"Hoy, no hay nada que celebrar", lamenta Ariik Majok, padre de familia de 34 años, que trabaja como guardián de noche en Juba, la capital del Estado más joven del planeta, a cuya independencia asistieron mandatarios de todo el mundo, el 9 de julio de 2011.
Israel apoyó a Sudán del Sur desde antes de la independencia.
Un tercio de los 12 millones de sursudaneses están desplazados, varias decenas de miles han muerto en los combates entre dos facciones rivales y hay millones amenazados por la hambruna.
Las esperanzas se apagaron rápidamente. La rivalidad entre el presidente Salva Kiir y su vicepresidente Riek Machar estalló en diciembre de 2013 en una sangrienta guerra civil.
Desde entonces, las masacres étnicas, las agresiones sexuales masivas y el reclutamiento de niños soldados han caracterizado una guerra civil que ha continuado a pesar de un acuerdo de paz firmado en 2015.
Este acuerdo saltó por los aires durante las celebraciones del quinto aniversario de la independencia, con nuevos combates en Juba en julio de 2016.
El 24 de junio, el gobierno anunció que, por razones financieras, no se organizaría ninguna celebración este año.
"Hay gente que necesita el dinero que habríamos gastado en la celebración", declaró el ministro de Información, Michael Makuei, al término de un consejo de ministros.
En las calles de Juba, ningún signo de alegría recordaba este domingo el aniversario.
"No me arrepiento de haber votado por la independencia, pero tampoco nos esperábamos esto", lamentó Ariik Majok.
"No hay ni paz ni estabilidad. La gente se muere y los dirigentes no hacen más que crear nuevos problemas, no soy un ciudadano feliz", agrega por su parte Wani John, funcionario de 39 años.
"Todo lo que queremos, es la paz", zanja.
De estas quejas se hacen eco los balances de las organizaciones humanitarias, que lidian con múltiples crisis y una escasez de fondos crónica.
"Millones de niños en Sudán del Sur padecen impensables dificultades y el fracaso de todo su desarrollo educativo, nutricional y sanitario, así como la negación de todos sus derechos básicos", explica Mahimbo Mdoe, representante de Unicef para Sudán del Sur.
Unos dos millones de niños han sido desplazados y más de 2.500 han perdido la vida desde que comenzara la guerra civil, según Unicef.
"Mientras que la independencia despertó una esperanza inédita, hoy, cuatro millones de sursudaneses están desarraigados y la hambruna acecha", recalca por su parte la directora para Sudán del Sur del Consejo Noruego para los Refugiados, Rehana Zawar.
Según las agencias de la ONU, seis millones de personas padecían en junio insuficiencia alimentaria, en comparación con los 4,9 millones de febrero.
Israel apoyó a Sudán del Sur desde antes de la independencia.
Un tercio de los 12 millones de sursudaneses están desplazados, varias decenas de miles han muerto en los combates entre dos facciones rivales y hay millones amenazados por la hambruna.
Las esperanzas se apagaron rápidamente. La rivalidad entre el presidente Salva Kiir y su vicepresidente Riek Machar estalló en diciembre de 2013 en una sangrienta guerra civil.
Desde entonces, las masacres étnicas, las agresiones sexuales masivas y el reclutamiento de niños soldados han caracterizado una guerra civil que ha continuado a pesar de un acuerdo de paz firmado en 2015.
Este acuerdo saltó por los aires durante las celebraciones del quinto aniversario de la independencia, con nuevos combates en Juba en julio de 2016.
El 24 de junio, el gobierno anunció que, por razones financieras, no se organizaría ninguna celebración este año.
"Hay gente que necesita el dinero que habríamos gastado en la celebración", declaró el ministro de Información, Michael Makuei, al término de un consejo de ministros.
En las calles de Juba, ningún signo de alegría recordaba este domingo el aniversario.
"No me arrepiento de haber votado por la independencia, pero tampoco nos esperábamos esto", lamentó Ariik Majok.
"No hay ni paz ni estabilidad. La gente se muere y los dirigentes no hacen más que crear nuevos problemas, no soy un ciudadano feliz", agrega por su parte Wani John, funcionario de 39 años.
"Todo lo que queremos, es la paz", zanja.
De estas quejas se hacen eco los balances de las organizaciones humanitarias, que lidian con múltiples crisis y una escasez de fondos crónica.
"Millones de niños en Sudán del Sur padecen impensables dificultades y el fracaso de todo su desarrollo educativo, nutricional y sanitario, así como la negación de todos sus derechos básicos", explica Mahimbo Mdoe, representante de Unicef para Sudán del Sur.
Unos dos millones de niños han sido desplazados y más de 2.500 han perdido la vida desde que comenzara la guerra civil, según Unicef.
"Mientras que la independencia despertó una esperanza inédita, hoy, cuatro millones de sursudaneses están desarraigados y la hambruna acecha", recalca por su parte la directora para Sudán del Sur del Consejo Noruego para los Refugiados, Rehana Zawar.
Según las agencias de la ONU, seis millones de personas padecían en junio insuficiencia alimentaria, en comparación con los 4,9 millones de febrero.