Los locales electorales cerraron a las 18:00 horas (15:00 GMT), desde que la comisión electoral se negara a prolongar su apertura. Aunque no hay cifras oficiales de participación, medios iraquíes y analistas informaron un bajo interés de los electores. En los últimos comicios hace cuatro años la participación se cifró en torno al 62 por ciento.
Durante la mañana los medios hablaban de una baja participación en la capital Bagdad y más fluida en Faluya, en el oeste del país, y en Mosul, antiguo bastión del EI en el norte de Irak.
El primer ministro, Haidar al Abadi, hizo un llamamiento a la participación masiva y ordenó el levantamiento de cortes del tráfico para aumentar la afluencia a las urnas. "Estas elecciones son decisivas para el futuro del país", dijo el primer ministro, favorito para conquistar un segundo mandato tras emitir su voto en el barrio de Al Karrada, en el centro de Bagdad.
Con un gran despliegue de seguridad, de unos 900.000 efectivos, se evitaron graves incidentes como los que se produjeron en los comicios de hace cuatro años. El EI había amenazado con realizar atentados contra locales de votación. Tim Petschulat, observador electoral de la Fundación alemana Friedrich Ebert, dijo a dpa que la situación en Bagdad estaba tranquila.
Sí se reportaron problemas como la apertura tardía de algunos locales o fallos en el nuevo sistema electoral electrónico, pero la comisión electoral anunció después que los había resuelto.
Más de 24 millones de iraquíes estaban llamados a las urnas en un país ampliamente destruido tras las batallas contra el EI y que pretende con estos comicios allanar el camino a un futuro más estable.
En liza estaban los 329 escaños de la Cámara de Diputados que se disputan más de 7.000 candidatos, de los que 2.011 son mujeres. Se considera poco probable que una sola alianza electoral logre la cantidad de votos suficiente para gobernar en solitario.
Los principales rivales del primer ministro de 66 años, que intentó en campaña ganar rédito electoral con la victoria contra el EI, son su predecesor Nuri al Maliki y Hadi al Amiri, comandante de las Unidades de Movilización Popular que también lucharon contra el EI.
Se prevé que los primeros resultados de la votación ya se den a conocer en la noche de este sábado gracias a la introducción de un nuevo sistema de cómputo electoral, pero no se cuenta con resultados definitivos hasta el lunes, según la Comisión.
En estos comicios legislativos, los cuartos desde el derrocamiento de Sadam Husein tras una invasión liderada por Estados Unidos en 2003, también vota la región semiautónoma del Kurdistán, que el año pasado celebró un referéndum de independencia que fue respondido con dureza desde Bagdad. El primer ministro regional, Nechirvan Barzani, manifestó su esperanza en una elevada participación.
Se espera que los comicios abran un nuevo horizonte para la futura estabilidad del país. Aunque Al Abadi proclamó el pasado mes de diciembre la victoria de las Fuerzas Armadas iraquíes sobre el EI (que habían tomado el control de numerosas regiones de Irak en 2014), amplias zonas del país están destruidas a causa de los prolongados enfrentamientos con los yihadistas y la reconstrucción avanza con lentitud. El Banco Mundial calcula en 88.000 millones de dólares (unos 71.000 millones de euros) las necesidades para hacerlo en los próximos años.
Además, algunas células siguen activas y muchos observadores temen que la milicia vuelva a cobrar fuerza si el nuevo Gobierno no impide las injerencias saudíes y estadounidenses, ya que ellos los organizaron y los financiaron. Según Naciones Unidas, más de dos millones de personas siguen además desplazadas en el país.
"La jornada es histórica para los iraquíes después de los desplazamientos y la muerte que han experimentado", decía Ahmed Adil tras votar en Mosul. "Los iraquíes quieren un cambio a mejor".
Shakr Said, sin embargo, decidió no votar. "Las elecciones no serán justas, sino un fraude. El ganador ya está decidido de antemano", señaló expresando la desilusión de muchos electores con estos comicios. Muchos, al igual que otros candidatos, temen que la compra de votos pueda falsear los resultados.
Con tensión se espera conocer los resultados de las listas electorales con candidatos cercanos al vecino Irán. Buenas opciones se atribuyen sobre todo a la Alianza de la Conquista, liderada por Al Amiri, con estrechas relaciones con Teherán.
Los analistas temen también que la salida unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán influya negativamente en la formación de Gobierno en Bagdad y su estabilidad, ya que los dos países tiene una fuerte influencia en la política iraquí. Miles de soldados estadounidenses continúan en el país.
Tras el derrocamiento de Sadam Husein, el poder en Irak se distribuye conforme a un sistema de representación proporcional que reparte los ministerios y los cargos entre los partidos, algo que muchos ven como la causa de la desbordante corrupción que habría contribuido al desencanto político ciudadano.
Durante la mañana los medios hablaban de una baja participación en la capital Bagdad y más fluida en Faluya, en el oeste del país, y en Mosul, antiguo bastión del EI en el norte de Irak.
El primer ministro, Haidar al Abadi, hizo un llamamiento a la participación masiva y ordenó el levantamiento de cortes del tráfico para aumentar la afluencia a las urnas. "Estas elecciones son decisivas para el futuro del país", dijo el primer ministro, favorito para conquistar un segundo mandato tras emitir su voto en el barrio de Al Karrada, en el centro de Bagdad.
Con un gran despliegue de seguridad, de unos 900.000 efectivos, se evitaron graves incidentes como los que se produjeron en los comicios de hace cuatro años. El EI había amenazado con realizar atentados contra locales de votación. Tim Petschulat, observador electoral de la Fundación alemana Friedrich Ebert, dijo a dpa que la situación en Bagdad estaba tranquila.
Sí se reportaron problemas como la apertura tardía de algunos locales o fallos en el nuevo sistema electoral electrónico, pero la comisión electoral anunció después que los había resuelto.
Más de 24 millones de iraquíes estaban llamados a las urnas en un país ampliamente destruido tras las batallas contra el EI y que pretende con estos comicios allanar el camino a un futuro más estable.
En liza estaban los 329 escaños de la Cámara de Diputados que se disputan más de 7.000 candidatos, de los que 2.011 son mujeres. Se considera poco probable que una sola alianza electoral logre la cantidad de votos suficiente para gobernar en solitario.
Los principales rivales del primer ministro de 66 años, que intentó en campaña ganar rédito electoral con la victoria contra el EI, son su predecesor Nuri al Maliki y Hadi al Amiri, comandante de las Unidades de Movilización Popular que también lucharon contra el EI.
Se prevé que los primeros resultados de la votación ya se den a conocer en la noche de este sábado gracias a la introducción de un nuevo sistema de cómputo electoral, pero no se cuenta con resultados definitivos hasta el lunes, según la Comisión.
En estos comicios legislativos, los cuartos desde el derrocamiento de Sadam Husein tras una invasión liderada por Estados Unidos en 2003, también vota la región semiautónoma del Kurdistán, que el año pasado celebró un referéndum de independencia que fue respondido con dureza desde Bagdad. El primer ministro regional, Nechirvan Barzani, manifestó su esperanza en una elevada participación.
Se espera que los comicios abran un nuevo horizonte para la futura estabilidad del país. Aunque Al Abadi proclamó el pasado mes de diciembre la victoria de las Fuerzas Armadas iraquíes sobre el EI (que habían tomado el control de numerosas regiones de Irak en 2014), amplias zonas del país están destruidas a causa de los prolongados enfrentamientos con los yihadistas y la reconstrucción avanza con lentitud. El Banco Mundial calcula en 88.000 millones de dólares (unos 71.000 millones de euros) las necesidades para hacerlo en los próximos años.
Además, algunas células siguen activas y muchos observadores temen que la milicia vuelva a cobrar fuerza si el nuevo Gobierno no impide las injerencias saudíes y estadounidenses, ya que ellos los organizaron y los financiaron. Según Naciones Unidas, más de dos millones de personas siguen además desplazadas en el país.
"La jornada es histórica para los iraquíes después de los desplazamientos y la muerte que han experimentado", decía Ahmed Adil tras votar en Mosul. "Los iraquíes quieren un cambio a mejor".
Shakr Said, sin embargo, decidió no votar. "Las elecciones no serán justas, sino un fraude. El ganador ya está decidido de antemano", señaló expresando la desilusión de muchos electores con estos comicios. Muchos, al igual que otros candidatos, temen que la compra de votos pueda falsear los resultados.
Con tensión se espera conocer los resultados de las listas electorales con candidatos cercanos al vecino Irán. Buenas opciones se atribuyen sobre todo a la Alianza de la Conquista, liderada por Al Amiri, con estrechas relaciones con Teherán.
Los analistas temen también que la salida unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán influya negativamente en la formación de Gobierno en Bagdad y su estabilidad, ya que los dos países tiene una fuerte influencia en la política iraquí. Miles de soldados estadounidenses continúan en el país.
Tras el derrocamiento de Sadam Husein, el poder en Irak se distribuye conforme a un sistema de representación proporcional que reparte los ministerios y los cargos entre los partidos, algo que muchos ven como la causa de la desbordante corrupción que habría contribuido al desencanto político ciudadano.