al publicar una columna en el New York Times para amenazar a Washington en caso de que realizara una acción militar unilateral contra Damasco.
Lavrov incluso ha advertido que Rusia "verificaría" escrupulosamente todas las acusaciones de violaciones al acuerdo de Ginebra por parte de los sirios, antes de apoyar eventualmente en el marco de la Carta de la ONU el recurrir al empleo de la fuerza.
También fustigó el hecho de que hubiera "tantas mentiras y falsificaciones sobre el tema" sirio.
La misma desconfianza existe del lado estadounidense, desde el momento en que Obama advirtió que "no tomaría las declaraciones de Rusia y del (presidente sirio Bashar al) Asad como si fuera dinero en mano".
Orgullosos de su acuerdo, Kerry y Lavrov han sido interrogados por la prensa sobre un hipotético relanzamiento de sus relaciones bilaterales, en alusión a la oferta que había hecho en 2009 el presidente Obama a su homólogo ruso de aquella época Dmitri Medvedev.
Ambos funcionarios no respondieron directamente a esa consulta, pero se mostraron optimistas al respecto.
"Estados Unidos y Rusia no siempre fueron de la mano y no lo hacen ahora en todo", admitió el secretario de Estado. Pero "hay que mirar el vaso medio lleno, antes que verlo medio vacío", precisó, destacando "la cooperación sobre Irán, Corea del Norte, la OMC, el tratado START o el desarme nuclear" que mantienen ambas naciones.
Por su lado, Lavrov elogió la "iniciativa ruso-estadounidense" sobre Siria, que dijo que ha "movilizado a toda la comunidad internacional".
Circunspecto, un diplomático en Washington ve en ello "un paso positivo, pero no un giro" en las complejas relaciones entre Estados Unidos y Rusia.