Reunión de América del Sur y Africa.
Brasil fue el invitado de honor en el foro de cooperación América del Sur-África (ASACOF) que se llevó a cabo el jueves y el viernes en Malabo (Guinea Ecuatorial) con participación de 55 países, en el que se criticó al modelo occidental.
El acercamiento con África recibió un fuerte impulso bajo la presidencia de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), quien realizó diez visitas a ese continente. Su sucesora, Dilma Rousseff, visitó el mes pasado Sudáfrica, Mozambique y Angola y envió a Malabo a su canciller, Antonio Patriota.
Brasil dejó de ser a ojos de los africanos un mero sinónimo de fútbol y samba y se convirtió en un modelo que le permitió aliviar el peso de su deuda y enfrentar la corrupción -dos fenómenos que corroen el desarrollo de África- para situarse entre las diez mayores economías del planeta.
Petrobras y la minera Vale son dos gigantes muy activos en la región.
En Mozambique, un país lusófono como Brasil, Vale invirtió 1.700 millones de dólares en la mina de carbón de Moatiza (noroeste) y prevé invertir 2.000 millones más en otros proyectos. Sus actividades dan trabajo a unas 10.000 personas, incluyendo la cadena de subcontratistas.
En Gabón, Vale quedó afuera del proyecto Belinga, un gran yacimiento de hierro, pero aún no se dio por vencido, dado que la explotación concedida inicialmente a consorcios chinos quedó en suspenso, por motivos atribuidos tanto a la crisis mundial como a dudas de las autoridades del país.
Muchas otras empresas de menor fama buscan oportunidades en el continente africano en sectores tan diversos como las obras públicas, la industria farmacéutica, la aeronáutica y la generación eléctrica. Entre sus argumentos sobresalen la pericia técnica en condiciones a menudo similares a las de África, ya sean climáticas o humanas.
Pero para África, Brasil es ante todo un aliado que puede contrarrestar la influencia de Europa y Estados Unidos.
"Estoy a favor de una cooperación Sur-Sur sin disimulo, el mundo está hecho para que podamos trabajar (juntos), afirmó el canciller nigeriano, Olugbenga Ashiru, al iniciar el jueves el foro de Malabo.
"La influencia y el dinamismo económico de Brasil deben verse como algo positivo. Brasil y China le han demostrado a África que el desarrollo es posible", destacó el ministro de Zonas Económicas Especiales del Congo, Alain Akouala Atipault.
"Hasta ayer África tenía relaciones de cooperación solamente con las ex potencias colonizadoras. La emergencia de China y Brasil ofrece una posibilidad de cooperación Sur-Sur. En el Congo, estamos preparando el desarrollo de zonas económicas especiales y Brasil, China y Singapur nos servirán de modelo", añade.
El presidente guineano Alpha Condé, que estuvo recientemente en el país sudamericano, llegó a la conclusión de que los africanos tienen "mucho que aprender de Brasil en temas de agricultura e investigación".
Y el primer embajador de Burkina Faso en Brasilia, Alain Jean Gustave Ilboudo, constata que "en este momento hay una dinámica muy perceptible de interés de Brasil por África", con amplia movilización de las temáticas del origen africano de numerosos brasileños.
"Los brasileños se sienten cerca de África, contrariamente a los chinos", subraya.
Las relaciones conjugan proyectos de inversión e intercambios comerciales.
Brasil exporta azúcar a Nigeria y es el tercer importador de petróleo nigeriano, detrás Estados Unidos e India. También hay consultas con vistas a la privatización de la red eléctrica del gigante africano.
El comercio entre Brasil y Africa saltó de 4.200 millones de dólares en 2000 a más de 20.000 millones anuales en setiembre pasado, con exportaciones por 8.700 millones de dólares (sobre todo bienes manufacturados) e importaciones por 11.600 millones (principalmente materias primas), según cifras oficiales brasileñas.
Un alto funcionario senegalés percibe sin embargo que Rousseff parece prestar menos atención al África que Lula, pese a que ambos pertenecen a la misma fuerza política, el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda). "Así como el presidente Lula era internacionalista, la dama actualmente en el poder parece más abocada a problemas internos", comenta.
Aunque ya no todo es fútbol, el fútbol brasileño sigue siendo una imagen de marca importante.
Así lo reconoció el entrenador de la Seleção, Mano Menezes, tras el amistoso jugado a inicios de mes en Libreville, en el que Brasil derrotó por 2 a 0 a Gabón.
"Nos invitan a este tipo (de partidos) por lo que representa la selección brasileña. No podemos ignorar ese papel", comentó.
El acercamiento con África recibió un fuerte impulso bajo la presidencia de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), quien realizó diez visitas a ese continente. Su sucesora, Dilma Rousseff, visitó el mes pasado Sudáfrica, Mozambique y Angola y envió a Malabo a su canciller, Antonio Patriota.
Brasil dejó de ser a ojos de los africanos un mero sinónimo de fútbol y samba y se convirtió en un modelo que le permitió aliviar el peso de su deuda y enfrentar la corrupción -dos fenómenos que corroen el desarrollo de África- para situarse entre las diez mayores economías del planeta.
Petrobras y la minera Vale son dos gigantes muy activos en la región.
En Mozambique, un país lusófono como Brasil, Vale invirtió 1.700 millones de dólares en la mina de carbón de Moatiza (noroeste) y prevé invertir 2.000 millones más en otros proyectos. Sus actividades dan trabajo a unas 10.000 personas, incluyendo la cadena de subcontratistas.
En Gabón, Vale quedó afuera del proyecto Belinga, un gran yacimiento de hierro, pero aún no se dio por vencido, dado que la explotación concedida inicialmente a consorcios chinos quedó en suspenso, por motivos atribuidos tanto a la crisis mundial como a dudas de las autoridades del país.
Muchas otras empresas de menor fama buscan oportunidades en el continente africano en sectores tan diversos como las obras públicas, la industria farmacéutica, la aeronáutica y la generación eléctrica. Entre sus argumentos sobresalen la pericia técnica en condiciones a menudo similares a las de África, ya sean climáticas o humanas.
Pero para África, Brasil es ante todo un aliado que puede contrarrestar la influencia de Europa y Estados Unidos.
"Estoy a favor de una cooperación Sur-Sur sin disimulo, el mundo está hecho para que podamos trabajar (juntos), afirmó el canciller nigeriano, Olugbenga Ashiru, al iniciar el jueves el foro de Malabo.
"La influencia y el dinamismo económico de Brasil deben verse como algo positivo. Brasil y China le han demostrado a África que el desarrollo es posible", destacó el ministro de Zonas Económicas Especiales del Congo, Alain Akouala Atipault.
"Hasta ayer África tenía relaciones de cooperación solamente con las ex potencias colonizadoras. La emergencia de China y Brasil ofrece una posibilidad de cooperación Sur-Sur. En el Congo, estamos preparando el desarrollo de zonas económicas especiales y Brasil, China y Singapur nos servirán de modelo", añade.
El presidente guineano Alpha Condé, que estuvo recientemente en el país sudamericano, llegó a la conclusión de que los africanos tienen "mucho que aprender de Brasil en temas de agricultura e investigación".
Y el primer embajador de Burkina Faso en Brasilia, Alain Jean Gustave Ilboudo, constata que "en este momento hay una dinámica muy perceptible de interés de Brasil por África", con amplia movilización de las temáticas del origen africano de numerosos brasileños.
"Los brasileños se sienten cerca de África, contrariamente a los chinos", subraya.
Las relaciones conjugan proyectos de inversión e intercambios comerciales.
Brasil exporta azúcar a Nigeria y es el tercer importador de petróleo nigeriano, detrás Estados Unidos e India. También hay consultas con vistas a la privatización de la red eléctrica del gigante africano.
El comercio entre Brasil y Africa saltó de 4.200 millones de dólares en 2000 a más de 20.000 millones anuales en setiembre pasado, con exportaciones por 8.700 millones de dólares (sobre todo bienes manufacturados) e importaciones por 11.600 millones (principalmente materias primas), según cifras oficiales brasileñas.
Un alto funcionario senegalés percibe sin embargo que Rousseff parece prestar menos atención al África que Lula, pese a que ambos pertenecen a la misma fuerza política, el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda). "Así como el presidente Lula era internacionalista, la dama actualmente en el poder parece más abocada a problemas internos", comenta.
Aunque ya no todo es fútbol, el fútbol brasileño sigue siendo una imagen de marca importante.
Así lo reconoció el entrenador de la Seleção, Mano Menezes, tras el amistoso jugado a inicios de mes en Libreville, en el que Brasil derrotó por 2 a 0 a Gabón.
"Nos invitan a este tipo (de partidos) por lo que representa la selección brasileña. No podemos ignorar ese papel", comentó.