Para reanimar a la oposición, los partidarios del ex presidente Rafsandjani decidieron asumir públicamente sus vínculos con Estados Unidos y oponerse a la política exterior del actual presidente Ahmadinedjad.
El ayatollah Rafsandjani, que es el hombre más rico de Irán, amasó parte de su fortuna personal gracias a las comisiones provenientes de contratos secretos para la compra de armas en Estados Unidos e Israel, en la época del Irángate. Durante la campaña electoral, el señor Musavi se pronunció por un acercamiento a Washington, el cese de la ayuda al Hezbollah y al Hamas, la apertura de Irán a la globalización económica y la privatización de los recursos petrolíferos nacionales.
Durante la plegaria del viernes 17 de julio, los partidarios de la corriente Khamenei-Ahmadinedjad corearon «¡Muerte a América!» mientras que los de la corriente Rafsandjani-Musavi gritaban «¡Muerte a Rusia! ¡Muerte a China!».
Para el analista político estadounidense Webster Tarpley, este nuevo eslogan demuestra que, a falta de lograr poner en el poder a sus socios, los organizadores estadounidenses de la «revolución verde» lograron imponer su propia problemática. El objetivo de Washington, repetidamente formulado por Zbigniew Brzezinski (quien formó a Barack Obama), consiste no sólo en apoderarse del control del petróleo iraní sino, sobre todo, en romper la alianza Teherán-Moscú-Pekín y hacer volar en pedazos la Organización de Cooperación de Shangai.
El ayatollah Rafsandjani, que es el hombre más rico de Irán, amasó parte de su fortuna personal gracias a las comisiones provenientes de contratos secretos para la compra de armas en Estados Unidos e Israel, en la época del Irángate. Durante la campaña electoral, el señor Musavi se pronunció por un acercamiento a Washington, el cese de la ayuda al Hezbollah y al Hamas, la apertura de Irán a la globalización económica y la privatización de los recursos petrolíferos nacionales.
Durante la plegaria del viernes 17 de julio, los partidarios de la corriente Khamenei-Ahmadinedjad corearon «¡Muerte a América!» mientras que los de la corriente Rafsandjani-Musavi gritaban «¡Muerte a Rusia! ¡Muerte a China!».
Para el analista político estadounidense Webster Tarpley, este nuevo eslogan demuestra que, a falta de lograr poner en el poder a sus socios, los organizadores estadounidenses de la «revolución verde» lograron imponer su propia problemática. El objetivo de Washington, repetidamente formulado por Zbigniew Brzezinski (quien formó a Barack Obama), consiste no sólo en apoderarse del control del petróleo iraní sino, sobre todo, en romper la alianza Teherán-Moscú-Pekín y hacer volar en pedazos la Organización de Cooperación de Shangai.