Cincuenta años después de su muerte, Pamplona recuerda a Ernest Hemingway


PAMPLONA. - En el hotel La Perla su habitación está intacta, igual que cuando dormía en los años 50. Cincuenta años después de la muerte de Ernest Hemingway, Pamplona recuerda al célebre escritor, que dio una proyección internacional a las fiestas más conocidas de España.



Hemingway, en Pamplona.
Hemingway, en Pamplona.
Como si el tiempo se hubiera parado, la habitación 217 del hotel más lujoso de Pamplona, abierto hace 130 años, conserva el aspecto de la época del premio Nobel de literatura 1954, pero con una televisión.
Hoy los turistas pueden pasar la noche si pagan entre 525 y 1.800 euros la noche en el hotel durante las fiestas.
Hemingway "es la persona que nos ha dado una proyección universal, por sus estancias en la ciudad, en ese hotel, donde tenía su propia habitación", subraya Fernando Hualde, recepcionista de La Perla y especialista en el autor estadounidense.
En su primera visita, en 1923, Ernest Hemingway cubrió las fiestas para el diario canadiense Toronto Star. El joven periodista se enamora de San Fermín, con su mezcla de fiesta, corridas y encierros durante nueve días.
Regresa en al menos nueve ocasiones y describe el ambiente en su novela "The sun also rises" (1926).
"Ha aportado mucho a las fiestas de San Fermín y las fiestas le han aportado mucho a él", asegura Hualde, que ha escrito varios libros sobre el novelista.
Entonces La Perla "era el hotel taurino de la ciudad, el hotel siempra daba la misma habitación al torero más antiguo, esa habitación era la 217".
"Hemingway, que hacía la vida en el hotel, tenía mucha amistad con algunos de ellos y la confianza suficiente como para que ellos le permitiesen subir a la habitación para asistir a ese ritual de ponerse un traje de luces en los años 50, cuando él ya es un escritor importante, cuando él se permite el lujo de poder alojarse ya en esa habitación que para él era mítica".
Pero el escritor nunca corrió los encierros porque tenía miedo de los toros, precisa.
Las huellas de Hemingway están aún muy presentes en Pamplona. Un busto del escritor preside la entrada de la plaza de toros y el mítico café Iruña, que frecuentaba, cuenta con una zona "Hemingway".
Sus narraciones han hecho llegar hacia la capital de Navarra a generaciones de jóvenes anglosajones, estadounidenses, británicos, australianos, neozelandeses y canadienses.
Jim Rhodin, de 71 años, lleva 21 años viniendo. "Hemingway situó Pamplona en el mapa, he leído todos sus libros", asegura este estadounidense originario de Atlanta, que cultiva un cierto aire parecido al del escritor.
"Muchos de nosotros, sobre todo anglosajones, estamos aquí gracias a Hemingway. San Fermín no sería lo que es hoy sin él", asegura el estadounidense Robert Mykle, de 58 años, que organiza cada primavera con su asociación "Amigos de Pamplona" un mini San Fermín en Florida incluso con encierros.
Larry Mazlack, un canadiense con visera y barba blanca, viene todos los años desde 1976, ha leído todos los libros de Hemingway pero dice no estar en Pamplona gracias a él.
"Conocí a una chica en un camping en Alemania que me dijo: 'Me voy a Pamplona, así que si quieres conocerme más, ven conmigo', y me dije que era una locura, pero vine", relata.
Hemingway se suicidó el 2 de julio de 1961, días después de anular su reserva de la habitación 217 de La Perla.
Viernes, 8 de Julio 2011
AFP (Agencia France-Presse)
           


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