A esta situación se añade desde octubre la supresión por Rabat de las facilidades otorgadas a los vecinos de Ceuta para entrar en Marruecos, lo que provoca largas colas en el paso fronterizo.
El presidente ceutí, Juan Vivas, ha pedido al ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que en la cumbre de alto nivel que hoy presiden en Madrid los jefes de Gobierno de los dos países, José Luis Rodríguez Zapatero y Abbas el Fassi, se ponga orden en el caos fronterizo, mientras que su homólogo melillense, Juan José Imbroda, insiste en reclamar "más medios".
A la reunión sí acudirán los presidentes de Andalucía, Manuel Chaves, y Canarias, Paulino Rivero. Este último, que visitó Marruecos la semana pasada, quiere un compromiso sobre la ampliación del puerto de Tarfaya, lo que permitiría reanudar las comunicaciones marítimas con el archipiélago.
Un portavoz de La Moncloa indicó ayer que Andalucía y Canarias han sido invitadas a la reunión "porque su nivel de competencias lo justifica". Lo que sirve a la inversa para Ceuta y Melilla. Lo cierto es que, si España insistiera en invitar a los presidentes de las dos plazas norteafricanas, probablemente no habría reunión. Vivas e Imbroda lo saben. Por eso, no lo han pedido formalmente. Lo que le interesa a Vivas es acabar con lo que los ceutíes denominan su "muro de Berlín comercial" con Marruecos. Ceuta carece de frontera comercial con el país vecino. Al contrario que Melilla, no puede exportar ni importar productos de manera legal. Todo el comercio (más de 500 millones de euros al año), es de contrabando.
Es una situación "anómala" entre dos países que viven una luna de miel en sus relaciones. Y más aún cuando Marruecos ha logrado hace dos meses un estatuto que le convierte en socio privilegiado de la UE. Ceuta quiere pedir en 2009 al Gobierno que tramite en Bruselas su adhesión a la Unión Aduanera de la que quiso quedar excluida en 1986 cuando España ingresó en la Comunidad Europea. Probablemente Melilla siga sus pasos.