El papa Benedicto XVI
Al dirigirse a una delegación de obispos estadounidenses en visita regular, Benedicto XVI estimó que el consenso de esa nación fundada sobre "ciertos principios éticos (...) se ha deteriorado de manera significativa en presencia de nuevas tendencias culturales".
Estas tendencias, dijo, "no son sólo directamente opuestas a las enseñanzas morales fundamentales de la tradición judeocristiana, sino que además son hostiles al cristianismo como tal", dijo.
"La separación legítima de la iglesia y del Estado no puede significar que la iglesia deba permanecer silenciosa en ciertas cuestiones", insistió.
El papa mencionó "el respeto por el don de Dios a la vida, la protección de la dignidad humana y la promoción de auténticos derechos humanos".
La emergencia de un "mundo de laicos bien formados, comprometidos y organizados con fuerte sentido crítico con relación a la cultura dominante" es necesaria y debe "tener el coraje de superar el laicismo reduccionista", que significa deslegitimar la participación de la iglesia en el debate público", añadió.
En la visión de Benedicto XVI, la iglesia "tiene un papel crucial a jugar en la lucha contra las corrientes culturales que, sobre la base de un individualismo exacerbado, busca promover la noción de libertad separada de la verdad moral".
El papa también lamentó los "esfuerzos concertados para negar a los católicos y las instituciones católicas su derecho a la objeción de conciencia" ante "prácticas intrínsecamente malvadas".
En su alocución no mencionó explícitamente cuáles serían esas prácticas, pero la iglesia católica ha adoptado posiciones firmes contra el aborto, la eutanasia, la manipulación genética, la selección de embriones y la unión homosexual.
Estas tendencias, dijo, "no son sólo directamente opuestas a las enseñanzas morales fundamentales de la tradición judeocristiana, sino que además son hostiles al cristianismo como tal", dijo.
"La separación legítima de la iglesia y del Estado no puede significar que la iglesia deba permanecer silenciosa en ciertas cuestiones", insistió.
El papa mencionó "el respeto por el don de Dios a la vida, la protección de la dignidad humana y la promoción de auténticos derechos humanos".
La emergencia de un "mundo de laicos bien formados, comprometidos y organizados con fuerte sentido crítico con relación a la cultura dominante" es necesaria y debe "tener el coraje de superar el laicismo reduccionista", que significa deslegitimar la participación de la iglesia en el debate público", añadió.
En la visión de Benedicto XVI, la iglesia "tiene un papel crucial a jugar en la lucha contra las corrientes culturales que, sobre la base de un individualismo exacerbado, busca promover la noción de libertad separada de la verdad moral".
El papa también lamentó los "esfuerzos concertados para negar a los católicos y las instituciones católicas su derecho a la objeción de conciencia" ante "prácticas intrínsecamente malvadas".
En su alocución no mencionó explícitamente cuáles serían esas prácticas, pero la iglesia católica ha adoptado posiciones firmes contra el aborto, la eutanasia, la manipulación genética, la selección de embriones y la unión homosexual.