Celso Amorim
"Consideramos que las reprimendas o condenas públicas de otros Estados no son el mejor camino" para obtener avances en derechos humanos, expresó Amorim en un artículo divulgado por el periódico Folha de Sao Paulo.
"El dedo acusador puede rendir aplausos al dueño, pero raramente salva al periodista silenciado, al condenado a muerte, al pueblo sin acceso a las urnas, o a la mujer privada de su dignidad", añadió.
"En realidad, escoger la intimidación en detrimento de la persuasión es casi siempre ineficaz, cuando no contraproducente", señaló el jerarca, que añade que es un "juicio equivocado" creer que existe una "indiferencia" o "connivencia de la diplomacia brasileña ante países acusados de violar los derechos humanos".
El gobierno brasileño de Luiz Inacio Lula da Silva ha enfrentado críticas de diversos sectores, tanto brasileños como -principalmente- en Estados Unidos, por su acercamiento al régimen iraní, y actualmente está envuelto en un ida y vuelta de mensajes diplomáticos con Teherán por una oferta de Brasilia para recibir a una mujer condenada a morir por lapidación por la Justicia de Irán.
Lula fue igualmente criticado por la prensa de su país luego de no recibir a la disidencia cubana durante un viaje a la isla a inicios de marzo pasado, ocasión en la que se reunió con los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Días después, el mandatario fue blanco de fuertes cuestionamientos tras pedir respeto para la Justicia cubana, y luego de condenar la huelga de hambre como método de protesta para pedir la liberación de detenidos políticos y comparar a disidentes presos en la isla comunista con delincuentes comunes.
Para Amorim, "la vía del diálogo franco" es "en general, más eficaz" con los Estados que no respetan los derechos humanos.
"Muchos de los países que se consideran modelos cultivan relaciones con regímenes no democráticos, siempre que eso corresponda a intereses económicos o estratégico militares. Los ejemplos son tantos que no pueden escapar a la más complaciente de las miradas", añadió en su artículo el canciller brasileño.
"Además, algunos aplican ellos mismos la pena capital. O dan tratamiento inhumano y degradante a trabajadores inmigrantes. O incluso transfieren sospechosos sin juicio para prisiones secretas, en vuelos también secretos. Eso para no hablar de acciones militares unilaterales, al margen del Consejo de Seguridad de la ONU, que resultan en millares de víctimas civiles", remató.
Brasil es extremadamente crítico de la guerra lanzada por el gobierno estadounidense de George W. Bush en 2003 en Irak y sus derivaciones, ha cuestionado en forma enfática las políticas vigentes en Estados Unidos en materia migratoria, y es contrario a la pena de muerte, que también se aplica en ese país.
El canciller brasileño defendió los organismos de Naciones Unidas competentes en materia de derechos humanos como el ámbito idóneo para buscar mejoras en terceros países acusados de no respetar la dignidad humana, y recordó que su país no se opone a emitir condenas en estas entidades "cuando el diálogo se revela inficaz".
Amorim es canciller de Brasil desde que Lula asumió el poder en 2003.
"El dedo acusador puede rendir aplausos al dueño, pero raramente salva al periodista silenciado, al condenado a muerte, al pueblo sin acceso a las urnas, o a la mujer privada de su dignidad", añadió.
"En realidad, escoger la intimidación en detrimento de la persuasión es casi siempre ineficaz, cuando no contraproducente", señaló el jerarca, que añade que es un "juicio equivocado" creer que existe una "indiferencia" o "connivencia de la diplomacia brasileña ante países acusados de violar los derechos humanos".
El gobierno brasileño de Luiz Inacio Lula da Silva ha enfrentado críticas de diversos sectores, tanto brasileños como -principalmente- en Estados Unidos, por su acercamiento al régimen iraní, y actualmente está envuelto en un ida y vuelta de mensajes diplomáticos con Teherán por una oferta de Brasilia para recibir a una mujer condenada a morir por lapidación por la Justicia de Irán.
Lula fue igualmente criticado por la prensa de su país luego de no recibir a la disidencia cubana durante un viaje a la isla a inicios de marzo pasado, ocasión en la que se reunió con los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Días después, el mandatario fue blanco de fuertes cuestionamientos tras pedir respeto para la Justicia cubana, y luego de condenar la huelga de hambre como método de protesta para pedir la liberación de detenidos políticos y comparar a disidentes presos en la isla comunista con delincuentes comunes.
Para Amorim, "la vía del diálogo franco" es "en general, más eficaz" con los Estados que no respetan los derechos humanos.
"Muchos de los países que se consideran modelos cultivan relaciones con regímenes no democráticos, siempre que eso corresponda a intereses económicos o estratégico militares. Los ejemplos son tantos que no pueden escapar a la más complaciente de las miradas", añadió en su artículo el canciller brasileño.
"Además, algunos aplican ellos mismos la pena capital. O dan tratamiento inhumano y degradante a trabajadores inmigrantes. O incluso transfieren sospechosos sin juicio para prisiones secretas, en vuelos también secretos. Eso para no hablar de acciones militares unilaterales, al margen del Consejo de Seguridad de la ONU, que resultan en millares de víctimas civiles", remató.
Brasil es extremadamente crítico de la guerra lanzada por el gobierno estadounidense de George W. Bush en 2003 en Irak y sus derivaciones, ha cuestionado en forma enfática las políticas vigentes en Estados Unidos en materia migratoria, y es contrario a la pena de muerte, que también se aplica en ese país.
El canciller brasileño defendió los organismos de Naciones Unidas competentes en materia de derechos humanos como el ámbito idóneo para buscar mejoras en terceros países acusados de no respetar la dignidad humana, y recordó que su país no se opone a emitir condenas en estas entidades "cuando el diálogo se revela inficaz".
Amorim es canciller de Brasil desde que Lula asumió el poder en 2003.