Cuando era niño se golpeó la cabeza, incidente al que todos acusarían su supuesta locura. Sin embargo, para otros fue precisamente ese golpe la razón de su genialidad. Viviendo dos mundos paralelos. Combinó su faceta de abogado con aquella vocacional, la de escritor. Al acabar la carrera trabajó como profesor en la Universidad Central, pero no por ello dejó anclada su trayectoria literaria y pronto empezaría a publicar cuentos y relatos en los periódicos y revistas más importantes de Ecuador. Siempre mirando hacia Europa ha dejado un abundante legado literario, que va del ensayo al teatro, pasando por la novela y los relatos breves.
Similitudes literarias. Un hombre muerto a puntapiés se publica por primera vez en España. Es una recopilación de cuentos, fáciles de leer, que contienen grandes dosis de surrealismo y multitud de referencias culturales, que recuerdan a El Aleph de Borges. Sus dos primeros relatos, Un hombre muerto a puntapiés y El antrólogo, son un ejemplo de cómo Palacio tenía presente la tendencia estética que se utilizaba en el continente europeo. Prueba de ello son los juegos con la grafía y las palabras que la editorial Sieteleguas ha intentado mantener.
La elegancia de la sencillez. Menos es más. El libro está divido en dos partes, la primera recoge material inédito y la segunda aglutina lo ya publicado. Relatos de no más de cinco páginas que muestran el compromiso de un hombre preocupado por el estado del Sistema y los movimientos sociales de la época. Con una mirada siempre crítica con la que intentaba hallar la manera de aplicar en su país las teorías que surgían en Europa.
Lectura entrelíneas. Cuentos sin pretensiones, literatura ideal para combatir las altas temperaturas del verano, pero cargados de dobles sentidos que dejan al lector con un buen sabor de boca tras la lectura. Con esta recopilación se confirma como el autor joven más comprometido y admirado entre la intelectualidad de su tiempo.
Similitudes literarias. Un hombre muerto a puntapiés se publica por primera vez en España. Es una recopilación de cuentos, fáciles de leer, que contienen grandes dosis de surrealismo y multitud de referencias culturales, que recuerdan a El Aleph de Borges. Sus dos primeros relatos, Un hombre muerto a puntapiés y El antrólogo, son un ejemplo de cómo Palacio tenía presente la tendencia estética que se utilizaba en el continente europeo. Prueba de ello son los juegos con la grafía y las palabras que la editorial Sieteleguas ha intentado mantener.
La elegancia de la sencillez. Menos es más. El libro está divido en dos partes, la primera recoge material inédito y la segunda aglutina lo ya publicado. Relatos de no más de cinco páginas que muestran el compromiso de un hombre preocupado por el estado del Sistema y los movimientos sociales de la época. Con una mirada siempre crítica con la que intentaba hallar la manera de aplicar en su país las teorías que surgían en Europa.
Lectura entrelíneas. Cuentos sin pretensiones, literatura ideal para combatir las altas temperaturas del verano, pero cargados de dobles sentidos que dejan al lector con un buen sabor de boca tras la lectura. Con esta recopilación se confirma como el autor joven más comprometido y admirado entre la intelectualidad de su tiempo.