"Picasso juega con el carácter reproducible de la escultura, recuperando y retrabajando sus bronces. Les confiere así un 'status' de obra única en tanto se trata de un 'corpus' múltiple", explica Cécile Godefroy, curadora asociada de la muestra "Picasso-sculptures" (desde el 8 de marzo al 28 de agosto).
Con 240 obras, algunas llegadas desde los grandes museos del mundo (MoMa de Nueva York, Art Institute de Chicago, Tate de Londres, Reina Sofía de Madrid...), esta exposición es la mayor reunión de sus esculturas realizada desde 2000.
Con un formato diferente será presentada en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas (BOZAR) entre el 26 de octubre de este año y el 5 de marzo de 2017. La versión belga contará sobre todo con esculturas etnográficas de la colección personal del propio Picasso y una selección de cerámicas.
Picasso vendió muy temprano sus esculturas. Ya en 1910, el marchante Ambroise Vollard le compró los originales de cinco piezas para fundir en bronce, entre ellas "Le Fou" (el loco) y "Têtes de femme (Fernande)" (cabezas de mujer) de 1906, de las que cuatro ejemplares están expuestos en la muestra, así como dos moldes de yeso para fundición.
"Quisimos contradecir esa idea de que la escultura era el jardín secreto de Picasso", subraya Virginie Perdrisot, curadora de la exposición y conservadora del museo encargada de las esculturas.
Una de las cabezas de Fernande fue comprada por el fotógrafo estadounidense Alfred Stieglitz y presentada en 1913 en el Armory Show (primera exposición de artistas de la vanguardia europea en Estados Unidos).
El juego de Picasso entre series y pieza única es evidente con "Verre d'absinthe" (vaso de absenta). De este motivo privilegiado del cubismo que modeló en cera en 1914 hizo un tiraje de seis ejemplares, cada uno de un color diferente.
Muy pronto también, el joven Picasso imaginaría sus esculturas a escala monumental. Un cambio de dimensión, pero también de materia: modelada en yeso, la obra es fundida en bronce y a veces agrandada a gran escala en cemento, y en algunos casos con una versión en hormigón.
En 1921, Picasso recibió el pedido de un monumento al escritor Guillaume Apollinaire, fallecido pocos años antes. Fue necesario crear y retocar tres esbozos, no obstante, el artista no renunciaría a hacer pasar su arte de la esfera privada a la pública.
En 1930, Picasso compra el castillo de Boisgeloup en Normandía (norte). "Es un momento importante. Por primera vez, dispone de espacios suficientemente grandes para hacer escultura", destaca Godefroy.
La exposición recrea la atmósfera del taller en el que Picasso trabajaba en el moldeado de yeso.
Una nueva serie de una cabeza de mujer de ojos protuberantes es modelada en un estilo muy rústico para luego ser "pasada" a bronce y cemento. "Picasso lleva a su extremo la estética de lo inacabado iniciada por Rodin", según Godefroy.
"Picasso-sculptures" pone en evidencia la asombrosa capacidad del maestro para hacer arte de todo: figuras femeninas surgidas de ramas de árboles, rostros con incisiones de canto, volúmenes en papel, inclusive quemado para convertirlo en la cara de un perro, un pájaro o un busto de mujer. Creaciones éstas tan importantes para él como sus bronces.
En los años 1950, el ecléctico artista retoma la técnica de bronces pintados con "La Liseuse" (la lectora), cuyo original fue realizado en madera y metal, "Cráneo de cabra, botella y vela", de la que varios bronces fueron coloreados.
Dos sujetos que fueron objeto de cuadros, lo que testimonia los frecuentes viajes de ida y vuelta del artista entre la pintura y la escultura.
A partir de los años 1960, Picasso adopta la chapa plegada ("acanalada"). Con la ayuda del maestro herrero Joseph-Marius Tiola convierte maquetas de cartón en obras de chapa, que pinta y a veces reproduce a mayor escala.
Con "La Femme aux bras écartés" (la mujer con los brazos abiertos), Picasso accede a la monumentalidad. Una versión en hormigón fue realizada en colaboración con el artista plástico noruego Carl Nesjar, especialista del grabado sobre este material.
Con 240 obras, algunas llegadas desde los grandes museos del mundo (MoMa de Nueva York, Art Institute de Chicago, Tate de Londres, Reina Sofía de Madrid...), esta exposición es la mayor reunión de sus esculturas realizada desde 2000.
Con un formato diferente será presentada en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas (BOZAR) entre el 26 de octubre de este año y el 5 de marzo de 2017. La versión belga contará sobre todo con esculturas etnográficas de la colección personal del propio Picasso y una selección de cerámicas.
Picasso vendió muy temprano sus esculturas. Ya en 1910, el marchante Ambroise Vollard le compró los originales de cinco piezas para fundir en bronce, entre ellas "Le Fou" (el loco) y "Têtes de femme (Fernande)" (cabezas de mujer) de 1906, de las que cuatro ejemplares están expuestos en la muestra, así como dos moldes de yeso para fundición.
"Quisimos contradecir esa idea de que la escultura era el jardín secreto de Picasso", subraya Virginie Perdrisot, curadora de la exposición y conservadora del museo encargada de las esculturas.
Una de las cabezas de Fernande fue comprada por el fotógrafo estadounidense Alfred Stieglitz y presentada en 1913 en el Armory Show (primera exposición de artistas de la vanguardia europea en Estados Unidos).
El juego de Picasso entre series y pieza única es evidente con "Verre d'absinthe" (vaso de absenta). De este motivo privilegiado del cubismo que modeló en cera en 1914 hizo un tiraje de seis ejemplares, cada uno de un color diferente.
Muy pronto también, el joven Picasso imaginaría sus esculturas a escala monumental. Un cambio de dimensión, pero también de materia: modelada en yeso, la obra es fundida en bronce y a veces agrandada a gran escala en cemento, y en algunos casos con una versión en hormigón.
- 'Hacer arte de todo' -
En 1921, Picasso recibió el pedido de un monumento al escritor Guillaume Apollinaire, fallecido pocos años antes. Fue necesario crear y retocar tres esbozos, no obstante, el artista no renunciaría a hacer pasar su arte de la esfera privada a la pública.
En 1930, Picasso compra el castillo de Boisgeloup en Normandía (norte). "Es un momento importante. Por primera vez, dispone de espacios suficientemente grandes para hacer escultura", destaca Godefroy.
La exposición recrea la atmósfera del taller en el que Picasso trabajaba en el moldeado de yeso.
Una nueva serie de una cabeza de mujer de ojos protuberantes es modelada en un estilo muy rústico para luego ser "pasada" a bronce y cemento. "Picasso lleva a su extremo la estética de lo inacabado iniciada por Rodin", según Godefroy.
"Picasso-sculptures" pone en evidencia la asombrosa capacidad del maestro para hacer arte de todo: figuras femeninas surgidas de ramas de árboles, rostros con incisiones de canto, volúmenes en papel, inclusive quemado para convertirlo en la cara de un perro, un pájaro o un busto de mujer. Creaciones éstas tan importantes para él como sus bronces.
En los años 1950, el ecléctico artista retoma la técnica de bronces pintados con "La Liseuse" (la lectora), cuyo original fue realizado en madera y metal, "Cráneo de cabra, botella y vela", de la que varios bronces fueron coloreados.
Dos sujetos que fueron objeto de cuadros, lo que testimonia los frecuentes viajes de ida y vuelta del artista entre la pintura y la escultura.
A partir de los años 1960, Picasso adopta la chapa plegada ("acanalada"). Con la ayuda del maestro herrero Joseph-Marius Tiola convierte maquetas de cartón en obras de chapa, que pinta y a veces reproduce a mayor escala.
Con "La Femme aux bras écartés" (la mujer con los brazos abiertos), Picasso accede a la monumentalidad. Una versión en hormigón fue realizada en colaboración con el artista plástico noruego Carl Nesjar, especialista del grabado sobre este material.