Bart de Wever
"Más que nunca, hay un callejón sin salida" advirtió el lunes el diario francófono Le Soir, después de que los partidos valones francófonos rechazaran el domingo la última propuesta de compromiso sobre la mesa, formulada por el líder de los independentistas flamencos, Bart de Wever.
Las tres formaciones valonas, que negocian desde hace cuatro meses con otros cuatro partidos flamencos la formación de un ejecutivo, tacharon de "parciales" y "rayando en la provocación" los planteamientos de De Wever, último encargado por el rey Alberto II de hallar una salida a la crisis política.
"Se acabó la función", sentenció el lunes De Wever, afirmando que está más que "decepcionado" por el rechazo de los valones francófonos a su propuesta, basada en una reforma del Estado belga que prevé una mayor autonomía regional, anhelada por Flandes, próspero territorio del norte, frente a la empobrecida Valonia (sur).
Su informe era la "última oportunidad" para alcanzar un compromiso, dijo De Wever, figura clave de las tratativas después de que su partido, el N-VA, obtuviera un triunfo histórico en Flandes en las últimas elecciones anticipadas del 13 de junio.
En Bélgica, cada comunidad vota por su lado los partidos llamados a formar un gobierno nacional. En Valonia, fueron los socialistas francófonos los que se impusieron en la región.
Alberto II recibirá al líder independentista al final de la jornada del lunes. La reunión servirá para constatar el fracaso de las tratativas; lo que suceda posteriormente es en estos momentos una incógnita.
Aunque la convocatoria de nuevas elecciones podría imponerse, los belgas dudan de que acudir otra vez a las urnas pueda acercar posiciones entre las dos comunidades.
Para el diario flamenco De Standaard, es "prácticamente inevitable" celebrar comicios legislativos, que serían los terceros desde 2007, pero estos "sólo oscurecerán más la salida" a la crisis.
"No creo que unos nuevos comicios vayan a resolver el problema puesto que, según los sondeos, confirmarán a los vencedores del escrutinio anterior", estimó el politólogo francófono Jean Benoit Pilet.
De Wever proponía en su informe que en el futuro las regiones concentraran mayores poderes y pudiesen recaudar hasta 45% de los impuestos sobre las personas físicas, abriendo la vía a una competencia entre Flandes y Valonia de la que la segunda temía salir perdiendo.
Igualmente, preveía la escisión de la última demarcación bilingüe de Bélgica, situada en los alrededores de Bruselas, suprimiendo los derechos lingüísticos de decenas de miles de francófonos en la mayoría de comunas.
Bélgica, un joven país fundado en 1830, se halla sumido desde mediados de 2007 en una crisis institucional que se ha ido deteriorando debido a las divergencias cada vez más irreconciliables entre las dos mayores comunidades.
En estos momentos, el reino está gobernado por un ejecutivo en funciones, que dimitió en bloque el pasado abril. Su primer ministro, el democristiano flamenco, Yves Leterme, ha debido presentar su renuncia tres veces desde 2007.
Encargado de los asuntos corrientes del reino, el gabinete dimisionario ocupa además durante el segundo semestre del año la presidencia rotativa de la Unión Europea.
Las tres formaciones valonas, que negocian desde hace cuatro meses con otros cuatro partidos flamencos la formación de un ejecutivo, tacharon de "parciales" y "rayando en la provocación" los planteamientos de De Wever, último encargado por el rey Alberto II de hallar una salida a la crisis política.
"Se acabó la función", sentenció el lunes De Wever, afirmando que está más que "decepcionado" por el rechazo de los valones francófonos a su propuesta, basada en una reforma del Estado belga que prevé una mayor autonomía regional, anhelada por Flandes, próspero territorio del norte, frente a la empobrecida Valonia (sur).
Su informe era la "última oportunidad" para alcanzar un compromiso, dijo De Wever, figura clave de las tratativas después de que su partido, el N-VA, obtuviera un triunfo histórico en Flandes en las últimas elecciones anticipadas del 13 de junio.
En Bélgica, cada comunidad vota por su lado los partidos llamados a formar un gobierno nacional. En Valonia, fueron los socialistas francófonos los que se impusieron en la región.
Alberto II recibirá al líder independentista al final de la jornada del lunes. La reunión servirá para constatar el fracaso de las tratativas; lo que suceda posteriormente es en estos momentos una incógnita.
Aunque la convocatoria de nuevas elecciones podría imponerse, los belgas dudan de que acudir otra vez a las urnas pueda acercar posiciones entre las dos comunidades.
Para el diario flamenco De Standaard, es "prácticamente inevitable" celebrar comicios legislativos, que serían los terceros desde 2007, pero estos "sólo oscurecerán más la salida" a la crisis.
"No creo que unos nuevos comicios vayan a resolver el problema puesto que, según los sondeos, confirmarán a los vencedores del escrutinio anterior", estimó el politólogo francófono Jean Benoit Pilet.
De Wever proponía en su informe que en el futuro las regiones concentraran mayores poderes y pudiesen recaudar hasta 45% de los impuestos sobre las personas físicas, abriendo la vía a una competencia entre Flandes y Valonia de la que la segunda temía salir perdiendo.
Igualmente, preveía la escisión de la última demarcación bilingüe de Bélgica, situada en los alrededores de Bruselas, suprimiendo los derechos lingüísticos de decenas de miles de francófonos en la mayoría de comunas.
Bélgica, un joven país fundado en 1830, se halla sumido desde mediados de 2007 en una crisis institucional que se ha ido deteriorando debido a las divergencias cada vez más irreconciliables entre las dos mayores comunidades.
En estos momentos, el reino está gobernado por un ejecutivo en funciones, que dimitió en bloque el pasado abril. Su primer ministro, el democristiano flamenco, Yves Leterme, ha debido presentar su renuncia tres veces desde 2007.
Encargado de los asuntos corrientes del reino, el gabinete dimisionario ocupa además durante el segundo semestre del año la presidencia rotativa de la Unión Europea.