Hoy, TJ in China Project Room funciona como la única galería latinoamericana en Pekín, que además de presentar sus obras, sirve de plataforma para otros artistas latinoamericanos en China.
Está ubicada en una bodega, que funciona a la vez como su casa y su taller, en el corazón de Caochangdi, uno de los barrios más importantes para el arte contemporáneo en China.
"Siempre hemos valorado nuestra independencia creativa. Así que queríamos echar a andar un proyecto propio y no sólo venir con nuestra obra para ver qué gustaba", dice Mely Barragán.
Durante una residencia artística en 2011 descubrieron la comuna de Caochangdi, que impulsó el reconocido Ai Weiwei en el norte de Pekín, y se dieron cuenta de que habían encontrado el lugar indicado.
"Pekín es una especie de mutante en donde la historia se está escribiendo en el presente", dice Daniel Ruanova, quien vino por primera vez en 2009 para participar en la feria de arte CIGE de la capital china. "Es uno de los nuevos centros globales y esa vibración pujante que tiene nos atraía mucho. No lo vemos como lejano porque está muy bien conectado con el resto del mundo", añade.
Hasta ahora TJ in China ha expuesto principalmente obras de artistas originarios de Tijuana, desde los caracteres abstractos de Jaime Ruiz Otis hasta las pinturas de Pablo Castañeda, que capturan fragmentos de la vida en la frontera entre México y Estados Unidos.
También exhibieron el documental "Félix: autoficciones de un pollero" de Adriana Trujillo y José Inerzia, que explora el mundo de la frontera a través de los ojos de un contrabandista de personas, y preparan un ciclo con las películas de Shinpei Takeda, un japonés que vivió siete años en esa zona.
"El espacio sirve como puente entre China y la cultura en la frontera norte de México. Nosotros crecimos en medio de un movimiento fuerte de música, arte y literatura", señala Barragán, añadiendo que muchos de estos artistas de la escena tijuanense son amigos personales. "Nos tocó vivir un momento muy interesante y siempre nos preguntábamos de qué manera podíamos devolver un poco de lo que recibimos", dice.
Pero también han establecido lazos con la comunidad de artistas locales. Actualmente exponen las instalaciones de Zhuyu, una joven artista que trabaja como asistente de Ai Weiwei. Su próxima muestra -que se inaugurará en agosto- estará dedicada a Dai Hua, un artista pequinés que trabaja con animaciones y mapas.
Para ellos, lo importante es interactuar con sus visitantes y fomentar el diálogo entre las dos sociedades. "Siempre hemos visto la producción, las exhibiciones y el hecho de hacer público el arte como una excusa para detonar conversaciones entre seres humanos. Y hacerlo en la puerta de tu casa es como tener a un público cautivo que te puede escuchar y al que tú puedes escuchar también", explica Ruanova.
"Queremos que la gente no venga sólo a ver el espacio, sino que se queden y que hablemos", añade su esposa.
Pekín se ha convertido en los últimos 20 años en el epicentro de un mercado de arte que vende 8.300 millones de dólares al año. De hecho, China se convirtió el año pasado en el segundo mayor mercado artístico del mundo, desplazando a Gran Bretaña y Francia, y acercándose cada vez más a Estados Unidos.