El premio ha sido concedido al investigador estadounidense Rainer Weiss, nacido en Alemania, y a sus compatriotas Kip Thorne y Barry Barish. Los tres colaboraron decisivamente en la creación del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO), el instrumento con el que se detectaron aquellas primeras ondas generadas por la fusión de dos agujeros negros.
Se trata de algo más que una comprobación. "En realidad, construimos un nuevo tipo de telescopio", explicó Weiss a dpa con motivo del anuncio de las primeras ondas gravitacionales. Los científicos confían en que las ondas gravitacionales les ayuden a indagar en las explosiones de estrellas e incluso en el Big Bang.
Las ondas gravitacionales son producidas por cualquier cuerpo que se acelera, como un automóvil cuando arranca, aunque en este caso son ínfimas. Incluso para detectar las más intensas, como las provocadas por las fusiones de agujeros negros, ha sido necesario trabajar durante años en una nueva tecnología.
Las ondas gravitacionales comprimen y estiran el espacio, al igual que una piedra causa ondas al caer en un estanque. Ahora que son detectables, pueden ayudar a investigar de otra manera, como en el caso de los agujeros negros, que no emiten luz.
"Es el inicio de lo que algunos denominan la astronomía de las ondas gravitacionales", apuntó Weiss en febrero 2016, cuando se anunció el impresionante hallazgo.
Este cientítico tuvo un destino similar en algunos aspectos al de Einstein. Nació en 1932 en Berlín, hijo de un médico judío, y su familia tuvo que huir poco después debido al ascenso de los nazis, estableciéndose en Estados Unidos. Einstein, también judío, ya era por aquel entonces un científico de fama mundial. En 1933 el creador de la teoría de la relatividad se encontraba realizando una estancia en Estados Unidos y decidió no volver a la Alemania de Hitler.
Weiss, de 85 años, sentó en 1972 las bases para construir un observatorio de ondas gravitacionales en Estados Unidos. Su colaboración con Thorne (de 77 años) comenzó en 1975 en una habitación de hotel de Washington, y este propuso crear un grupo de investigación al respecto al Instituto de Tecnología de California (Caltech).
Barish, de 81 años, asumió en 1994 la dirección de LIGO y transformó un grupo de unos 40 científicos en una colaboración internacional de más de un millar de investigadores.
Desde 2015 se ha conseguido detectar ondas gravitacionales al menos en otras tres ocasiones. La última de ellas fue anunciada hace pocas semanas en el Observatorio VIRGO, en Italia.
Los detectores de LIGO están formados por dos brazos de cuatro kilómetros de largo cada uno colocados en el suelo en forma de ángulo recto. En el interior hay rayos láser con los que se miden de forma extremadamente exacta los cambios que se producen en el largo de los brazos.
Para 2034 se quiere contar con un observatorio espacial para poder medir las ondas gravitacionales desde el espacio. "Se podrán observar objetos que caen en agujeros negros supermasivos", explicó Thorne. En su opinión, con ese tipo de detectores en la segunda mitad de este siglo se podrá investigar una parte fundamental de la cosmología: "El primer segundo del Universo".
¿Qué diría Einstein al respecto? Con seguridad lo primero que haría es preguntar sobre la tecnología utilizada, ya que siempre quería saber cómo funcionaban las cosas, apuntó Weiss. "Me encantaría poder ver la cara de Einstein cuando le contásemos nuestro descubrimiento".
Se trata de algo más que una comprobación. "En realidad, construimos un nuevo tipo de telescopio", explicó Weiss a dpa con motivo del anuncio de las primeras ondas gravitacionales. Los científicos confían en que las ondas gravitacionales les ayuden a indagar en las explosiones de estrellas e incluso en el Big Bang.
Las ondas gravitacionales son producidas por cualquier cuerpo que se acelera, como un automóvil cuando arranca, aunque en este caso son ínfimas. Incluso para detectar las más intensas, como las provocadas por las fusiones de agujeros negros, ha sido necesario trabajar durante años en una nueva tecnología.
Las ondas gravitacionales comprimen y estiran el espacio, al igual que una piedra causa ondas al caer en un estanque. Ahora que son detectables, pueden ayudar a investigar de otra manera, como en el caso de los agujeros negros, que no emiten luz.
"Es el inicio de lo que algunos denominan la astronomía de las ondas gravitacionales", apuntó Weiss en febrero 2016, cuando se anunció el impresionante hallazgo.
Este cientítico tuvo un destino similar en algunos aspectos al de Einstein. Nació en 1932 en Berlín, hijo de un médico judío, y su familia tuvo que huir poco después debido al ascenso de los nazis, estableciéndose en Estados Unidos. Einstein, también judío, ya era por aquel entonces un científico de fama mundial. En 1933 el creador de la teoría de la relatividad se encontraba realizando una estancia en Estados Unidos y decidió no volver a la Alemania de Hitler.
Weiss, de 85 años, sentó en 1972 las bases para construir un observatorio de ondas gravitacionales en Estados Unidos. Su colaboración con Thorne (de 77 años) comenzó en 1975 en una habitación de hotel de Washington, y este propuso crear un grupo de investigación al respecto al Instituto de Tecnología de California (Caltech).
Barish, de 81 años, asumió en 1994 la dirección de LIGO y transformó un grupo de unos 40 científicos en una colaboración internacional de más de un millar de investigadores.
Desde 2015 se ha conseguido detectar ondas gravitacionales al menos en otras tres ocasiones. La última de ellas fue anunciada hace pocas semanas en el Observatorio VIRGO, en Italia.
Los detectores de LIGO están formados por dos brazos de cuatro kilómetros de largo cada uno colocados en el suelo en forma de ángulo recto. En el interior hay rayos láser con los que se miden de forma extremadamente exacta los cambios que se producen en el largo de los brazos.
Para 2034 se quiere contar con un observatorio espacial para poder medir las ondas gravitacionales desde el espacio. "Se podrán observar objetos que caen en agujeros negros supermasivos", explicó Thorne. En su opinión, con ese tipo de detectores en la segunda mitad de este siglo se podrá investigar una parte fundamental de la cosmología: "El primer segundo del Universo".
¿Qué diría Einstein al respecto? Con seguridad lo primero que haría es preguntar sobre la tecnología utilizada, ya que siempre quería saber cómo funcionaban las cosas, apuntó Weiss. "Me encantaría poder ver la cara de Einstein cuando le contásemos nuestro descubrimiento".