“El imperio yanqui quiere convertir a Colombia en el Israel de América Latina (...) El presidente yanqui está convirtiendo a Colombia en una plataforma para agredir a pueblos hermanos y yo tengo la responsabilidad moral de denunciarlo”, declaró Chávez en un discurso ante la Asamblea Nacional (Parlamento).
Un acuerdo militar en estudio que permitiría a Estados Unidos usar tres bases colombianas para sus operaciones antidroga en la región ha provocado un malestar en varios países vecinos, entre ellos Venezuela.
Chávez consideró que el “primer objetivo” de Estados Unidos al establecer las bases colombianas será Venezuela, e instó a su homólogo Álvaro Uribe a razonar “las consecuencias que este hecho puede traer para toda la región” y “evitar otra tragedia en estas tierras”.
Según el mandatario venezolano, el presidente estadounidense Barack Obama “se está desfigurando y su máscara se está derritiendo”.
“Él debe saber que si se enfrenta al imperio (estadounidense) terminará muerto y seguramente prefirió vivir, dejar hacer y dejar pasar (...) Pero el imperio sin jefe es más peligroso que el imperio con jefe, el cuadro podría ser más peligroso para la paz del mundo”, agregó.
Finalmente, Chávez mencionó las acusaciones de la directora general de la Cancillería israelí para América Latina, Dorit Shavit, quien declaró el viernes que Venezuela ofrece documentos falsos a iraníes para que puedan circular por la región.
Leyendo textualmente las declaraciones de Shavit, Chávez consideró que sus palabras forman parte de un plan más amplio de “agresión” contra Venezuela.
“Tienen planes para invadirnos y están ocupando nuestro flanco izquierdo, desde el norte, allá en la Guajira (colombiana), en el Caribe de Cartagena, hasta el sur, allá abajo, en el (río) Orinoco”, expresó Chávez en un acto militar transmitido por la televisión pública venezolana.
A las pocas horas, en la mañana del viernes, Miguel Carvajal, ministro ecuatoriano de la Seguridad, aseguraba que no se podía descartar “una escalada de orden militar” entre Colombia y Ecuador.
El anuncio del gobierno colombiano, el 15 de julio, de que permitiría el uso controlado de tres de sus bases por Estados Unidos en el marco de la lucha antidrogas --en especial para compensar el cierre desde el 17 de la base de Manta (Ecuador)-- ha despertado heridas antiguas, creadas por las bien conocidas invasiones estadounidenses en América, empezando por la de Bahía de Cochinos en 1961.
Pero tras el cierre de Manta, para Estados Unidos (primer consumidor de la cocaína colombiana) mantener la lucha antidrogas es esencial. También lo es --como recalca un reciente informe del Instituto de estudios geoestratégicos de la Universidad Nueva Granada-- mantener “una presencia militar efectiva en América Latina”.
“Colombia ha irrumpido como el nuevo pivote de la geopolítica” continental del Estados Unidos de Obama, considera Juan Carlos Eastman, su director.
Y así surgió para la administración de Obama un dilema complejo.
Por una parte, el convenio “es consecuente con el principio de corresponsabilidad en el tema de la producción y consumo de sustancias psicotrópicas que Colombia adujo ante la ONU, y que fue respaldado por el concierto de las naciones latinoamericanas”, explica el general colombiano Henry Medina, ex director de la Escuela Superior de Guerra.
Es más, para el analista venezolano Adolfo Taylhardat, Chávez difícilmente puede enojarse, cuando él mismo ofreció a Rusia “la posibilidad de que naves de la marina de guerra, incluso aviones, maniobraran en Venezuela”.
Por otro lado, sin embargo, la instalación de las bases “renueva las relaciones antagónicas del país del norte con los gobiernos de izquierda, que Obama buscaba superar”, asegura Carlos Espinosa, coordinador de Relaciones Internacionales de la Universidad San Francisco de Quito.
Un acuerdo militar en estudio que permitiría a Estados Unidos usar tres bases colombianas para sus operaciones antidroga en la región ha provocado un malestar en varios países vecinos, entre ellos Venezuela.
Chávez consideró que el “primer objetivo” de Estados Unidos al establecer las bases colombianas será Venezuela, e instó a su homólogo Álvaro Uribe a razonar “las consecuencias que este hecho puede traer para toda la región” y “evitar otra tragedia en estas tierras”.
Según el mandatario venezolano, el presidente estadounidense Barack Obama “se está desfigurando y su máscara se está derritiendo”.
“Él debe saber que si se enfrenta al imperio (estadounidense) terminará muerto y seguramente prefirió vivir, dejar hacer y dejar pasar (...) Pero el imperio sin jefe es más peligroso que el imperio con jefe, el cuadro podría ser más peligroso para la paz del mundo”, agregó.
Finalmente, Chávez mencionó las acusaciones de la directora general de la Cancillería israelí para América Latina, Dorit Shavit, quien declaró el viernes que Venezuela ofrece documentos falsos a iraníes para que puedan circular por la región.
Leyendo textualmente las declaraciones de Shavit, Chávez consideró que sus palabras forman parte de un plan más amplio de “agresión” contra Venezuela.
Acuerdo militar: juego de equilibrio para Washington
Asimismo, el presidente venezolano aseguró el jueves en la noche que el ejército estadounidense tiene “planes para invadir” su país desde el este de Colombia, donde hay “una fuerza militar yanqui”.“Tienen planes para invadirnos y están ocupando nuestro flanco izquierdo, desde el norte, allá en la Guajira (colombiana), en el Caribe de Cartagena, hasta el sur, allá abajo, en el (río) Orinoco”, expresó Chávez en un acto militar transmitido por la televisión pública venezolana.
A las pocas horas, en la mañana del viernes, Miguel Carvajal, ministro ecuatoriano de la Seguridad, aseguraba que no se podía descartar “una escalada de orden militar” entre Colombia y Ecuador.
El anuncio del gobierno colombiano, el 15 de julio, de que permitiría el uso controlado de tres de sus bases por Estados Unidos en el marco de la lucha antidrogas --en especial para compensar el cierre desde el 17 de la base de Manta (Ecuador)-- ha despertado heridas antiguas, creadas por las bien conocidas invasiones estadounidenses en América, empezando por la de Bahía de Cochinos en 1961.
Pero tras el cierre de Manta, para Estados Unidos (primer consumidor de la cocaína colombiana) mantener la lucha antidrogas es esencial. También lo es --como recalca un reciente informe del Instituto de estudios geoestratégicos de la Universidad Nueva Granada-- mantener “una presencia militar efectiva en América Latina”.
“Colombia ha irrumpido como el nuevo pivote de la geopolítica” continental del Estados Unidos de Obama, considera Juan Carlos Eastman, su director.
Y así surgió para la administración de Obama un dilema complejo.
Por una parte, el convenio “es consecuente con el principio de corresponsabilidad en el tema de la producción y consumo de sustancias psicotrópicas que Colombia adujo ante la ONU, y que fue respaldado por el concierto de las naciones latinoamericanas”, explica el general colombiano Henry Medina, ex director de la Escuela Superior de Guerra.
Es más, para el analista venezolano Adolfo Taylhardat, Chávez difícilmente puede enojarse, cuando él mismo ofreció a Rusia “la posibilidad de que naves de la marina de guerra, incluso aviones, maniobraran en Venezuela”.
Por otro lado, sin embargo, la instalación de las bases “renueva las relaciones antagónicas del país del norte con los gobiernos de izquierda, que Obama buscaba superar”, asegura Carlos Espinosa, coordinador de Relaciones Internacionales de la Universidad San Francisco de Quito.