Los organizadores esperan que decenas de miles de personas desfilen en París y en otras ciudades de Francia para manifestar su indignación por los insultos racistas de que fue objeto la ministra de Justicia, Christiane Taubira, guayanesa descendiente de esclavos, que fue varias veces comparada a un mono.
La idea de esta manifestación fue lanzada por asociaciones de franceses originarios de los departamentos de ultramar, que se sintieron injuriados por esos insultos, repetidos en internet e incluso en primera plana de un periódico de extrema derecha.
El fundador del Frente Nacional (extrema derecha), Jean-Marie Le Pen, declaró el 17 de noviembre que el nombramiento de Taubira como ministra no se debió "a su patriotismo" ni a "sus talentos de jurista", sino a que "se pensaba que su color le serviría de escudo".
Cuatro asociaciones antirracistas (SOS Racismo, LDH, Licra y Mrap), seis centrales sindicales (CFDT, CFTC, CGT, FSU, Solidaires, UNSA) y organizaciones estudiantiles se unieron al llamado a manifestar. El Partido Socialista (en el poder) dio su apoyo a la iniciativa.
"Un clima nauseabundo se instala en el país", denuncian los organizadores en un comunicado. "No soportamos más que chivos expiatorios sean señalados como responsables de nuestros males y como una amenaza para nuestro porvenir", recalcan.
"Después de los gitanos, los musulmanes, los judíos, le toca el turno a Christiane Taubira, y a través de ella a la población negra, de ser objeto de palabras abyectas", subraya en un comunicado el Mrap (Movimiento contra el Racismo y por la Amistad entre los Pueblos).
"Hay momentos en que no podemos permanecer en casa", sostiene Alain Jakubowicz, presidente de la Liga contra el Racismo y el Antisemitismo. "El silencio es demasiado pesado, la indiferencia es siempre culpable", agrega la presidenta de SOS Racismo, Cindy Léoni.
Esas organizaciones, que en los años 1980 convocaron a grandes manifestaciones antirracistas en Francia, se distanciaron con el correr de los años a raíz de posiciones divergentes sobre la evolución de la sociedad francesa.
Asociaciones "históricas" y jóvenes generaciones
Sus desacuerdos tuvieron por eje el avance en los últimos decenios de la expresión pública del islam (considerado hoy la segunda religión de Francia, con varios millones de practicantes), el aumento de las tensiones entre habitantes de distintos orígenes en los barrios guetizados, y posiciones diferentes respecto a Israel y la cuestión palestina.
Un ejemplo claro de esas divergencias fue el conflicto laboral entre una guardería y una de sus empleadas que rehusó retirar el velo islámico en el trabajo. Respecto a este caso, se enfrentaron los apoyos de la empleada en nombre de la libertad de conciencia y los de la dirección del establecimiento en nombre del laicismo.
Paralelamente, las asociaciones "históricas" no lograron atraer a las jóvenes generaciones. "Son clubes de intelectuales blancos desconectados de la realidad de los barrios populares", considera Rokhaya Diallo, que fundó en 2007 una nueva organización, "Los Indivisibles".
Según una encuesta reciente, 86% de los franceses no se interesan por la acción de las asociaciones antirracistas, y 70% las consideran ineficaces.
El divorcio con los barrios populares viene de lejos, cuando jóvenes que organizaron una gran "Marcha por la igualdad y contra el racismo", en 1983, tuvieron la impresión de que se los desposeía de su combate en beneficio de un antirracismo compasivo y moral.
Denunciar el racismo y olvidar "las discriminaciones sociales y etno-raciales" equivale a "permanecer en una política de opinión tan simbólica como peligrosa", estimó el viernes el sociólogo Ahmed Boubekeur en el diario Libération.
Asociaciones de hijos de inmigrantes que se reivindican herederos de la Marcha de 1983, manifestarán, por su parte, el 7 de diciembre.
La idea de esta manifestación fue lanzada por asociaciones de franceses originarios de los departamentos de ultramar, que se sintieron injuriados por esos insultos, repetidos en internet e incluso en primera plana de un periódico de extrema derecha.
El fundador del Frente Nacional (extrema derecha), Jean-Marie Le Pen, declaró el 17 de noviembre que el nombramiento de Taubira como ministra no se debió "a su patriotismo" ni a "sus talentos de jurista", sino a que "se pensaba que su color le serviría de escudo".
Cuatro asociaciones antirracistas (SOS Racismo, LDH, Licra y Mrap), seis centrales sindicales (CFDT, CFTC, CGT, FSU, Solidaires, UNSA) y organizaciones estudiantiles se unieron al llamado a manifestar. El Partido Socialista (en el poder) dio su apoyo a la iniciativa.
"Un clima nauseabundo se instala en el país", denuncian los organizadores en un comunicado. "No soportamos más que chivos expiatorios sean señalados como responsables de nuestros males y como una amenaza para nuestro porvenir", recalcan.
"Después de los gitanos, los musulmanes, los judíos, le toca el turno a Christiane Taubira, y a través de ella a la población negra, de ser objeto de palabras abyectas", subraya en un comunicado el Mrap (Movimiento contra el Racismo y por la Amistad entre los Pueblos).
"Hay momentos en que no podemos permanecer en casa", sostiene Alain Jakubowicz, presidente de la Liga contra el Racismo y el Antisemitismo. "El silencio es demasiado pesado, la indiferencia es siempre culpable", agrega la presidenta de SOS Racismo, Cindy Léoni.
Esas organizaciones, que en los años 1980 convocaron a grandes manifestaciones antirracistas en Francia, se distanciaron con el correr de los años a raíz de posiciones divergentes sobre la evolución de la sociedad francesa.
Asociaciones "históricas" y jóvenes generaciones
Sus desacuerdos tuvieron por eje el avance en los últimos decenios de la expresión pública del islam (considerado hoy la segunda religión de Francia, con varios millones de practicantes), el aumento de las tensiones entre habitantes de distintos orígenes en los barrios guetizados, y posiciones diferentes respecto a Israel y la cuestión palestina.
Un ejemplo claro de esas divergencias fue el conflicto laboral entre una guardería y una de sus empleadas que rehusó retirar el velo islámico en el trabajo. Respecto a este caso, se enfrentaron los apoyos de la empleada en nombre de la libertad de conciencia y los de la dirección del establecimiento en nombre del laicismo.
Paralelamente, las asociaciones "históricas" no lograron atraer a las jóvenes generaciones. "Son clubes de intelectuales blancos desconectados de la realidad de los barrios populares", considera Rokhaya Diallo, que fundó en 2007 una nueva organización, "Los Indivisibles".
Según una encuesta reciente, 86% de los franceses no se interesan por la acción de las asociaciones antirracistas, y 70% las consideran ineficaces.
El divorcio con los barrios populares viene de lejos, cuando jóvenes que organizaron una gran "Marcha por la igualdad y contra el racismo", en 1983, tuvieron la impresión de que se los desposeía de su combate en beneficio de un antirracismo compasivo y moral.
Denunciar el racismo y olvidar "las discriminaciones sociales y etno-raciales" equivale a "permanecer en una política de opinión tan simbólica como peligrosa", estimó el viernes el sociólogo Ahmed Boubekeur en el diario Libération.
Asociaciones de hijos de inmigrantes que se reivindican herederos de la Marcha de 1983, manifestarán, por su parte, el 7 de diciembre.