Sus libros están apilados en una repisa, el suelo, mesa y sillas del departamento. El periodista y escritor nos recibió en su casa para conversar sobre su libro más reciente ' No somos cazafantasmas '. Aquí, nos plantea una serie de distopías que le sirven para pensar en la vulnerabilidad de nuestra memoria y en cómo la tecnología se está apoderando de la tarea de contarnos nuestros propios recuerdos.
¿Por qué elegiste ser escritor?
Eso generalmente uno no lo elige. Es algo que aparece a veces con señales que no son obvias. A mí me tocó poder escribir en la época que había un movimiento fuerte de periodismo literario. Comencé a escribir ahí. Es difícil pensarlo, pero definitivamente escribir es algo que no se puede seguir sin que haya algo que surge de dentro.
¿Cómo fue tu paso del periodismo a la literatura?
Yo comencé a escribir en la prensa historias con el reglamento periodístico, pero con una ambición literaria. Haciendo crónicas uno aprende a hacer escenas, a observar, a describir, a utilizar adjetivos adecuados, a utilizar metáforas que sirvan. La poesía es lo que está frente a tus ojos, una imagen alucinante. El talento de uno es descubrir esas imágenes para ponerlas en un texto.
En una sociedad como la peruana, ¿cuál crees que es el peso de la memoria?
Hay que distinguir la memoria como esa capacidad orgánica para retener y traer de vuelta eventos que han ocurrido en nuestra existencia, de la memoria histórica, que es algo que tiene que ver con una iniciativa política. Quien controla el poder decide qué cosa vamos a seguir recordando, qué cosa del pasado va a seguir siendo importante. Pero al final el olvido es nuestra sentencia.
¿Por qué?
Nos vamos a olvidar de gente incluso, de trabajos enteros. Vivimos más de 50 años y la gente olvida, pero, sobre todo, la gente distorsiona lo que ha vivido. Eso es algo súper interesante: hasta qué punto la ciencia ha demostrado que en los recuerdos propios hay distorsiones, implantes, que tienen que ver con una serie de razones como el discurso familiar. Qué te dijo tu papá, cómo tu madre organizó el álbum de fotos. Tu memoria tiene ese relato que tú consideras tu historia, pero lo que está claro es que hay una capacidad de distorsión que puede llegar a niveles de casi montaje. El recuerdo vívido es una de las cosas más engañosas que puede haber.
¿Esa es la premisa de 'No somos cazafantasmas'?
Planteo un mundo, por ejemplo, donde hay decenas de miles de fotos y lo que parece ser la promesa de que un recuerdo absolutamente garantizado de todo, pero termina siendo, en realidad, la imposibilidad de organización de esas imágenes. La recolección propia, por más que sea en alta definición, no es la memoria propia; la memoria es un relato consciente que implica una política de ti mismo primero. Me puse a imaginar cómo sería si ya nadie hiciera eso y hubiera una máquina que hiciera una edición tal para que pienses que tus experiencias son felices, solo porque el sistema quiere ponerte feliz.
En el primer relato, conjugas el olvido de la memoria personal con la histórica. ¿Cuál te parece que es el riesgo de olvidar?
Yo no creo que conocer lo que pasó en una sociedad te prevenga para no repetirlo. Creo que nos encantan los ciclos, nos encanta repetirnos a nosotros mismos. Yo quería plantear la posibilidad de que algo que nosotros tenemos muy claro, llega a un punto en que no es reconocible. No he llegado a plantearme el peligro en términos morales. Pero si te pones a ver cómo funciona eso científicamente, es curioso porque, por ejemplo, en condiciones como el Alzheimer, la conexión entre recuerdos ya no es posible, pero si tú restableces la conexión de alguna forma, la memoria vuelve. La desmemoria es un asunto de desconexión. Es un poco lo que ocurre en ese cuento. Los que podían haber dejado el relato allí para que alguien lo viera y conectarlo con lo que tiene que conectarse ya no están. No sé si es un peligro, pero sí puede parecernos desolador.
La sobremesa era un espacio propicio para conversar y recordar. Ahora ya no hay tiempo.
La sobremesa era el lugar donde se consolidaban los recuerdos. Como el museo, como la visita guiada. La sobremesa acaba muchas veces en un álbum de fotos. Ahí se refuerzan los recuerdos una y otra vez. De repente Facebook en unos años va a crear una sobremesa elegida por él. Las memorias de Facebook tienen este efecto de regalarte un momento feliz y es interesantísimo cómo lo han sofisticado. A mí no me paltea que un robot estúpido te dé una foto de hace 20 años y te haga pasar un mal rato, me paltea que controlen que eso no pase, que el sistema te proteja. Ahora Facebook cuando terminas una relación, te pregunta si quieres que no te muestren las fotos de esa persona. Es interesante, porque a la mayoría le da igual. Incluso le gusta.
¿Es importante ser autores de nuestro propio discurso?
En mi anterior libro ' Nuevos juguetes de la Guerra Fría', está la enorme capacidad de distorsión de los recuerdos. Si mezclas el hecho de que te dan y te repiten una narrativa tendenciosa sobre tus propias fotos, tu propia historia es una edición antojadiza. Si tú mezclas el hecho de que nosotros distorsionamos recuerdos, lo que hace que tu mente crea que así pasaron las cosas, ahí lo que tienes es la posibilidad de manipular. Es algo que han hecho regímenes totalitarios. Ahora quien hace uso de ese poder es la tecnología.
¿Si seguimos delegando la tarea de recordar, qué nos quedará?
El ser humano tiene una capacidad de adaptación enorme y no creo en esta idea de que se vuelva desvalido. En todo caso, también somos desvalidos sin una libreta y un lápiz. Lo que me parece es que va a haber una suerte de descolocación que nos va a permitir preguntar ¿en qué consiste la humanidad? ¿En la sofisticación de nuestro sistema cognitivo a tal punto de que ya no tienes que usar el cuerpo, por ejemplo? ¿Eso es menos o más humano?
Autoficha:
- “Soy parte de la selección literaria Bogotá 39 promovida por el Hay Festival. Somos un grupo de 39 escritores latinoamericanos de ficción y menores de 40 años. Entre los peruanos del conjunto están también María José Caro y Claudia Ulloa Donoso. Fuimos elegidos en enero de este año”.
- “Estudié un máster en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York y he publicado un libro de perfiles llamado Lima Freak y mi primera novela 'Nuevos juguetes de la Guerra Fría'. He publicado textos periodísticos en revistas de toda Latinoamérica”.
- “Mi temporada favorita de 'Black Mirror' es la primera. El primer episodio es probablemente el mejor. La serie en general plantea lo que siempre ha existido de la paranoia tecnológica, la ciencia ficción. Es interesante que en la última temporada no se ha desarrollado nada de redes sociales”.