Ataques terroristas en la Argentina 1992 y 1994: no fueron de origen islámico ( 1 de 2 )

Desenmascarando el sionismo israelí


Los atentados con explosivos de Buenos Aires en 1992 y 1994 contra los intereses de la comunidad israelí en Argentina que ocasionaron numerosas víctimas fueron para la prensa comercial, para Israel y Argentina de autoría islámica. Hoy gracias a los trabajos de muchos investigadores independientes como aquella del Dr. Oscar Abudara Bini o las conclusiones de Thierry Meyssan, hoy sabemos que se trata de una gran manipulación. Nuestro colega argentino Adrian Salbuchi nos aporta la última prueba, donde la víctima se convierte primero en sospechoso y finalmente en acusado.



Ataques terroristas en la Argentina 1992 y 1994: no fueron de origen islámico  ( 1 de 2 )

La entrevista:

James Fetzer: Mi invitado especial de hoy es Adrian Salbuchi de la Argentina, conductor del programa radial de Buenos Aires «Bienvenidos a la Jungla», y fundador del Movimiento por la Segunda República Argentina. Es autor de varios libros sobre geopolítica que incluyen «El Cerebro del Mundo: la Cara Oculta de la Globalización» y «Bienvenidos a la Jungla: Dominio y Supervivencia en el Nuevo Orden Mundial»”. Hoy vamos a hablar sobre los supuestos atentados terroristas en Buenos Aires en 1992 y 1994. Bienvenido, Adrian, a «The Real Deal».
Adrian Salbuchi: Muchas gracias, Jim. Buenas noches a todos y gracias por invitarme a su programa.
James Fetzer: Para orientar a nuestros oyentes, ¿porqué no empieza por darnos una breve reseña de los dos ataques mortales que tuvieron lugar en el centro de la ciudad de Buenos Aires, uno en la embajada de Israel en 1992, y el otro en la sede de la mutual judía AMIA, en 1994?
Adrian Salbuchi: Aquellos fueron dos de los peores ataques terroristas con bombas que sufriera la República Argentina, y tuvieron como blanco dos edificios puntuales ubicados en el centro de Buenos Aires. El primero tuvo lugar en marzo 1992 y demolió completamente la sede de la Embajada de Israel, matando a 29 personas. El segundo atentado hizo colapsar de manera similar a la sede de la AMIA en julio de 1994, dejando 86 muertos.
Ambos atentados tomaron a nuestro país por sorpresa, ya que los argentinos no experimentábamos ataques tan terribles, desde los tiempos en que nuestro país fuera blanco de los movimientos guerrilleros internacionales en los años setenta. Los argentinos somos un verdadero crisol de razas que ha logrado reunir a inmigrantes y grupos étnicos de los más diversos orígenes, que hoy conviven pacíficamente y casi sin conflicto alguno.
Ambos ataques tuvieron lugar bajo la administración del ex-presidente Carlos Menem, quien estaba estrechamente alineado con las políticas globales de los EEUU (en aquél momento, George HW Bush, padre, era presidente de EEUU) y, por extensión, con las políticas del Estado de Israel y las organizaciones sionistas globales.
Notablemente, en ambos casos, el gobierno y los medios de difusión inmediatamente echaron las culpas de manera vehemente sobre supuestos «Grupos Terroristas del Fundamentalismo Islámico» que se suponía utilizaron coches bomba para volar ambos edificios.
A medida que pasaron los años, sin embargo, las supuestas conexiones con algún «Grupo Terrorista Islámico» se hicieron cada vez más endebles y ambiguas. Hoy, estos dos casos se han transformado en paradigmas de la interferencia sistemática por parte de un amplio abanico de grupos de presión que operan sobre nuestro gobierno, la Justicia y, a través de los medios, sobre la opinión publica.
Notablemente, tales presiones – extremas en ciertos momentos – fueron ejercidas por organizaciones sionistas locales y extranjeras, por los medios de difusión locales e internacionales, por algunas ONG, por ciertos individuos «notables y eminentes», cuyas opiniones han tenido gran peso, y – por último, pero no por ello menos importante –, por las embajadas de ciertas potencias extranjeras, notablemente las de Estados Unidos y el Estado de Israel.
James Fetzer: ¿Cuáles son las diferencias entre la explosión de la Embajada y la de la AMIA, si es que no fueron idénticas?
Adrian Salbuchi: Bueno, sobre el primer caso relacionado con la Embajada de Israel, la información va siendo acallada paulatinamente de las noticias, y ello por «razones comprensibles», al menos, desde el punto de vista sionista. Para empezar, dado que el objetivo fue la embajada de una potencia extranjera, es comprensible que Israel ejerciera fuerte influencia sobre las acciones que se tomaron al respecto y la difusión de toda información.
Sin embargo, la pretensión de que el atentado fuera causado por un coche bomba se desvaneció cuando el Fiscal de Estado y el Juzgado en el caso, invitó a inspectores técnicos especializados de la Academia Nacional de Ingeniería de Argentina, para determinar cuáles fueron las causas que hicieron que el edificio de la Embajada colapsara.
La conclusión fue que la explosión tuvo lugar en el interior del edificio, y que no fue causada por ningún supuesto coche bomba. Para colmo de males para los grupos de presión sionista, un transeúnte pudo filmar desde varias cuadras de distancia la nube en forma de hongo que se elevó del lugar de la explosión, lo que los expertos consideran conforma otro efecto característico que apunta a una explosión interna.
El edificio de la embajada se encontraba en una zona muy densamente poblada de la Ciudad de Buenos Aires y, aunque la onda expansiva rompió las ventanas y el yeso de prácticamente todos los edificios alrededor de la Embajada – incluso volando un vitreau de una iglesia ubicada enfrente que lamentablemente cayó sobre un sacerdote ocasionándole la muerte - el único edificio cuya estructura se vio afectada catastróficamente fue el de la propia Embajada.
Está claro entonces que, o bien hubo un coche bomba que propagó una onda expansiva caprichosamente selectiva o sino, efectivamente, la explosión tuvo lugar en el interior del edificio y no hubo ningún coche bomba.
Hay muchos otros indicios que apuntan a esta conclusión. Probablemente, esta sea la razón por la que el caso de la Embajada se mencione cada vez menos en los medios de comunicación, especialmente después de que surgieron fuertes rumores que indicaban que lo que realmente explotó fue un arsenal que al parecer los israelíes almacenaban en el sótano del edificio.
En el momento de la explosión, un grupo de funcionarios del gobierno laborista israelí se reunían en la sede para discutir asuntos relacionados con el recientemente iniciado proceso de paz de la Conferencia de Madrid, pero «afortunadamente» abandonaron el edificio minutos antes de la explosión. Lo mismo ocurrió con el Embajador quién, casualmente, también se retiró de las instalaciones minutos antes de la explosión...
Una situación muy diferente, sin embargo, fue surgiendo en torno a las circunstancias que rodearon al segundo y más mortal ataque contra el edificio de la AMIA, que hasta el día de hoy ha recibido una cobertura de altísimo perfil en los medios de comunicación locales, e incluso entre algunos medios internacionales.
En contraste con la Embajada, este edificio albergaba una organización privada argentina - la AMIA - y su organización política hermana, la DAIA.
Las personas fallecidas eran todos ciudadanos argentinos, y la tragedia ocurrió íntegramente bajo jurisdicción argentina. Sin embargo, en el mismo día en que ocurrió la explosión, el presidente Carlos Menem solicitó oficialmente la ayuda del FBI y de la CIA de los Estados Unidos, y del servicio de inteligencia Mossad y de las fuerzas armadas del Estado de Israel.
En el caos que se produjo ese día en el lugar de la explosión los ánimos se ponían muy caldeados con la policía local cuando agentes de inteligencia del ejército israelí plantaron una bandera israelí entre los escombros. Casi inmediatamente, esos mismos israelíes tuvieron la prodigiosa «suerte» de hallar una pieza del supuesto coche bomba – una camioneta Renault «Trafic» blanca. «Afortunadamente», se trataba de un pedazo del block del motor en el que figuraba el número de serie del fabricante del vehículo.
Este fue un «golpe de suerte» que nos recuerda de otros «golpes de suerte» igualmente improbables, como el hallazgo por el FBI del pasaporte intacto del supuesto terrorista suicida Mohammed Atta entre los escombros del World Trade Center, justo después del 11 de septiembre de 2001!
Desde el principio, el caso de la AMIA ha estado plagado de fraude, mentiras, contradicciones flagrantes; y de delito y corrupción en los máximos sitiales del poder en la Argentina. A lo largo de más de quince años, el caso AMIA ha pasado por siete tribunales federales. Se creó el TOF – Tribunal Oral Federal - dentro del propio Poder Judicial, para reunir cientos de miles de páginas de declaraciones, pruebas, informes, investigaciones, estudios, acusaciones y contraacusaciones que se han acumulado hasta el día de hoy . Durante varios años, el caso estuvo en el Juzgado Federal entonces presidido por el juez Juan Galeano, un funcionario débil (sino tonto) que permitió que las organizaciones sionistas locales -la propia AMIA y la DAIA– lo presionaran para que autorizara se le pague un soborno por 400.000 dólares al revendedor de autos usados, en ese momento preso, Carlos Telleldín, quien habría vendido el presunto coche bomba a supuestos agentes de la organización Hezboláh.
Esa coima se la darían a Telleldín para que acusara a tres oficiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con el fin de que aparecieran como una «conexión local» que conduciría primero a Siria, a continuación a Hezboláh, y por último a Irán…
Esos 400.000 dólares para pagar el soborno fueron proporcionados por el entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja, a través de su (hoy quebrado) Banco Mayo. Beraja luego pasaría varios años en la cárcel a causa de la quiebra fraudulenta del Banco Mayo. Para comprender mejor la trama de cómo operan estas redes de poder global, quisiera señalar que un tiempo antes, en 1996 cuando el ex-gobernador del Banco de la Reserva Federal de EEUU Paul Volcker fue nombrado para crear y presidir una así-llamada «Comisión de Personas Eminentes» para «investigar» las cuentas inactivas de judíos en los principales bancos suizos – operativo que logrò extraer de aquellos bancos más de 1.250 millones de dólares para las organizaciones sionistas pro-Israel-, Volker eligió entre esas «personas eminentes» para integrar su Comisión, a este oscuro personaje que es Rubén Beraja.
La corrupción, y los turbios tejes y manejes llegaron al colmo bajo el actual co-gobierno del Matrimonio Kirchner – Néstor y Cristina -, que un par de años atrás decidió desechar todo lo realizado en la Causa AMIA y volver a empezar desde foja cero. Pronto descubriríamos, sin embargo, que ello significó darle un cheque en blanco a la CIA estadounidense y al Mossad israelí para fabricar acusaciones falsas contra Irán, por cuánto ello se alinea a la perfección con las políticas de ataque de ambos países contra Irán. Esta es la situación en la que nos encontramos hoy.
James Fetzer: Usted nos indica que las versiones oficiales mantienen que ambos ataques fueron realizados con coches-bomba. Sin embargo, mi impresión es que las explosiones fueron lo contrario – o sea, que ambas tuvieron lugar desde dentro de los edificios. ¿Es eso correcto?
Adrian Salbuchi: Eso es lo que dicen los expertos técnicos. Y, si aplicamos un poco de sentido común, todos sabemos que cada vez que se produce algún ataque real con coche-bomba, siempre se encuentran los restos de buena parte del vehículo utilizado por los terroristas entre los escombros en el lugar de los hechos. En estos dos ataques, sin embargo, no se halló ningún resto de los supuestos coches-bomba, a excepción de pruebas falsas obviamente plantadas por agentes israelíes, que mencioné anteriormente.
En el caso de la AMIA, el Tribunal reclutó a un perito de la Gendarmería Nacional argentina para que diera una «opinión oficial» sobre el supuesto coche-bomba – la ya famosa camioneta Renault «Trafic» blanca.
Dicho perito, el comandante Osvaldo Laborda, dijo oficialmente que no se hallaron los restos de dicho coche-bomba debido a que «la explosión enterró sus restos debajo la entrada del ex edificio de la AMIA», si usted puede creer semejante cosa...
Ahora, yo soy estrecho colaborador del abogado Dr. Juan Gabriel Labaké, quién representa a dos ciudadanos argentinos de origen sirio que han sido falsamente acusados de participar en el tema de la Trafic blanca. (Digo «falsa acusación» porque luego de 15 años, no se ha interpuesto ni una pizca de evidencia contra ellos). Dado que el caso contra sus clientes y las acusaciones formales contra Irán dependen del hallazgo del supuesto coche bomba, el Dr. Labaké recientemente solicitó al Fiscal del Estado Alberto Nisman que ordene excavar hasta cuatro metros debajo la entrada del ex edificio de la AMIA a fin de determinar, de una vez por todas, si los restos del vehículo existen realmente.
El Fiscal Nisman se negó terminantemente a hacerlo, lo que no sorprende si se tiene en cuenta que Nisman recorre el mundo difundiendo una versión apasionadamente pro-Israel con un mensaje claramente anti-musulmán respecto del ataque a la AMIA.
A fines de 2007, por ejemplo, el Sr. Nisman fue un invitado especial a la Reunión Anual del Congreso Judío Norteamericano. En marzo de 2009, hizo una exposición sobre el Caso AMIA en la Biblioteca del Holocausto de Nueva York.
A fines del 2008, Nisman presentó personalmente un amplio informe sobre el estado del Caso AMIA ante la Corte Suprema de Justicia – pero no de la Argentina, como sería de esperar, sino del Estado de Israel en Tel Aviv.
Claramente, el señor Nisman opera como Fiscal Especial, ya no en nombre de la Argentina sino del Estado de Israel!
James Fetzer: Posteriormente al ataque a la Embajada, usted mencionó que una sociedad profesional de ingeniería realizó una investigación, determinando que la explosión se produjo desde adentro de los edificios. ¿Es correcto?
Adrian Salbuchi: Sí, la Academia Nacional de Ingenieros de la Argentina llegó a esta conclusión y, cuando el entonces juez de la Corte Suprema Dr. Adolfo Vázquez, muy razonablemente aceptó ese peritaje, fue reprendido públicamente, e incluso insultado por Ram Aviram, entonces embajador de Israel en la Argentina.
James Fetzer: Adrian, usted también mencionó que el Mossad participó en reunir información sobre uno o ambos de estos ataques. Para mi eso resulta simplemente increíble. ¿Cómo fue que ocurrió?
Adrian Salbuchi: Bueno, el verdadero culpable fue el ex presidente Carlos Menem quién cedió ante las presiones de Israel, las organizaciones sionistas, y de EE.UU., haciendo «un llamamiento a los EE.UU. e Israel» para que ayudaran con la investigación, lo que ambas naciones gustosamente aceptaron.
James Fetzer: Usted explicó que el Mossad incluso produjo una parte del vehículo que casualmente incluía el número de serie identificatorio del vehículo?
Adrian Salbuchi: Sí, a pesar de lo improbable que ello suena. Esta «prueba» fue finalmente rechazada por el Tribunal, cuando se tornó tan obviamente evidente que había sido plantada en la escena del crimen. Luego, se presentaron varias piezas más del supuesto coche bomba, que al ser enviadas a la planta automotriz Renault para su verificación, resultaron pertenecer a dos vehículos diferentes, uno de los cuales al parecer no tenía instalada la bomba de nafta, por lo que difícilmente hubiera podido trasladarse a ninguna parte…
James Fetzer: ¡Qué vergüenza! ¿Cómo manejaron esto los tribunales? ¿O es que hasta los tribunales se estaban subordinados a la interferencia de los EEUU e Israel?
Adrian Salbuchi: Efectivamente, fue muy vergonzoso. Los tribunales se alinearon pasivamente ante la interferencia de Israel y EE.UU. Los medios de comunicación generaron grandes operativos de prensa en torno a este caso. Las organizaciones sionistas organizaron una manifestación pública tras otra, para rasgarse las vestiduras pidiendo «justicia» y «memoria», como si fuera posible en la Argentina olvidar estos dos ataques…!
Incluso, acusaron a la justicia argentina de ser «inoperante, ineficiente y lenta» cuando no actuaba en consonancia inmediata e irrestricta según las exigencias de los objetivos e intereses sionistas, es decir, cuando se resistía a aceptar todas las falsificaciones y mentiras impuestas.
El mejor ejemplo de lo que digo es lo ya referido acerca del juez pro-sionista Galeano. ¿Se imagina usted a un juez federal que autoriza que se le pague un soborno a un delincuente procesado y encarcelado, para que como contrapartida haga una acusación falsa contra la policía local, para así poder falsificar las pistas del caso? Para colmo, el dinero para esa coima fue proporcionado por el hoy también procesado presidente de la DAIA, organización hermana de la AMIA!
James Fetzer: En la Argentina, muchos ciudadanos creen que el caso de la AMIA está inmerso en actos de corrupción, irregularidades de todo tipo e información falsa. Por lo que usted ha dicho, entiendo que esto efectivamente fue así.
Adrian Salbuchi: Por desgracia, sí! Pero esto fue a causa de una combinación muy triste de gobernantes cobardes, instituciones republicanas débiles - especialmente el poder judicial argentino – aunado a una prensa cómplice que de forma sistemática apoya el mensaje sionista y les ayuda a difundir sus problemas al mejor “estilo del Holocausto”, a fin de generar simpatía a su favor entre la opinión pública. Esto es tan cierto en la Argentina, como en la mayoría de los países occidentales.
Hoy, bajo el gobierno del Matrimonio Kirchner, las presiones sionistas han logrado deformar la política exterior de la Argentina. Tan es así que los Kirchner han acusado formal y falsamente al ex-presidente iraní Alí Rafsanjani y a siete miembros clave de su gabinete - que incluye a Ahmad Vahidi, actual ministro de defensa del presidente Ahmadinejad - de haber financiado y planificado el ataque a la AMIA a través de Hezboláh.
Todas estas acusaciones se basan exclusivamente en inteligencia descaradamente falsa proporcionada por la CIA y el Mossad. ¿Alguien puede creer realmente que estos dos servicios de inteligencia extranjeros sean imparciales y objetivos en este tema que involucra a Israel e Irán? Toda esta situación es una burda farsa.
James Fetzer: Adrian, ¿por qué razón se generaron «historias oficiales» tan improbables en absoluto? Mi impresión es que se permitió a la política influir sobre la imparcialidad de investigaciones – en verdad las estaba dominando.
Adrian Salbuchi: Hace más de quince años que los tribunales argentinos vienen buscando pruebas de una supuesta "conexión Irán - Siria - Hezboláh", que nunca han sido halladas, por la sencilla pero poderosa razón de que tal coche bomba nunca existió.
Sin embargo, ambos ataques terroristas cobran una dimensión mucho más clara y lógica cuando se los inserta dentro de la lógica, ya no de una inexistente y burda "conexión iraní", sino más bien de una mucho más concreta "conexión israelí".
¿Por qué digo esto? Bueno, echemos un vistazo a lo que estaba ocurriendo en Israel en los años 90, cuando estos ataques tuvieron lugar. En 1991, comenzó la Conferencia de Paz de Madrid. En Israel, el Partido Laborista tenía claramente mayor popularidad y poder, especialmente cuando el general Yitzhak Rabin ganó las elecciones a primer ministro en junio de 1992. Rabin parecía estar intentando honestamente llegar a algún acuerdo mutuo con los palestinos, lo que habría requerido la detención y el desmantelamiento de buena parte de los asentamientos ilegales establecidos por la ultra-derecha fundamentalista fanática de sionistas nazis que sostienen que cualquier persona que ceda siquiera un centímetro de "sagrada tierra de Israel", es un traidor.
Rabin y su grupo de trabajo trató de seguir adelante con el proceso de paz y, en septiembre de 1993, lo vimos a Rabin, aunque a regañadientes, estrecharle la mano a Yasser Arafat bajo la mirada atenta de Bill Clinton en los jardines de la Casa Blanca. Seguidamente, Rabín llegó a principios de acuerdo con Siria para lograr la paz definitiva sobre las Alturas del Golán, y también con Jordania. Rabin permitió que Arafat regresara a Palestina tras 27 años de exilio, lo cual tuvo lugar a principios de julio de 1994.
Domingo, 1 de Noviembre 2009
Voltairenet.org
           


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