Chipre, el fin de un sueño del Mediterráneo Oriental


BEIRUT. - En medio siglo he visto como la isla de Chipre, rústica y pobre, descrita en el hermoso libro Bitter lemons de Lawrence Durrell, con sus desvencijados autobuses que desde la plaza de Elefteriales, cerca de la muralla, llevaban a poblaciones costeras, como Larnaca, Limassol, Pafos, con sus campesinos a lomos de sus asnos trotando por los empinados caminos del monte Trodos, se había convertido en floreciente, democrática, república del Mediterráneo oriental.



Chipre
Chipre
A solo media hora en avión de Beirut o de Tel Aviv, ha sido una envidiable plataforma del espionaje, las intrigas bizantinas, las especulaciones financieras. ¡Chipre tan cerca y tan lejos entre Europa y estas tierras levantinas del Oriente Medio!. En mi primer viaje a la isla, allá por el verano de 1965, los barcos no podían aun atracar en el modesto puerto de Larnaca, con sus barracones y pabellones de madera, y era obligado desembarcar en lanchas para alcanzar los muelles. En Nicosia, la capital de murallas venecianas, la angosta calle Ledra se cerraba, bruscamente, con puestos de centinelas, con barricadas, de soldados griegochipriotas, de la Onu, y militares turcochipriotas. La isla, independiente desde 1962 con aquel príncipe bizantino, el descollante arzobispo y etnarca Makarios como presidente, sufrió las disensiones y luchas entre ambas comunidades, la mayoría griega y la minoría turca, desde el principio. El vicepresidente turcochipriota Kutchuk dejó muy pronto de ejercer sus funciones.
Es falso, como a menudo se escribe, que la isla quedase dividida en 1974 tras el golpe de estado frustrado contra el arzobispo Makarios, impulsado desde Atenas por la Junta de coroneles , que aspiraba a la Enosis o unión con Grecia, y la intervención militar de Turquía, ocupando Famagusta y otras poblaciones del norte. Fui testigo, entonces, de aquel conflicto mediterráneo. La ¨línea verde¨ que dividía la capital y el territorio isleño existió desde 1963. La intervención u ocupación de 1974 agravó el hecho consumado de su escisión. La denominada República turca del norte de Chipre no ha conseguido su reconocimiento internacional, y se ha quedado a las puertas de la Unión Europea y de la zona del euro.
Mientras la parte griega de Nicosia, Larnaca, con su ampliado aeropuerto, Limasol, Pafos con la bahía de Afrodita, han sido paraíso de toda suerte de inversiones, con millones de turistas, el norte con Famagusta, Kirenia y su vecina y hermosa abadía de Belapais, están al margen de su fulgurante desarrollo insular.  A mi Kirenia, con sus casas de piedra, alrededor de su puertecito, me evoca el Cadaqués de antaño. Muchos súbditos de la Gran Bretaña eligieron, hace tiempo, aquella costa para vivir plácidamente su jubilación.
Pese a la invasión turca que el gobierno de Ankara siempre justificó por la necesidad de proteger la integridad territorial e independencia de la isla, a los doscientos mil griegochipriotas que tuvieron que abandonar sus casas y desplazarse al sur, el sector griego ha gozado largos años de prosperidad. La guerra civil libanesa de 1975 a 1990 sirvió también para su desarrollo comercial y aéreo. Los turcos siempre han considerado que la isla había sido muy mimada por los europeos. La llegada de los rusos, atraídos por su paraíso financiero, por su estilo de vida mediterráneo, más que por su religión ortodoxa que comparten, ha sido un fenómeno provocado por el desmantelamiento y el fracaso de la Unión Soviética.
La república chipriota ha tenido un partido comunista muy arraigado, el AKEL, al que pertenecía, por ejemplo el anterior jefe del Estado, al que sucedió tras la última elección el conservador Nikos Anastasiades. En Chipre la guerrilla del coronel Grivas, la EOKA, combatió a los soldados británicos promediado el decenio de los cincuenta por la Enosis o unión con Grecia. Y en 1983 los turcochipiotas se proclamaron independientes de la república. Esta crisis financiera es un gran vuelco en su existencia. Recuerdo que el pasado verano, en el paseo marítimo Lárnaca cerca del histórico hotel Four Lanterns, convertido en un establecimiento de lujo para millonarios rusos, Kostas y Sofía que con su “Autobus del amor¨ paseaban a los visitantes por la ciudad, despotricaban sin descanso, contra el gobierno del Akel y las mafias de Moscú. Entonces era difícil imaginar, sin embargo, la catástrofe que se avecinaba sobre esta isla que todos creían invulnerable.
Tomás Alcoverro
Miércoles, 1 de Mayo 2013
La Vanguardia, Barcelona, España
           


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