"Llamamos a todos a la unidad" es el mensaje evangélico de este "santo y gran concilio" que debía poner fin a las rivalidades políticas y territoriales de las 15 Iglesias autocéfalas que forman la "comunión ortodoxa", con más de 250 millones de fieles en todo el mundo.
La Academia Ortodoxa de Creta espera recibir al menos a 500 obispos y 250 consejeros del 19 al 26 de junio. La fecha no fue elegida al azar, ya que el domingo se celebrará Pentescostés, una fiesta de la Iglesia cristiana.
Pero la "divina liturgia" inaugural no ofrecerá al mundo la imagen esperada. Según el presidente del concilio, el patriarca de Constantinopla Bartolomé, faltarán varios primados, como el patriarca "de toda Rusia" Kirill, uno de los más influyentes.
El evento era muy esperado debido a que los jerarcas ortodoxos no se han reunido en un gran concilio desde el cisma de 1054 entre Roma y Constantinopla. Su última participación en un evento similar, que presuntamente trató cuestiones de doctrina y disciplina, se remonta a 787, fecha del séptimo y último concilio, el de Nicea II.
La celebración de este concilio, en preparación desde hace más de 50 años, se estableció a finales de enero durante una cumbre de primados en Ginebra. Se optó por el consenso para la elaboración de los textos, aún a riesgo de favorecer los asuntos en los que todos coinciden.
"Solo hay seis temas en el orden del día y al menos la mitad parecen bastante menores", denunció el historiador Antoine Arjakovsky.
Los temas a tratar son el ecumenismo -que preocupa a los monjes del monte Athos-, la diáspora y la autonomía de las Iglesias locales.
También se hablará sobre el ayuno, que no genera gran debate, y sobre la familia, tratada de manera "demasiado cautelosa para responder a los retos contemporáneos", estimó Carol Saba, consejero del patriarca de Antioquía.
"A veces se dice que el único punto de verdad en la agenda es la foto de grupo", dice el especialista en ortodoxia Jean-François Colosimo, que habla de un "concilio selfi".
"Pero si el concilio se mantiene, bravo por Bartolomé. No podemos pedir mucho más a un mundo ortodoxo que sale de los escombros", añadió refiriéndose al mundo eslavo poscomunista y a un Oriente Medio inestable.
Pero se desconoce bajo qué forma tendrá lugar el concilio. El patriarca de Antioquía fue el primero en pedir un aplazamiento, enfadado al ver que el primado de Jerusalén cuestionaba su jurisdicción sobre Catar.
Además, las Iglesias de Bulgaria y de Georgia anunciaron que no acudirían por la ausencia de varios "temas importantes". Tampoco lo hará la de Serbia, que considera el encuentro en Creta como una simple reunión preparatoria.
La iglesia rusa se basó en estas oposiciones para pedir un aplazamiento y dar el golpe definitivo. Sin Moscú y su patriarca Kirill, más influyente que nunca tras su encuentro con el papa Francisco en febrero en La Habana, el concilio tendrá dificultades para llamarse "pan-ortodoxo".
No obstante, Bartolomé no planea renunciar a "su" concilio y debía llegar a la isla griega este miércoles.
La Academia Ortodoxa de Creta espera recibir al menos a 500 obispos y 250 consejeros del 19 al 26 de junio. La fecha no fue elegida al azar, ya que el domingo se celebrará Pentescostés, una fiesta de la Iglesia cristiana.
Pero la "divina liturgia" inaugural no ofrecerá al mundo la imagen esperada. Según el presidente del concilio, el patriarca de Constantinopla Bartolomé, faltarán varios primados, como el patriarca "de toda Rusia" Kirill, uno de los más influyentes.
El evento era muy esperado debido a que los jerarcas ortodoxos no se han reunido en un gran concilio desde el cisma de 1054 entre Roma y Constantinopla. Su última participación en un evento similar, que presuntamente trató cuestiones de doctrina y disciplina, se remonta a 787, fecha del séptimo y último concilio, el de Nicea II.
La celebración de este concilio, en preparación desde hace más de 50 años, se estableció a finales de enero durante una cumbre de primados en Ginebra. Se optó por el consenso para la elaboración de los textos, aún a riesgo de favorecer los asuntos en los que todos coinciden.
"Solo hay seis temas en el orden del día y al menos la mitad parecen bastante menores", denunció el historiador Antoine Arjakovsky.
- 'Concilio selfi' -
Los temas a tratar son el ecumenismo -que preocupa a los monjes del monte Athos-, la diáspora y la autonomía de las Iglesias locales.
También se hablará sobre el ayuno, que no genera gran debate, y sobre la familia, tratada de manera "demasiado cautelosa para responder a los retos contemporáneos", estimó Carol Saba, consejero del patriarca de Antioquía.
"A veces se dice que el único punto de verdad en la agenda es la foto de grupo", dice el especialista en ortodoxia Jean-François Colosimo, que habla de un "concilio selfi".
"Pero si el concilio se mantiene, bravo por Bartolomé. No podemos pedir mucho más a un mundo ortodoxo que sale de los escombros", añadió refiriéndose al mundo eslavo poscomunista y a un Oriente Medio inestable.
Pero se desconoce bajo qué forma tendrá lugar el concilio. El patriarca de Antioquía fue el primero en pedir un aplazamiento, enfadado al ver que el primado de Jerusalén cuestionaba su jurisdicción sobre Catar.
Además, las Iglesias de Bulgaria y de Georgia anunciaron que no acudirían por la ausencia de varios "temas importantes". Tampoco lo hará la de Serbia, que considera el encuentro en Creta como una simple reunión preparatoria.
La iglesia rusa se basó en estas oposiciones para pedir un aplazamiento y dar el golpe definitivo. Sin Moscú y su patriarca Kirill, más influyente que nunca tras su encuentro con el papa Francisco en febrero en La Habana, el concilio tendrá dificultades para llamarse "pan-ortodoxo".
No obstante, Bartolomé no planea renunciar a "su" concilio y debía llegar a la isla griega este miércoles.