Las autoridades rusas aseguraron no obstante que las superficies devastadas por los incendios en el país habían disminuido y que ningún sitio sensible estaba directamente amenazado por las llamas, que han causado 54 muertos desde julio.
Dos aviones C-130 de la fuerza aérea de Estados Unidos y un avión fletado por el Estado de California, todos cargados con material que incluye tanques de agua y vestimentas de protección contra el fuego, aterrizaron en el aeropuerto de Vnukovo, anunció la televisión estatal.
"Siempre recordaremos este gesto, este brazo que nos fue extendido en un momento muy difícil", señaló Valeri Shuikov, un alto funcionario del Ministerio ruso de Situaciones de Emergencia.
Otros dos C-130 son esperados en los próximos días.
Según el Departamento de Estado, el monto de la ayuda estadounidense se elevará a 4,5 millones de dólares y colaborarán con las autoridades rusas agencias como el Ministerio de Defensa, la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y el servicio federal de bosques.
El presidente estadounidense, Barack Obama, había prometido a su homólogo Dimitri Medvedev enviarle ayuda para combatir los incendios que devastan los bosques rusos.
Según el Ministerio de Situaciones de Emergencia, unos 480 incendios seguían ardiendo en Rusia este sábado, cubriendo una superficie de 56.000 hectáreas. El área afectada, que alcanzó las 200.000 hectáreas en su momento más crítico, se redujo en unas 25.000 hectáreas desde el viernes. El fuego se ha cobrado hasta el momento 54 vidas.
"La situación con los incendios forestales ha mejorado considerablemente", indicó en un comunicado el ministro de esa cartera, Sergei Shoigu.
Sin embargo, unos 2.500 bomberos continuaban luchando contra el fuego que devasta una reserva natural cerca del centro nuclear de Sarov, una ciudad en la región de Nizhny Novgorod que está vedada a los extranjeros, como en la época soviética.
Según un comunicado del ministerio ruso de Situaciones de Emergencia de la república rusa de Mordovia, donde está situada la reserva natural, el incendio en el distrito de Popovka, cuya capital está a 17 km de Sarov, no ha cedido, afectando aún una superficie de 1.000 hectáreas.
"El fuego se extiende de Norte a Sur a lo largo de 7 km, y de Oeste a Este en 3 km", precisa el comunicado.
Otros dos sitios sensibles, el centro de reciclado de los desechos nucleares de Mayak y el centro de materiales fisibles de Snejinsk, ambos ubicados a 2.000 km al este de Moscú, en los Urales, también se vieron amenazados por los incendios, pero la situación parecía controlada.
"No hay amenazas de los incendios forestales contra sitios potencialmente peligrosos", señaló Shoigu, añadiendo que habría que tomar medidas adicionales para controlar el fuego en zonas cercanas a sitios estratégicos en el futuro.
Los incendios fueron causados por la peor ola de calor en la historia de Rusia, que destruyó una cuarta parte de sus cultivos y cubrió la semana pasada a Moscú con una capa espesa de humo tóxico, que despertó preocupaciones por la salud de sus habitantes.
Las autoridades también estaban preocupadas de que el fuego pudiera desprender partículas radiactivas en la parte occidental de Rusia que sigue contaminada luego del desastre nuclear de Chernobil en 1986, aunque expertos han asegurado que el nivel de radiación es normal en todo el país.
Dos aviones C-130 de la fuerza aérea de Estados Unidos y un avión fletado por el Estado de California, todos cargados con material que incluye tanques de agua y vestimentas de protección contra el fuego, aterrizaron en el aeropuerto de Vnukovo, anunció la televisión estatal.
"Siempre recordaremos este gesto, este brazo que nos fue extendido en un momento muy difícil", señaló Valeri Shuikov, un alto funcionario del Ministerio ruso de Situaciones de Emergencia.
Otros dos C-130 son esperados en los próximos días.
Según el Departamento de Estado, el monto de la ayuda estadounidense se elevará a 4,5 millones de dólares y colaborarán con las autoridades rusas agencias como el Ministerio de Defensa, la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y el servicio federal de bosques.
El presidente estadounidense, Barack Obama, había prometido a su homólogo Dimitri Medvedev enviarle ayuda para combatir los incendios que devastan los bosques rusos.
Según el Ministerio de Situaciones de Emergencia, unos 480 incendios seguían ardiendo en Rusia este sábado, cubriendo una superficie de 56.000 hectáreas. El área afectada, que alcanzó las 200.000 hectáreas en su momento más crítico, se redujo en unas 25.000 hectáreas desde el viernes. El fuego se ha cobrado hasta el momento 54 vidas.
"La situación con los incendios forestales ha mejorado considerablemente", indicó en un comunicado el ministro de esa cartera, Sergei Shoigu.
Sin embargo, unos 2.500 bomberos continuaban luchando contra el fuego que devasta una reserva natural cerca del centro nuclear de Sarov, una ciudad en la región de Nizhny Novgorod que está vedada a los extranjeros, como en la época soviética.
Según un comunicado del ministerio ruso de Situaciones de Emergencia de la república rusa de Mordovia, donde está situada la reserva natural, el incendio en el distrito de Popovka, cuya capital está a 17 km de Sarov, no ha cedido, afectando aún una superficie de 1.000 hectáreas.
"El fuego se extiende de Norte a Sur a lo largo de 7 km, y de Oeste a Este en 3 km", precisa el comunicado.
Otros dos sitios sensibles, el centro de reciclado de los desechos nucleares de Mayak y el centro de materiales fisibles de Snejinsk, ambos ubicados a 2.000 km al este de Moscú, en los Urales, también se vieron amenazados por los incendios, pero la situación parecía controlada.
"No hay amenazas de los incendios forestales contra sitios potencialmente peligrosos", señaló Shoigu, añadiendo que habría que tomar medidas adicionales para controlar el fuego en zonas cercanas a sitios estratégicos en el futuro.
Los incendios fueron causados por la peor ola de calor en la historia de Rusia, que destruyó una cuarta parte de sus cultivos y cubrió la semana pasada a Moscú con una capa espesa de humo tóxico, que despertó preocupaciones por la salud de sus habitantes.
Las autoridades también estaban preocupadas de que el fuego pudiera desprender partículas radiactivas en la parte occidental de Rusia que sigue contaminada luego del desastre nuclear de Chernobil en 1986, aunque expertos han asegurado que el nivel de radiación es normal en todo el país.