Miles de personas alrededor de la pirámide maya en Chichen Itzá
Tras saludar con una pequeña llama a los cuatro puntos cardinales, un sacerdote maya encendió a sus pies el fuego nuevo en una ceremonia realizada en el cenote -un estanque formado por aguas subterráneas- de Zaci, en pleno corazón de la ciudad de Valladolid, distante 40 km del sitio arqueológico de Chichén Itzá (Yucatán, sureste de México).
"Estamos aquí para cargarnos de energía, para comprometernos a cambiar nuestra alma", afirmó el sacerdote maya en la ceremonia, casi en tinieblas por el techo de roca que cubre la mitad del cenote y por las nubes que se tradujeron en un amanecer lluvioso.
Los pueblos mayas, cultura que se desarrolló en el sureste de México y en Guatemala, El Salvador, Honduras y Belice, celebran este viernes el inicio de un nuevo ciclo según su cuenta larga, que llega al baktum 13, la mayor unidad de tiempo, que equivale a 144.000 días cada uno.
En Chichén Itzá, un intenso viento contribuyó a disipar parcialmente las nubes, alejó la lluvia y permitió a miles de visitantes, que desde la madrugada esperaban para ingresar al sitio arqueológico, celebrar danzas y ceremonias ante la pirámide de Kukulkán, la "serpiente emplumada", la mayor deidad maya.
El sitio arqueológico abrió sus puertas dos horas antes de lo habitual para que los visitantes (se espera a un total de entre 25.000 y 35.000 personas) pudieran apreciar el amanecer frente a la pirámide, uno de los mayores legados arquitectónicos dejados por los mayas.
Cientos de personas, de distintas razas y edades, pero con el común denominador de su ropa blanca, y en algunos casos con tocados de plumas en la cabeza, danzaron en círculo en torno de la pirámide tomados de la mano. "Que venga la liberación, la paz en esta nueva era", pidió el danzante que encabezó la ceremonia.
Esperanza por un mundo mejor
"Este es un día muy especial. Los mayas eran los depositarios de la sabiduría de todo lo que está pasando ahora", comenta a la AFP Ann Silje, una noruega que planeó durante dos años este viaje, ya que considera que este viernes se produce una "alineación cósmica" que presagia "un mundo mejor".
Vestida de blanco y con una cruz de plata adornada con turquesas que marcan los puntos cardinales, Silje observa la ceremonia mientras a su lado, un joven somalí, Sebastian, casi con tono sorprendido le cuestiona: "¿Realmente crees que viene un mundo mejor, un cambio? Espero sea así, mi pueblo ha sufrido".
Ambos se dan un abrazo fraterno al pie de la pirámide. "Para ustedes en África vienen muchas cosas buenas", afirma la noruega.
Las manifestaciones de esperanza registradas este viernes contrarrestaron las interpretaciones apocalípticas que películas y libros dieron a la fecha, y que fueron rechazadas por los indígenas mayas, así como por los estudiosos de esa cultura.
Esta fecha aparece en una estela (piedra tallada), el Monumento 6, hallada en el sitio de El Tortuguero, en Tabasco, en el este de México.
"Esa estela lo que nos dice es que el gobernante del Tortuguero era tan grande, tan importante, que su influencia iba a sobrevivir hasta el baktum 13. Esto no es el fin del mundo, es una oportunidad para la esperanza en una conciencia humana mejor", explica Miguel Tum, un anciano maya en Valladolid, un pueblo cuyas calles coloniales fueron invadidas por turistas que desde allí partían hacia los centros arqueológicos, los cenotes o a las playas del Caribe, a poco más de 100 km de distancia.
La rentabilidad del fin del mundo
En México, las mayores concentraciones y eventos se dieron en Yucatán, que alberga Chichén Itzá, y en Quintana Roo, donde se localizan los balnearios de Cancún y la Riviera Maya, además de sitios arqueológicos como Tulum y Cobá.
La ola de turistas se ha traducido en jugosas ganancias para el sector turístico del Caribe mexicano, con una ocupación hotelera del 95%, unos 10 puntos más que en el pasado verano boreal. Se estima que 135.000 turistas pasaran el fin de semana en la zona, según la Secretaria de Turismo.
Al amanecer del viernes hubo "últimas cenas" a unos 300 dólares de promedio en haciendas de Yucatán, así como fiestas en exclusivos hoteles de Cancún. En ese balneario unas 20.000 personas -según el gobierno local- asistieron a un concierto de Juan Gabriel para recibir la nueva era.
"Estamos aquí para cargarnos de energía, para comprometernos a cambiar nuestra alma", afirmó el sacerdote maya en la ceremonia, casi en tinieblas por el techo de roca que cubre la mitad del cenote y por las nubes que se tradujeron en un amanecer lluvioso.
Los pueblos mayas, cultura que se desarrolló en el sureste de México y en Guatemala, El Salvador, Honduras y Belice, celebran este viernes el inicio de un nuevo ciclo según su cuenta larga, que llega al baktum 13, la mayor unidad de tiempo, que equivale a 144.000 días cada uno.
En Chichén Itzá, un intenso viento contribuyó a disipar parcialmente las nubes, alejó la lluvia y permitió a miles de visitantes, que desde la madrugada esperaban para ingresar al sitio arqueológico, celebrar danzas y ceremonias ante la pirámide de Kukulkán, la "serpiente emplumada", la mayor deidad maya.
El sitio arqueológico abrió sus puertas dos horas antes de lo habitual para que los visitantes (se espera a un total de entre 25.000 y 35.000 personas) pudieran apreciar el amanecer frente a la pirámide, uno de los mayores legados arquitectónicos dejados por los mayas.
Cientos de personas, de distintas razas y edades, pero con el común denominador de su ropa blanca, y en algunos casos con tocados de plumas en la cabeza, danzaron en círculo en torno de la pirámide tomados de la mano. "Que venga la liberación, la paz en esta nueva era", pidió el danzante que encabezó la ceremonia.
Esperanza por un mundo mejor
"Este es un día muy especial. Los mayas eran los depositarios de la sabiduría de todo lo que está pasando ahora", comenta a la AFP Ann Silje, una noruega que planeó durante dos años este viaje, ya que considera que este viernes se produce una "alineación cósmica" que presagia "un mundo mejor".
Vestida de blanco y con una cruz de plata adornada con turquesas que marcan los puntos cardinales, Silje observa la ceremonia mientras a su lado, un joven somalí, Sebastian, casi con tono sorprendido le cuestiona: "¿Realmente crees que viene un mundo mejor, un cambio? Espero sea así, mi pueblo ha sufrido".
Ambos se dan un abrazo fraterno al pie de la pirámide. "Para ustedes en África vienen muchas cosas buenas", afirma la noruega.
Las manifestaciones de esperanza registradas este viernes contrarrestaron las interpretaciones apocalípticas que películas y libros dieron a la fecha, y que fueron rechazadas por los indígenas mayas, así como por los estudiosos de esa cultura.
Esta fecha aparece en una estela (piedra tallada), el Monumento 6, hallada en el sitio de El Tortuguero, en Tabasco, en el este de México.
"Esa estela lo que nos dice es que el gobernante del Tortuguero era tan grande, tan importante, que su influencia iba a sobrevivir hasta el baktum 13. Esto no es el fin del mundo, es una oportunidad para la esperanza en una conciencia humana mejor", explica Miguel Tum, un anciano maya en Valladolid, un pueblo cuyas calles coloniales fueron invadidas por turistas que desde allí partían hacia los centros arqueológicos, los cenotes o a las playas del Caribe, a poco más de 100 km de distancia.
La rentabilidad del fin del mundo
En México, las mayores concentraciones y eventos se dieron en Yucatán, que alberga Chichén Itzá, y en Quintana Roo, donde se localizan los balnearios de Cancún y la Riviera Maya, además de sitios arqueológicos como Tulum y Cobá.
La ola de turistas se ha traducido en jugosas ganancias para el sector turístico del Caribe mexicano, con una ocupación hotelera del 95%, unos 10 puntos más que en el pasado verano boreal. Se estima que 135.000 turistas pasaran el fin de semana en la zona, según la Secretaria de Turismo.
Al amanecer del viernes hubo "últimas cenas" a unos 300 dólares de promedio en haciendas de Yucatán, así como fiestas en exclusivos hoteles de Cancún. En ese balneario unas 20.000 personas -según el gobierno local- asistieron a un concierto de Juan Gabriel para recibir la nueva era.