El 15 de agosto, fecha del planeado concierto de Madonna en un antiguo aeropuerto de Varsovia, es a la vez el aniversario de la victoriosa batalla contra la Rusia bolchevique de 1920 que salvó a Polonia de una invasión soviética, y la fiesta religiosa de la Asunción de la Virgen.
Para los organizadores de la protesta se trata de una deliberada provocación sacrílega y exigen que el concierto se celebre en otra fecha. El inspirador de la protesta, un concejal del parlamento provincial de Varsovia, emprendió la campaña con suma energía. "Yo les coloqué contra la pared al presidente de la República, al padre Rydzyk director de la Radio María, a todos los obispos. "¡Veremos qué clase de católicos son ellos!", se jacta Marian Brudzynski.
El concejal dice haber conseguido el respaldo del ex presidente polaco Lech Walesa, conocido por su catolicismo. Walesa confirma que no le gusta que el concierto se celebre el día de la fiesta nacional, pero niega haber respaldado la campaña, duda de que la fecha del concierto sea una coincidencia maliciosa, pero dice estar dispuesto a hablar con Madonna para explicarle que sería mejor cantar en Polonia en otra fecha.
El concejal Budzynki ha solicitado también al actual presidente Lech Kaczynski que impida al concierto, pero la cancillería le ha respondido que el presidente no tiene poderes para hacerlo.
El golpe más doloroso se lo asestó a Brudzynski el arzobispo de Varsovia, cuando aquel le pidió celebrar una misa dentro de la campaña de protesta contra el recital en la plaza frente al Ayuntamiento de Varsovia. El arzobispo Kazimierz Nycz respondió con "agradecimiento por la acción emprendida en una causa justa", que "merece ser respaldada con oración por los curas y fieles", pero rechazó de plano la petición de misa. "La santa misa no puede servir de protesta. La curia no consiente su celebración".
El concejal se siente decepcionado por lo que considera un ejemplo de una "alianza del trono y el altar", pero no se da por derrotado. Ha solicitado la intervención del la conferencia de obispos en pleno a favor de su plan. "Si no podemos tratar una misa como forma de protesta, entonces ¿qué decimos de los sacerdotes que celebraban misas por la patria durante la dictadura comunista?", preguntó en su carta al episcopado.
"Si dejamos de defender solidariamente a la Virgen María, entonces la prometida chispa que ha de despedir nuestra nación para salvar la humanidad se apagará para la desgracia de Polonia y todo el mundo", exhorta el concejal a los obispos.
Mientras esperan la respuesta de la jerarquía, Brudzynski y su comité de protesta piensan organizar, a partir del 1 de agosto, marchas, sentadas y oraciones multitudinarias al aire libre frente al Ayuntamiento. Esperan que vengan a filmarlas equipos de televisión y su campaña cobre capacidad de presión sobre quienes puedan impedir el sacrilegio pop.
En su manifiesto titulado Varsovia no es un cubo de basura, Brudzynski proclama: "Comenzamos como un grupúsculo de varios cientos de personas. Confío en que terminaremos como una multitud rezando en la plaza del Ayuntamiento llena a rebosar".
Para los organizadores de la protesta se trata de una deliberada provocación sacrílega y exigen que el concierto se celebre en otra fecha. El inspirador de la protesta, un concejal del parlamento provincial de Varsovia, emprendió la campaña con suma energía. "Yo les coloqué contra la pared al presidente de la República, al padre Rydzyk director de la Radio María, a todos los obispos. "¡Veremos qué clase de católicos son ellos!", se jacta Marian Brudzynski.
El concejal dice haber conseguido el respaldo del ex presidente polaco Lech Walesa, conocido por su catolicismo. Walesa confirma que no le gusta que el concierto se celebre el día de la fiesta nacional, pero niega haber respaldado la campaña, duda de que la fecha del concierto sea una coincidencia maliciosa, pero dice estar dispuesto a hablar con Madonna para explicarle que sería mejor cantar en Polonia en otra fecha.
El concejal Budzynki ha solicitado también al actual presidente Lech Kaczynski que impida al concierto, pero la cancillería le ha respondido que el presidente no tiene poderes para hacerlo.
El golpe más doloroso se lo asestó a Brudzynski el arzobispo de Varsovia, cuando aquel le pidió celebrar una misa dentro de la campaña de protesta contra el recital en la plaza frente al Ayuntamiento de Varsovia. El arzobispo Kazimierz Nycz respondió con "agradecimiento por la acción emprendida en una causa justa", que "merece ser respaldada con oración por los curas y fieles", pero rechazó de plano la petición de misa. "La santa misa no puede servir de protesta. La curia no consiente su celebración".
El concejal se siente decepcionado por lo que considera un ejemplo de una "alianza del trono y el altar", pero no se da por derrotado. Ha solicitado la intervención del la conferencia de obispos en pleno a favor de su plan. "Si no podemos tratar una misa como forma de protesta, entonces ¿qué decimos de los sacerdotes que celebraban misas por la patria durante la dictadura comunista?", preguntó en su carta al episcopado.
"Si dejamos de defender solidariamente a la Virgen María, entonces la prometida chispa que ha de despedir nuestra nación para salvar la humanidad se apagará para la desgracia de Polonia y todo el mundo", exhorta el concejal a los obispos.
Mientras esperan la respuesta de la jerarquía, Brudzynski y su comité de protesta piensan organizar, a partir del 1 de agosto, marchas, sentadas y oraciones multitudinarias al aire libre frente al Ayuntamiento. Esperan que vengan a filmarlas equipos de televisión y su campaña cobre capacidad de presión sobre quienes puedan impedir el sacrilegio pop.
En su manifiesto titulado Varsovia no es un cubo de basura, Brudzynski proclama: "Comenzamos como un grupúsculo de varios cientos de personas. Confío en que terminaremos como una multitud rezando en la plaza del Ayuntamiento llena a rebosar".