Inicio
Política
Una intervención bélica, capitaneada por Estados Unidos, después de los atentados del 11 de septiembre de 2011, y concebida como una respuesta en forma de "guerra justa" para acabar con Osama bin Laden, desbaratar la red de Al Qaida y arrebatar a los talibanes las riendas del poder en Kabul. Para que la democracia se impusiera a la barbarie.
Once años después, cuando las fuerzas armadas occidentales están haciendo las maletas por considerar que se han cumplido los objetivos, Marquardt se interesa por lo que piensan hoy los propios afganos de esa ocupación extranjera en forma de miles de uniformados, funcionarios, voluntarios o empleados de multinacionales.
"La temática inicial era muy amplia, abarcaba la historia, la guerra, las drogas, la mujer, la educación... pero se fue centrando en la parte histórica", explica a la AFP el realizador y camarógrafo argentino afincado en París.
Para intentar conocer también las verdaderas razones que impulsaron a lanzar la operación y han ido guiando sus diferentes etapas históricas, Marquardt recoge hasta 23 testimonios que van de Lajdar Brahimi, alto funcionario de la ONU, al expresidente pakistaní Pervez Musharraf, pasando por agentes secretos, de la CIA, afganos y pakistaníes; militares estadounidenses y franceses, señores de la guerra, especialistas, también portavoces de los talibanes.
"No tiene sentido una guerra de diez años en Afganistán para acabar con Bin Laden, con decenas de miles de víctimas civiles y más de 3.000 soldados de la coalición muertos, si es para encontrarlo en Pakistán y con un equipo reducido a unas decenas de personas", resume.
Marquardt está convencido de que Afganistán ha sido sobre todo "un terreno de maniobras", convencido también de que los talibanes "se hubieran caído solos en cuestión de meses".
Los occidentales hubieran podido llegar a un acuerdo con ellos, asegura, pero optaron por echarlos recurriendo a señores de la guerra que, advierte, "cortan ahora el bacalao y no quieren la paz porque la guerra alimenta muchas bocas".
La actualidad recuerda con tozuda regularidad el auge de la actividad de los talibanes y Marquardt llama la atención sobre la difícil situación de la mujer, una de las razones invocadas en su momento para justificar la intervención militar. "La situación de las mujeres afganas no ha cambiado en el país, en la capital quizás sí, pero no en el campo", insiste.
Marquardt, con Eric de Lavarène y Nadia Blétry, han recogido el equivalente a 1.400 páginas de entrevistas a lo largo de más de 16 semanas de filmación en Afganistán, Estados Unidos, Francia, Dubai y Pakistán.
El montaje se ha prolongado ocho meses y el ingente material recabado alimentará también una edición dvd y un sitio en internet.
La productora parisina Le Point du Jour ha contado con un presupuesto de 300.000 euros para llevar a cabo "Afganistán, el precio de la venganza" por cuenta de la cadena pública francesa France 3, que programa el documental este lunes pasadas las once de la noche, una hora más tardía de lo habitual para una inversión de este calibre. "Será que se asustaron un poco", bromea Marquardt.
La película está programada al mismo tiempo, y en horario de máxima audiencia, por las televisiones SVT sueca, RTS suiza y NRK noruega.
Marquardt, de 59 años, que en 2001 realizó "Yo, sor Alice", sobre la monja francesa Alice Domon, detenida-desaparecida durante la dictadura militar argentina, vive en Francia desde 1981 y se prepara ahora para abordar otro tema candente, la violencia en la isla francesa de Córcega.
Once años después, cuando las fuerzas armadas occidentales están haciendo las maletas por considerar que se han cumplido los objetivos, Marquardt se interesa por lo que piensan hoy los propios afganos de esa ocupación extranjera en forma de miles de uniformados, funcionarios, voluntarios o empleados de multinacionales.
"La temática inicial era muy amplia, abarcaba la historia, la guerra, las drogas, la mujer, la educación... pero se fue centrando en la parte histórica", explica a la AFP el realizador y camarógrafo argentino afincado en París.
Para intentar conocer también las verdaderas razones que impulsaron a lanzar la operación y han ido guiando sus diferentes etapas históricas, Marquardt recoge hasta 23 testimonios que van de Lajdar Brahimi, alto funcionario de la ONU, al expresidente pakistaní Pervez Musharraf, pasando por agentes secretos, de la CIA, afganos y pakistaníes; militares estadounidenses y franceses, señores de la guerra, especialistas, también portavoces de los talibanes.
"No tiene sentido una guerra de diez años en Afganistán para acabar con Bin Laden, con decenas de miles de víctimas civiles y más de 3.000 soldados de la coalición muertos, si es para encontrarlo en Pakistán y con un equipo reducido a unas decenas de personas", resume.
Marquardt está convencido de que Afganistán ha sido sobre todo "un terreno de maniobras", convencido también de que los talibanes "se hubieran caído solos en cuestión de meses".
Los occidentales hubieran podido llegar a un acuerdo con ellos, asegura, pero optaron por echarlos recurriendo a señores de la guerra que, advierte, "cortan ahora el bacalao y no quieren la paz porque la guerra alimenta muchas bocas".
La actualidad recuerda con tozuda regularidad el auge de la actividad de los talibanes y Marquardt llama la atención sobre la difícil situación de la mujer, una de las razones invocadas en su momento para justificar la intervención militar. "La situación de las mujeres afganas no ha cambiado en el país, en la capital quizás sí, pero no en el campo", insiste.
Marquardt, con Eric de Lavarène y Nadia Blétry, han recogido el equivalente a 1.400 páginas de entrevistas a lo largo de más de 16 semanas de filmación en Afganistán, Estados Unidos, Francia, Dubai y Pakistán.
El montaje se ha prolongado ocho meses y el ingente material recabado alimentará también una edición dvd y un sitio en internet.
La productora parisina Le Point du Jour ha contado con un presupuesto de 300.000 euros para llevar a cabo "Afganistán, el precio de la venganza" por cuenta de la cadena pública francesa France 3, que programa el documental este lunes pasadas las once de la noche, una hora más tardía de lo habitual para una inversión de este calibre. "Será que se asustaron un poco", bromea Marquardt.
La película está programada al mismo tiempo, y en horario de máxima audiencia, por las televisiones SVT sueca, RTS suiza y NRK noruega.
Marquardt, de 59 años, que en 2001 realizó "Yo, sor Alice", sobre la monja francesa Alice Domon, detenida-desaparecida durante la dictadura militar argentina, vive en Francia desde 1981 y se prepara ahora para abordar otro tema candente, la violencia en la isla francesa de Córcega.
