Centenares de policías invadieron el campamento ubicado en el barrio de negocios de Admiralty, cerca de la sede del poder, y se dirigieron hacia las decenas de irreductibles que aún seguían llevando a cabo una sentada en el lugar, los cargaron uno a uno a bordo de vehículos policiales y se los llevaron, constató la AFP.
Después fue restablecido el tránsito, que estaba cortado desde septiembre, cuando miles de personas se instalaron en la autopista de nueve vías, que constituye uno de los grandes ejes de tránsito de la excolonia británica.
"¡Somos pacíficos!", "¡No resistimos!", "¡Queremos una verdadera democracia!", gritaban los manifestantes.
Los manifestantes habían iniciado las movilizaciones cuando las autoridades comunistas chinas insistieron en que los candidatos a las elecciones locales de 2017 fueran aprobados por un comité oficial.
Jóvenes estudiantes salieron a las calles para frenar lo que consideran será una farsa electoral. A ese reclamo político se unieron otras demandas, como la falta de alojamiento o la creciente desigualdad económica en la sociedad hongkonesa.
La policía no confirmó si las personas que fueron evacuadas del campamento fueron detenidas pero antes del inicio de la operación ya habían advertido que arrestarían a quienes se opusieran al desalojo.
La Federación de Estudiantes de Hong Kong (HKFS) dijo que ocho de sus miembros habían sido arrestados.
- "No es el final" -
La cantante Denise Ho gritó la consigna "desobediencia civil sin miedo", mientras era desalojada por la policía. Por su parte, la diputada Claudia Mo, también obligada por la policía a dejar el campamento dijo que el movimiento vencería y prometió que volverían .
"Este no es el fin del movimiento. El despertar político entre los jóvenes es irreversible y continuaremos luchando", había dicho más temprano Mo a la AFP.
Los líderes estudiantiles Nathan Law y Eason Chung también fueron desalojados por la policía, junto al resto de los manifestantes, incluyendo a un anciano en una silla de ruedas.
Desde horas antes, docenas de trabajadores ya habían empezado a desmantelar las barricadas en un extremo del campamento de Admiralty, en el corazón de la ciudad.
Los alguaciles habían leído ante los manifestantes que permanecían ahí una orden de evacuación apoyada en una sentencia de la Alta Corte de Hong Kong.
A las manifestaciones, que en ocasiones degeneraron en choques abiertos con la policía, se unieron hasta 20 diputados de la asamblea local de Hong Kong.
En su momento álgido, el movimiento congregó a decenas de miles de personas en las calles de la ciudad, pero el apoyo popular se desvaneció ante las dificultades para moverse en la ciudad.
Hong Kong, un territorio chino que se beneficia de una amplia autonomía, vivió con estas manifestaciones su más grave crisis política desde 1997, cuando se produjo la retrocesión de la colonia británica a Pekín.
China acepta el principio del sufragio universal para la elección del próximo jefe del ejecutivo de Hong Kong en 2017, pero exige que los candidatos tengan el aval de un comité, lo que, según los manifestantes prodemocracia, desembocaría en la elección de un candidato controlado por Pekín.
Algunos manifestantes desalojados afirmaron sentir como un fracaso, la falta de concesiones de las autoridades ante sus peticiones.
"Siento que no logramos nuestra misión, pero creo que puede haber una mejora en el futuro", dijo Dubi, un asistente social de 23 años, que afirmó que de todas formas sentía que el movimiento "es el principio de algo".