La serie de aproximadamente trece atentados con coches-bomba se produjeron a partir del mediodía, causando la muerte de 35 personas y causando 110 heridos, según las mismas fuentes las cuales habían estimado anteriormente que unas 16 personas habían muerto.
Los ataques que dejaron más víctimas tuvieron lugar en los barrios de Amil y Bayaa (suroeste de Bagdad) y causaron la muerte de 10 personas.
También se produjeron ataques al norte de la capital, cerca de Baquba, donde la explosión de un coche-bomba mató a una persona e hirió a cuatro.
Más de 6.300 personas murieron por la violencia desde comienzos de año. Se trata de la peor ola de violencia registrada en Irak desde 2008, a pesar del fortalecimiento de las medidas de seguridad y de numerosas operaciones contra los rebeldes.
Según un informe publicado en marzo, por lo menos 112.000 civiles murieron en Irak en los 10 años transcurridos desde la invasión de 2003 dirigida por Estados Unidos, que derrocó a Sadam Husein.