La caída de esa localidad fue el símbolo del colapso del Estado iraquí y de la debacle de sus fuerzas de seguridad frente a los yihadistas que invadieron el oeste y el norte del país.
Aunque tenía un mayor número de soldados, el ejército renunció a defender Mosul y se retiró de forma muy desordenada, dejando tras él material y vehículos militares, un botín inesperado para los yihadistas.
"Hace tres años (...) Dáesh (acrónimo árabe del EI) avanzaba rápidamente hacia Bagdad", recuerda Brett McGurk, enviado estadounidense de la coalición internacional que asiste al ejército iraquí desde 2014. "Cayó Mosul y siete divisiones de las fuerzas iraquíes sencillamente se desintegraron", añade.
Esos soldados "no estaban preparados" para afrontar una amenaza como la del EI en 2014, opina el portavoz de la coalición internacional dirigida por Washington, el coronel estadounidense Ryan Dillon.
Mientras el EI llegaba a las puertas de Bagdad, "parecía casi imposible" invertir la tendencia y "muchos pensaban que Irak estaba acabado", resume McGurk.
- 'Los habitantes cooperan' -
Pero los yihadistas nunca estuvieron en condiciones de lanzar un ataque contra la capital iraquí. Y el gran ayatolá Ali al Sistani, la mayor autoridad chiita del país, hizo un llamamiento para que voluntarios de esa comunidad religiosa, la más numerosa en Irak, se enrolaran para combatir al grupo extremista sunita.
Unas milicias chiitas, que ya existían y recibían el apoyo de Irán, se movilizaron entonces para detener el avance del EI.
Entretanto, Estados Unidos creó una coalición internacional para llevar a cabo una campaña de bombardeos contra posiciones de la organización yihadista. Su radio de acción se amplió luego a misiones de asesoramiento y de apoyo a las fuerzas iraquíes.
Desde mediados de 2014, estas han retomado la mayoría de los territorios que habían cedido a los yihadistas, incluidas las tres grandes ciudades de Tikrit, Faluya y Ramadi, y gran parte de Mosul.
El EI "apenas conserva tres o cuatro barrios" de Mosul "en los que está rodeado", explica el general Abdulghani al Asadi, un comandante de las fuerzas de contraterrorismo (CTS), una unidad de élite que encabeza los combates contra los yihadistas.
Cuando el EI tomó Mosul, las "unidades [del ejército] que estaban allí no tenían bastante preparación ni material... y la caída de la ciudad fue rápida", lamenta Asadi. "Pero hoy las tropas están mucho mejor preparadas y sus relaciones con los habitantes -insisto en este aspecto- son buenas (...) Los habitantes cooperan con los militares", añade.
- 'Verdadera tragedia' -
"El éxito de la operación de Mosul mostrará que las fuerzas de seguridad recorrieron un largo camino desde su caída en 2014", dice Patrick Martin, del Institute for the Study of War.
Pero la inminente toma de la ciudad "no debe ocultar el hecho de que el ejército sigue teniendo puntos débiles" y "no dispone de bastantes soldados para proteger y conservar el conjunto del país", asegura.
La reconquista de los territorios perdidos en 2014 tuvo un coste terrible: miles de personas perdieron la vida y cientos de miles se vieron obligadas a huir de sus hogares para escapar a la violencia de los yihadistas.
"La provincia de Nínive en general y [su capital] Mosul, en particular, vivieron una verdadera tragedia", recuerda el general Abdulwahab al Saadi, otro comandante de las CTS. Los civiles sufrieron atrocidades y "todas las unidades [del ejército] pagaron un precio muy elevado".
Para Bagdad sin embargo una victoria en Mosul no supondrá el fin de la guerra contra el EI en Irak, ya que los yihadistas continúan controlando territorios en la provincia de Kirkuk y en el oeste desértico del país.
Y además, afirma el coronel Dillon, siempre cabe la posibilidad de que el EI vuelva a ser lo que era antes, un "movimiento insurreccional".