Tras un proceso de construcción de 12 años y su puesta en marcha experimental en 2008, "a finales de 2010 el GTM recibirá su primera luz científica, haremos la primera observación con fines de investigación", explica a la AFP Raúl Mújica, uno de los científicos del proyecto.
Coordinado por el Instituto de Astrofísica Óptica y Electrónica de México (INAOE) y la Universidad de Massachusetts, el telescopio tuvo un costo de unos 115 millones de dólares.
Se trata del telescopio más grande del mundo que opera en ondas milimétricas (es decir con longitudes de onda de 0,8 a 3 mm), lo que le permite captar radiaciones provenientes del espacio, de las regiones más frías del Universo, de nubes moleculares o de formaciones planetarias y estelares.
Y al mismo tiempo el más alto, pues se ubica sobre la cima de la Sierra Negra, en Puebla (centro), la cuarta cumbre de México.
Su disco de 50 metros de diámetro equivale a "media cancha de fútbol", describe José Guichard, director del INAOE, y destaca imponente desde la carretera bajo la mirada de su majestuoso vecino, el nevado pico de Orizaba.
El 75% de la inversión fue del INAOE y el 25% estadounidense, "misma proporción que se utilizará en el tiempo de observación", añade Guichard.
Las observaciones que se realicen en el GTM complementarán las que realicen otros telescopios como el Observatorio Europeo Austral, que se construye en Chile.
"Primero el GTM hará un barrido general del universo y después vendrá el telescopio óptico de Chile a estudiar a detalle lo que el GTM detecte", añade Mújica.
"Estudiaremos formaciones dentro y fuera del Sistema Solar hasta 14.000 millones de años luz de distancia siempre y cuando irradien luz. Conoceremos el origen de galaxias muy lejanas, de planetas, cómo nacen en este instante y cómo morirán, la tasa de formación estelar, que es un misterio por explorar", indica el científico.
Trabajadores de la construcción, con estupenda condición física para moverse a grandes alturas, en las que el escaso oxígeno dificulta respirar, retocan al "robot gigante, obra de la mecatrónica de 3.600 toneladas", expone Guichard en un recorrido por el lugar.
Los científicos reconocen que el GTM no arrojará resultados concretos en "términos terrenales" en el corto plazo, pero permitirá futuros avances en las telecomunicaciones y la medicina.
"Pero exploraremos teorías del origen de la vida, como aquella de que el origen podría ser un cometa. Estudiaremos los cometas, su composición química antes de que se incendien por su proximidad al Sol", indica Mújica.
El doctor Miguel Chávez, otro de los científicos involucrados, señala que el GTM podrá estudiar, en la astrobiología, las atmósferas de los planetas y contribuir a determinar la posibilidad de vida en ellos.
"Como mundos no estamos solos", dice Chávez, y el GTM podrá detectar las "moléculas complejas" de las atmósferas de los planetas para "ver posibles huellas de presencia de oceános o plantas y decir si hay algo por ahí con vida".
En las pruebas experimentales se reafirmó que el GTM, "el proyecto científico más importante de México", tiene el "apuntado más preciso del mundo", sostiene Guichard.
Tras recibir sus primeros datos, durante unos meses el GTM será "calibrado" con observaciones apuntando progresivamente a Centauro A, la galaxia más cercana al Sistema Solar (4 años luz), Haro (400 años luz), Orión (1.500 años luz), Andrómeda (2,5 millones años luz) y Virgo A (40 millones de años luz).
Coordinado por el Instituto de Astrofísica Óptica y Electrónica de México (INAOE) y la Universidad de Massachusetts, el telescopio tuvo un costo de unos 115 millones de dólares.
Se trata del telescopio más grande del mundo que opera en ondas milimétricas (es decir con longitudes de onda de 0,8 a 3 mm), lo que le permite captar radiaciones provenientes del espacio, de las regiones más frías del Universo, de nubes moleculares o de formaciones planetarias y estelares.
Y al mismo tiempo el más alto, pues se ubica sobre la cima de la Sierra Negra, en Puebla (centro), la cuarta cumbre de México.
Su disco de 50 metros de diámetro equivale a "media cancha de fútbol", describe José Guichard, director del INAOE, y destaca imponente desde la carretera bajo la mirada de su majestuoso vecino, el nevado pico de Orizaba.
El 75% de la inversión fue del INAOE y el 25% estadounidense, "misma proporción que se utilizará en el tiempo de observación", añade Guichard.
Las observaciones que se realicen en el GTM complementarán las que realicen otros telescopios como el Observatorio Europeo Austral, que se construye en Chile.
"Primero el GTM hará un barrido general del universo y después vendrá el telescopio óptico de Chile a estudiar a detalle lo que el GTM detecte", añade Mújica.
"Estudiaremos formaciones dentro y fuera del Sistema Solar hasta 14.000 millones de años luz de distancia siempre y cuando irradien luz. Conoceremos el origen de galaxias muy lejanas, de planetas, cómo nacen en este instante y cómo morirán, la tasa de formación estelar, que es un misterio por explorar", indica el científico.
Trabajadores de la construcción, con estupenda condición física para moverse a grandes alturas, en las que el escaso oxígeno dificulta respirar, retocan al "robot gigante, obra de la mecatrónica de 3.600 toneladas", expone Guichard en un recorrido por el lugar.
Los científicos reconocen que el GTM no arrojará resultados concretos en "términos terrenales" en el corto plazo, pero permitirá futuros avances en las telecomunicaciones y la medicina.
"Pero exploraremos teorías del origen de la vida, como aquella de que el origen podría ser un cometa. Estudiaremos los cometas, su composición química antes de que se incendien por su proximidad al Sol", indica Mújica.
El doctor Miguel Chávez, otro de los científicos involucrados, señala que el GTM podrá estudiar, en la astrobiología, las atmósferas de los planetas y contribuir a determinar la posibilidad de vida en ellos.
"Como mundos no estamos solos", dice Chávez, y el GTM podrá detectar las "moléculas complejas" de las atmósferas de los planetas para "ver posibles huellas de presencia de oceános o plantas y decir si hay algo por ahí con vida".
En las pruebas experimentales se reafirmó que el GTM, "el proyecto científico más importante de México", tiene el "apuntado más preciso del mundo", sostiene Guichard.
Tras recibir sus primeros datos, durante unos meses el GTM será "calibrado" con observaciones apuntando progresivamente a Centauro A, la galaxia más cercana al Sistema Solar (4 años luz), Haro (400 años luz), Orión (1.500 años luz), Andrómeda (2,5 millones años luz) y Virgo A (40 millones de años luz).