KANO, (AFP) - Unas 300 personas murieron en Jos, ciudad de unos 500.000 habitantes, donde comienza a registrarse escasez de víveres y agua, según un balance difundido por fuentes religiosas en la noche del martes.
La violencia se extendió a nuevas zonas, indicaron testigos de los hechos en conversación telefónica con la AFP, mientras que otros testimonios indicaban que la intervención del ejército había permitido restablecer parcialmente el orden.
"Los ataques continúan en los barrios del sur de la ciudad, en Juru Karama, Bisiji, Sabongidan y Kanar", declaró a la AFP Idris Sarki, que huyó del centro de Jos, arena de sangrientos enfrentamientos religiosos en el pasado.
"El barrio del cual vengo fue saqueado. Todos los habitantes que tuvieron la suerte de poder hacerlo se fueron, pero muchos, muchos fueron asesinados", agregó.
Grupos de hombres armados fueron casa por casa para matar a los habitantes e incendiar las viviendas, indicaron testigos.
Sin embargo, un residente del barrio de Anguwarogo, norte de la ciudad, indicó a la AFP que se había restablecido la calma.
"Está tranquilo desde la noche del martes, desde el balcón veo más soldados patrullando las calles que ayer", dijo Bashiru Mohammed a la AFP.
La situación humanitaria se deterioró y la población continúa huyendo masivamente de la zona de las violencias.
"Hay 50.000 desplazados en los cuarteles del ejército, campos de la policía y hasta en las iglesias y mezquitas", declaró Shehu Sani, director de la organización no gubernamental Civil Rights Congress.
"Algunos huyen hasta Abuja", a 200 km de Jos, agregó.
"Nuestro mayor desafío es hoy suministrar comida, agua y medicamentos a los desplazados", declaró Mark Lipdo, coordinador de la ONG local Stefanus Foundation.
La ciudad sufre de escasez de víveres, agua y medicamentos desde que el martes se impuso un toque de queda para poner fin a las batallas callejeras entre cristianos y musulmanes.
"La escasez de agua es tal desde hace dos días que la gente corre el riesgo de salir de su casa para buscar agua a pesar del toque de queda", dijo a la AFP Maikudi Ladan, un habitante de la ciudad.
"Los grifos están secos en la ciudad porque los centros de suministro de agua cerraron", precisó.
El gobierno nigeriano afirmó que está decidido a terminar con esa ola de violencia.
"El gobierno federal estima que la crisis es inaceptable" y "amenaza la unidad" de Nigeria, declaró el vicepresidente Goodluck Jonathan, que reemplaza al presidente Umaru Yar'adua que se encuentra hospitalizado en Arabia Saudita desde noviembre pasado.
La violencia se extendió a nuevas zonas, indicaron testigos de los hechos en conversación telefónica con la AFP, mientras que otros testimonios indicaban que la intervención del ejército había permitido restablecer parcialmente el orden.
"Los ataques continúan en los barrios del sur de la ciudad, en Juru Karama, Bisiji, Sabongidan y Kanar", declaró a la AFP Idris Sarki, que huyó del centro de Jos, arena de sangrientos enfrentamientos religiosos en el pasado.
"El barrio del cual vengo fue saqueado. Todos los habitantes que tuvieron la suerte de poder hacerlo se fueron, pero muchos, muchos fueron asesinados", agregó.
Grupos de hombres armados fueron casa por casa para matar a los habitantes e incendiar las viviendas, indicaron testigos.
Sin embargo, un residente del barrio de Anguwarogo, norte de la ciudad, indicó a la AFP que se había restablecido la calma.
"Está tranquilo desde la noche del martes, desde el balcón veo más soldados patrullando las calles que ayer", dijo Bashiru Mohammed a la AFP.
La situación humanitaria se deterioró y la población continúa huyendo masivamente de la zona de las violencias.
"Hay 50.000 desplazados en los cuarteles del ejército, campos de la policía y hasta en las iglesias y mezquitas", declaró Shehu Sani, director de la organización no gubernamental Civil Rights Congress.
"Algunos huyen hasta Abuja", a 200 km de Jos, agregó.
"Nuestro mayor desafío es hoy suministrar comida, agua y medicamentos a los desplazados", declaró Mark Lipdo, coordinador de la ONG local Stefanus Foundation.
La ciudad sufre de escasez de víveres, agua y medicamentos desde que el martes se impuso un toque de queda para poner fin a las batallas callejeras entre cristianos y musulmanes.
"La escasez de agua es tal desde hace dos días que la gente corre el riesgo de salir de su casa para buscar agua a pesar del toque de queda", dijo a la AFP Maikudi Ladan, un habitante de la ciudad.
"Los grifos están secos en la ciudad porque los centros de suministro de agua cerraron", precisó.
El gobierno nigeriano afirmó que está decidido a terminar con esa ola de violencia.
"El gobierno federal estima que la crisis es inaceptable" y "amenaza la unidad" de Nigeria, declaró el vicepresidente Goodluck Jonathan, que reemplaza al presidente Umaru Yar'adua que se encuentra hospitalizado en Arabia Saudita desde noviembre pasado.