Villa Ocampo
"La casa como depósito de historia y la Fundación Sur se potencian mutuamente", dice Ernesto Montequin, 39 años, encargado de clasificar estas perlas que hacen revuelo en la casa de la gran dama argentina de las letras Victoria Ocampo (1890-1979).
En el último piso de esta mansión en la periferia norte, construida en 1891, con vista al Río de la Plata, hay un ir y venir continuo. Nicolás Helft, 51 años, director de la Villa que pertenece a la Unesco, sigue los trabajos de cerca.
"Se trata de poner a disposición del público un legado sin petrificar: preservarlo conectándolo con la cultura contemporánea", resume Helft deslizándose en un sillón de director de cine.
Este sillón, así como el escritorio inspirado en las creaciones de Jean-Michel Frank, eran los de Victoria en Sur.
Revista faro durante décadas, Sur fue también un puente entre América latina y Europa desde su lanzamiento en 1931. Escritores como Octavio Paz y Mario Vargas Llosa han contado con cuánta ansiedad esperaban cada número. Allí encontraban a Borges y a muchos otros, pero también lo mejor de lo que se publicaba en otros lugares, a menudo traducido por primera vez.
Helft habla de su personaje en presente: "Victoria quiere transformar la sociedad. Cuando trae a Stravinsky, quiere transformar el país. No hubo mayor transformación de la arquitectura, mayor cambio en la música, en la condición de las mujeres, que con Victoria".
Esta mujer fue inspiradora también de muchas imágenes de Gisèle Freund: en ocasión de una visita a su amiga Virginia Woolf, Victoria se presentó con la fotógrafa que pudo así hacer un célebre retrato de la escritora.
Para salvar de la ocupación nazi a Freund, de origen judío, Victoria, nacida en la aristocracia anticlerical y humanista argentina, la hace venir a Buenos Aires donde fotografía entre otros al escritor Adolfo Bioy Casares.
"Esta foto provocaba desmayos", humoriza Montequin. Bioy Casares (1914-1999) es conocido por su clásico "La invención de Morel", pero también por sus conquistas femeninas.
"Estas son fotos originales de Man Ray", prosigue Montequin mostrando la famosa firma en rojo del fotógrafo, mientras Laura Caroni, de 25 años, restaura las fotos con ayuda de pinceles.
Un poco más lejos, una joven bibliotecaria, Victoria Nacucchio, 22 años, crea entradas en el sitio de la Villa cliqueando en su pantalla. Ahora se pueden consultar fotos, cartas y dedicatorias. Estas piezas vienen a enriquecer un biblioteca de más de 11.000 volúmenes.
Entre estos hallazgos, hay un ejemplar de "El Extranjero" dedicado a Victoria. Albert Camus prácticamente no dejó esta casa durante su estadía en Buenos Aires, en agosto de 1949, al ser censuradas por el entonces gobierno de Juan Perón las conferencias sobre "la libertad de expresión" que pensaba ofrecer.
Durante mucho tiempo, este tesoro estuvo depositado en La Merced, una antigua iglesia del centro de la capital argentina.
La casa también había tenido un destino similar: abandonada durante más de 20 años (1979-2003), se necesitó un incendio y una polémica sobre una desaparición de obras para que la Unesco la restaure y la haga revivir.
Se escuchan risas que llegan desde la galería, donde visitantes toman el té rodeados de flores de Santa Rita: Villa Ocampo multiplica los eventos culturales, pero antes que nada desea que uno se sienta de visita en lo de Victoria.
En el último piso de esta mansión en la periferia norte, construida en 1891, con vista al Río de la Plata, hay un ir y venir continuo. Nicolás Helft, 51 años, director de la Villa que pertenece a la Unesco, sigue los trabajos de cerca.
"Se trata de poner a disposición del público un legado sin petrificar: preservarlo conectándolo con la cultura contemporánea", resume Helft deslizándose en un sillón de director de cine.
Este sillón, así como el escritorio inspirado en las creaciones de Jean-Michel Frank, eran los de Victoria en Sur.
Revista faro durante décadas, Sur fue también un puente entre América latina y Europa desde su lanzamiento en 1931. Escritores como Octavio Paz y Mario Vargas Llosa han contado con cuánta ansiedad esperaban cada número. Allí encontraban a Borges y a muchos otros, pero también lo mejor de lo que se publicaba en otros lugares, a menudo traducido por primera vez.
Helft habla de su personaje en presente: "Victoria quiere transformar la sociedad. Cuando trae a Stravinsky, quiere transformar el país. No hubo mayor transformación de la arquitectura, mayor cambio en la música, en la condición de las mujeres, que con Victoria".
Esta mujer fue inspiradora también de muchas imágenes de Gisèle Freund: en ocasión de una visita a su amiga Virginia Woolf, Victoria se presentó con la fotógrafa que pudo así hacer un célebre retrato de la escritora.
Para salvar de la ocupación nazi a Freund, de origen judío, Victoria, nacida en la aristocracia anticlerical y humanista argentina, la hace venir a Buenos Aires donde fotografía entre otros al escritor Adolfo Bioy Casares.
"Esta foto provocaba desmayos", humoriza Montequin. Bioy Casares (1914-1999) es conocido por su clásico "La invención de Morel", pero también por sus conquistas femeninas.
"Estas son fotos originales de Man Ray", prosigue Montequin mostrando la famosa firma en rojo del fotógrafo, mientras Laura Caroni, de 25 años, restaura las fotos con ayuda de pinceles.
Un poco más lejos, una joven bibliotecaria, Victoria Nacucchio, 22 años, crea entradas en el sitio de la Villa cliqueando en su pantalla. Ahora se pueden consultar fotos, cartas y dedicatorias. Estas piezas vienen a enriquecer un biblioteca de más de 11.000 volúmenes.
Entre estos hallazgos, hay un ejemplar de "El Extranjero" dedicado a Victoria. Albert Camus prácticamente no dejó esta casa durante su estadía en Buenos Aires, en agosto de 1949, al ser censuradas por el entonces gobierno de Juan Perón las conferencias sobre "la libertad de expresión" que pensaba ofrecer.
Durante mucho tiempo, este tesoro estuvo depositado en La Merced, una antigua iglesia del centro de la capital argentina.
La casa también había tenido un destino similar: abandonada durante más de 20 años (1979-2003), se necesitó un incendio y una polémica sobre una desaparición de obras para que la Unesco la restaure y la haga revivir.
Se escuchan risas que llegan desde la galería, donde visitantes toman el té rodeados de flores de Santa Rita: Villa Ocampo multiplica los eventos culturales, pero antes que nada desea que uno se sienta de visita en lo de Victoria.