La visita del responsable estadounidense se centró fundamentalmente en la situación en Siria, un día después de que el gobierno turco anunciara el final de la operación "Escudo del Éufrates", lanzada en el país vecino en guerra en agosto pasado.
"A largo plazo, la suerte del presidente Asad será decidida por el pueblo sirio", declaró Tillerson en una rueda de prensa conjunta con su homólogo turco, Mevlüt Cavusoglu.
Hasta ahora, la administración Trump había dado señales ambiguas sobre su implicación en los esfuerzos diplomáticos para tratar de resolver una guerra que ya ha dejado más de 320.000 muertos.
El conflicto, que acaba de entrar en su séptimo año, también ha provocado la huida de más de cinco millones de personas del país, según nuevas cifras publicadas este jueves por la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR).
La oposición reclama la salida de Asad, en la misma línea mantenida por la administración de Barack Obama durante mucho tiempo, antes de moderar su postura y dejar de hacer llamamientos directos en este sentido.
Las declaraciones de Tillerson este jueves contradicen la posición expresada por la representante de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, y por el portavoz del departamento de Estado, Mark Toner, que hace pocos días aseguró que Asad no podía formar parte del futuro político de Siria.
Tillerson, el responsable estadounidense de mayor rango que viaja a Turquía desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero, se reunió con el presidente Recep Tayyip Erdogan y su primer ministro Binali Yildirim.
Fuentes de la presidencia turca indicaron que Erdogan insistió en la necesidad de "cooperar con actores convenientes y legítimos en la lucha contra el terrorismo".
Turquía denuncia con frecuencia el apoyo que brinda Estados Unidos a las milicias kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG), que luchan contra el Estado Islámico (EI) en Siria, a las que Washington ve cómo la fuerza más preparada en el combate contra los yihadistas.
Pero Ankara, que apoya a otros grupos armados reunidos en el Ejército Sirio Libre, las considera como un grupo terrorista relacionado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Durante la rueda de prensa, Tillerson esquivó varias preguntas al respecto y, calificando a Turquía de "socio clave" en la batalla contra el grupo yihadista, afirmó que ambos países comparten el mismo objetivo: "vencer al EI".
Erdogan, por su parte, asegura que quiere trabajar con sus aliados para retomar Raqa, la capital 'de facto' del grupo Estado Islámico en Siria, pero sin las milicias kurdas.
"No es realista trabajar junto a un grupo terrorista luchando al mismo tiempo contra otro", declaró Cavusoglu en alusión al apoyo estadounidense a las YPG contra el EI. Ankara espera una "mejor cooperación" con la administración Trump en lo relativo a las milicias.
"Hoy barajamos las diferentes opciones que se presentan y, para ser franco, se trata de opciones difíciles", admitió Tillerson.
Ankara anunció el miércoles por la noche el fin de su campaña "Escudo del Éufrates", sin especificar si las tropas turcas se retirarán del territorio sirio.
En el marco de esa operación, los rebeldes sirios respaldados por Turquía arrebataron varias localidades a los yihadistas, incluidas Jarablos, Al Rai, Dabiq y Al Bab, donde el ejército turco sufrió muchas bajas.
Al Bab, situada a 25 kilómetros al sur de la frontera turca, era el último bastión de los yihadistas en la provincia de Alepo, en el norte de Siria.
Durante la visita del secretario de Estado norteamericano a Turquía también se abordó otro tema que suscita tensiones entre ambos países: la extradición del predicador Fethullah Gülen, instalado en Estados Unidos, y acusado por Turquía de instigar el fallido golpe de Estado del 15 de julio pasado.
La oficina de Yildirim aseguró que el primer ministro turco y Tillerson habían discutido los siguientes pasos para lograr la entrega de Gülen a Turquía, tema que lleva meses retrasándose.
"A largo plazo, la suerte del presidente Asad será decidida por el pueblo sirio", declaró Tillerson en una rueda de prensa conjunta con su homólogo turco, Mevlüt Cavusoglu.
Hasta ahora, la administración Trump había dado señales ambiguas sobre su implicación en los esfuerzos diplomáticos para tratar de resolver una guerra que ya ha dejado más de 320.000 muertos.
El conflicto, que acaba de entrar en su séptimo año, también ha provocado la huida de más de cinco millones de personas del país, según nuevas cifras publicadas este jueves por la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR).
La oposición reclama la salida de Asad, en la misma línea mantenida por la administración de Barack Obama durante mucho tiempo, antes de moderar su postura y dejar de hacer llamamientos directos en este sentido.
Las declaraciones de Tillerson este jueves contradicen la posición expresada por la representante de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, y por el portavoz del departamento de Estado, Mark Toner, que hace pocos días aseguró que Asad no podía formar parte del futuro político de Siria.
- Las milicias de la discordia -
Tillerson, el responsable estadounidense de mayor rango que viaja a Turquía desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero, se reunió con el presidente Recep Tayyip Erdogan y su primer ministro Binali Yildirim.
Fuentes de la presidencia turca indicaron que Erdogan insistió en la necesidad de "cooperar con actores convenientes y legítimos en la lucha contra el terrorismo".
Turquía denuncia con frecuencia el apoyo que brinda Estados Unidos a las milicias kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG), que luchan contra el Estado Islámico (EI) en Siria, a las que Washington ve cómo la fuerza más preparada en el combate contra los yihadistas.
Pero Ankara, que apoya a otros grupos armados reunidos en el Ejército Sirio Libre, las considera como un grupo terrorista relacionado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Durante la rueda de prensa, Tillerson esquivó varias preguntas al respecto y, calificando a Turquía de "socio clave" en la batalla contra el grupo yihadista, afirmó que ambos países comparten el mismo objetivo: "vencer al EI".
Erdogan, por su parte, asegura que quiere trabajar con sus aliados para retomar Raqa, la capital 'de facto' del grupo Estado Islámico en Siria, pero sin las milicias kurdas.
"No es realista trabajar junto a un grupo terrorista luchando al mismo tiempo contra otro", declaró Cavusoglu en alusión al apoyo estadounidense a las YPG contra el EI. Ankara espera una "mejor cooperación" con la administración Trump en lo relativo a las milicias.
"Hoy barajamos las diferentes opciones que se presentan y, para ser franco, se trata de opciones difíciles", admitió Tillerson.
Ankara anunció el miércoles por la noche el fin de su campaña "Escudo del Éufrates", sin especificar si las tropas turcas se retirarán del territorio sirio.
En el marco de esa operación, los rebeldes sirios respaldados por Turquía arrebataron varias localidades a los yihadistas, incluidas Jarablos, Al Rai, Dabiq y Al Bab, donde el ejército turco sufrió muchas bajas.
Al Bab, situada a 25 kilómetros al sur de la frontera turca, era el último bastión de los yihadistas en la provincia de Alepo, en el norte de Siria.
Durante la visita del secretario de Estado norteamericano a Turquía también se abordó otro tema que suscita tensiones entre ambos países: la extradición del predicador Fethullah Gülen, instalado en Estados Unidos, y acusado por Turquía de instigar el fallido golpe de Estado del 15 de julio pasado.
La oficina de Yildirim aseguró que el primer ministro turco y Tillerson habían discutido los siguientes pasos para lograr la entrega de Gülen a Turquía, tema que lleva meses retrasándose.