Dibujos animados soviéticos
En La Habana comenzaron a venderse con éxito camisetas y bolsas impresas con los personajes de programas infantiles de televisión de la ex Unión Soviética, la ex Checoslovaquia, la ex Alemania Oriental, Polonia, Hungría y Bulgaria, que entretenían a los niños cubanos hasta fines de los años 1980.
Series animadas como la polaca "Lolek y Bolek", las soviéticas "Mashinka y el oso" y "Nu, pogodi!", la checa "Los Chapuceros y la húngara "Gustavo" cautivaban a los niños en la isla, en una época en que raramente se veían en la televisión cubana los personajes de Walt Disney -como Mickey, Goofy (Tribilín) o Donald- por efecto del embargo estadounidense.
"Noté que la gente se entusiasmaba y pensé que podría funcionar, pero el alcance que ha tenido es mucho mayor del que pudimos prever", contó a la AFP Darwin Fornés, quien diseñó las coloridas camisetas, que son impresas en un taller estatal de serigrafía de La Habana Vieja.
Su proyecto "Chamakovich" (fusión de chama, niño en Cuba, y del patronímico ruso Kovich) despertó el interés de los visitantes en la Feria de Artesanía Arte en La Rampa, que funciona estos días en La Habana, donde el primer lote de 300 camisetas, con cinco diseños diferentes y a cinco dólares cada una, se agotó rápidamente.
"Estas imágenes tienen mucho valor simbólico, me traen recuerdos de la infancia, y eso es lo que le sucede a la gente", explicó el diseñador de 28 años, quien vestía una camiseta amarilla con el lobo y la liebre de "Nu, pogodi!" (¡Me las pagarás!).
"La gente se interesa, me pregunta dónde la compré y yo los mando a la feria", agregó Fornés, que concibió la idea tras recibir en su cuenta de Facebook fotogramas y videos de esos dibujos animados.
"Legítima recuperación de la memoria"
"Chamakovich" mereció un reporte en el telediario local, mientras que el semanario cultural La Jiribilla dedicó buena parte de su última edición al nuevo hobby.
"¿Operación nostalgia? Alguien ha dicho que la nostalgia vende, y aunque la expresión es brutal, no deja de mostrar un grano de verdad", escribió en el semanario el crítico Pedro de la Hoz.
Por su pobreza tecnológica frente a sus competidores estadounidenses, los dibujos animados del bloque soviético eran también llamados "muñequitos de palo" en la isla, y algunos humoristas decían que los padres castigaban a sus niños indisciplinados obligándolos a ver estas series de televisión.
"Ese sentimiento de rechazo a los 'muñequitos rusos' era algo que tenía que ver más con otras generaciones (mayores, acostumbradas a los dibujos animados estadounidenses), pero los que éramos niños los disfrutamos muchísimo", aseguró Fornés.
De la Hoz subrayó que "para muchos se trata de una legítima recuperación de la memoria, de la asunción, ya sea consciente o emocional, de vivencias personales comunes".
El cineasta Eduardo del Llano dijo que "ha tenido que pasar mucho tiempo y cambiar de color demasiados mapas para comprender lo que perdimos", en alusión a que algunos cubanos recién ahora valoran la calidad artística de los "muñequitos rusos".
Muchos cubanos -en la isla y emigrados- han comenzado a coleccionar videos y fotogramas de estos programas infantiles, lo que ha generado un creciente intercambio en Internet, según La Jiribilla.
Dainerys Machado, una redactora del semanario, contó que tiene "recién copiados 10 gigabytes de 'muñequitos rusos'", mientras Del Llano declaró que "ya he conseguido y abrigado en casa más de dos horas de 'Los Chapuceros'; si alguien tiene algo de 'Gustavo', llámeme enseguida".
Series animadas como la polaca "Lolek y Bolek", las soviéticas "Mashinka y el oso" y "Nu, pogodi!", la checa "Los Chapuceros y la húngara "Gustavo" cautivaban a los niños en la isla, en una época en que raramente se veían en la televisión cubana los personajes de Walt Disney -como Mickey, Goofy (Tribilín) o Donald- por efecto del embargo estadounidense.
"Noté que la gente se entusiasmaba y pensé que podría funcionar, pero el alcance que ha tenido es mucho mayor del que pudimos prever", contó a la AFP Darwin Fornés, quien diseñó las coloridas camisetas, que son impresas en un taller estatal de serigrafía de La Habana Vieja.
Su proyecto "Chamakovich" (fusión de chama, niño en Cuba, y del patronímico ruso Kovich) despertó el interés de los visitantes en la Feria de Artesanía Arte en La Rampa, que funciona estos días en La Habana, donde el primer lote de 300 camisetas, con cinco diseños diferentes y a cinco dólares cada una, se agotó rápidamente.
"Estas imágenes tienen mucho valor simbólico, me traen recuerdos de la infancia, y eso es lo que le sucede a la gente", explicó el diseñador de 28 años, quien vestía una camiseta amarilla con el lobo y la liebre de "Nu, pogodi!" (¡Me las pagarás!).
"La gente se interesa, me pregunta dónde la compré y yo los mando a la feria", agregó Fornés, que concibió la idea tras recibir en su cuenta de Facebook fotogramas y videos de esos dibujos animados.
"Legítima recuperación de la memoria"
"Chamakovich" mereció un reporte en el telediario local, mientras que el semanario cultural La Jiribilla dedicó buena parte de su última edición al nuevo hobby.
"¿Operación nostalgia? Alguien ha dicho que la nostalgia vende, y aunque la expresión es brutal, no deja de mostrar un grano de verdad", escribió en el semanario el crítico Pedro de la Hoz.
Por su pobreza tecnológica frente a sus competidores estadounidenses, los dibujos animados del bloque soviético eran también llamados "muñequitos de palo" en la isla, y algunos humoristas decían que los padres castigaban a sus niños indisciplinados obligándolos a ver estas series de televisión.
"Ese sentimiento de rechazo a los 'muñequitos rusos' era algo que tenía que ver más con otras generaciones (mayores, acostumbradas a los dibujos animados estadounidenses), pero los que éramos niños los disfrutamos muchísimo", aseguró Fornés.
De la Hoz subrayó que "para muchos se trata de una legítima recuperación de la memoria, de la asunción, ya sea consciente o emocional, de vivencias personales comunes".
El cineasta Eduardo del Llano dijo que "ha tenido que pasar mucho tiempo y cambiar de color demasiados mapas para comprender lo que perdimos", en alusión a que algunos cubanos recién ahora valoran la calidad artística de los "muñequitos rusos".
Muchos cubanos -en la isla y emigrados- han comenzado a coleccionar videos y fotogramas de estos programas infantiles, lo que ha generado un creciente intercambio en Internet, según La Jiribilla.
Dainerys Machado, una redactora del semanario, contó que tiene "recién copiados 10 gigabytes de 'muñequitos rusos'", mientras Del Llano declaró que "ya he conseguido y abrigado en casa más de dos horas de 'Los Chapuceros'; si alguien tiene algo de 'Gustavo', llámeme enseguida".