Tumbas de la paz


Bush se va, pero esta ofensiva en Gaza presagia que pocos cambios llevará a cabo Obama hacia Oriente Medio









Tumbas de la paz
En la novela La condición humana de André Malraux queda patente que la capacidad al sufrimiento es insondable. Los habitantes de Gaza, por no hablar de Iraq o Líbano, viven desde hace décadas hundidos en catástrofes, ocupaciones, bloqueos, intifadas, padecimientos cotidianos muy difíciles de soportar.

Con la victoria democrática de Hamas en Gaza hace dos años, alabada como ejemplar por todo el mundo, sus sufrimientos han aumentado por toda suerte de presiones externas e internas. Los gobiernos israelíes, desde Rabin a Sharon, han querido desembarazarse a toda costa de este mortífero laberinto donde está muy arraigado el radicalismo islámico, en su momento estimulado por Israel para contrarrestar a la OLP laica de Arafat.

Esta implacable operación militar israelí del Plomo Sólido, alentada por la mayoría de la población hebrea, ha dado la puntilla a lo que aún podía quedar del desahuciado proceso de paz. Ha significado el completo desgarro entre Cisjordania - más ancha y cosmopolita, bajo la autoridad de Al Fatah y mimada por Occidente-y esta populosa y miserable franja de Gaza, que mira hacia la República islámica de Irán y que cuenta con Siria. Es el fracaso diplomático del corrompido régimen egipcio de Mubarak, muy preocupado por la seguridad de la vecina y turbulenta Gaza, desde 1948 a 1967 sometida a la administración militar egipcia.

Mientras los gobiernos árabes vuelven a hacer gala de su habitual pasividad, y hay manifestaciones populares en algunas capitales como Beirut, esta operación, de resultados inciertos, ha exacerbado los sentimientos públicos antiestadounidenses y antiisraelíes en tierras del islam.

Es fácil especular sobre Oriente Medio y sus espejismos. Pero mientras estadistas y diplomáticos tienden quizá por deformación profesional a edulcorar la situación con huecas declaraciones y comunicados "constructivos", los periodistas que no estamos al servicio de ninguna causa ni tenemos que ejecutar directrices políticas gubernamentales no podemos dejar de insistir en que la paz no está a la vuelta de la esquina, y que, en muchos casos, lo peor está por llegar.

A lo treinta años de los acuerdos de Camp David, que desembocaron en la paz separada de Egipto e Israel; a las tres décadas de la Revolución islámica de Irán, cuya jornada histórica del retorno del imán Jomeini presencié en Teherán en febrero de 1979; a los cinco años de la invasión y ocupación estadounidense de Iraq, donde viví el derrocamiento de Sadam Husein, los diversos conflictos armados de Oriente Medio y de su periferia afgana y pakistaní se han hecho mucho más complejos. Han quedado encabalgados unos sobre otros, estrechamente relacionados, formando un inextricable nudo gordiano.

El problema palestino-israelí, pese a que han surgido devastadores conflictos como el de Iraq, sigue siendo el corazón de los conflictos de Oriente Medio. Con la declarada guerra internacional al terror, la Administración Bush, a punto de concluir, ha sufrido un descomunal descalabro político en Oriente Medio al meter en su cruzada y en un mismo saco a Al Qaeda y al palestino Hamas, al libanés Hizbulah y al PKK kurdo.

Esta falta de diferenciación no sólo dificulta el análisis, sino que fomenta decisiones políticas sin matices. ¡Todo queda confundido en la hiedra del terror que hay que erradicar! El diplomático Álvarode Soto, representante del anterior secretario general de la ONU en Oriente Medio, denunció en su informe final a EE. UU. por obstaculizar el proceso de paz palestino-israelí, y echó en cara a la Unión Europea el cerrar los ojos ante las incesantes violaciones israelíes de los derechos humanos palestinos.

¿No hubiese sido más oportuno dialogar con Hamas, convertido por sus enemigos en demonio fanático, antes de emprender otra operación bélica? Efectuada, como ocurrió en el 2006 en Líbano, con la aquiescencia de la Casa Blanca, presagia que muy pocos cambios llevará a cabo la Administración Obama en su política hacia Oriente Medio.

Lunes, 5 de Enero 2009
Tomas Alcoverro, La Vanguardia, España
           


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