Sus autorreferencias:
“Los abrazos rotos no es un autohomenaje, sino que me sirvo de cosas por las que no tengo que pedir permisos”.
Las coincidencias:
Primera: “Al ver cómo en Telecinco leían los labios de la Princesa Letizia, cuando decía en su boda: ‘Es todo tan hermoso’, se me ocurrió el personaje que encarna Lola Dueñas. Hace dos días me contó Lola por email que la persona con la que preparó su papel es justo la misma que hizo aquella lectura”. Segunda: “Leyendo la prensa en Lanzarote me enteré que la rotonda donde filmé el accidente de coche de los protagonistas es la misma donde perdió la vida el artista César Manrique, que fue quien me enseñó la isla en mi primera visita”.
Sus recuerdos de Madonna:
“Cuando vino Madonna de gira con su Blond ambition tour en 1990, y nos grabó para su peli, la muy choricilla, que encima estaba todo el rato pidiéndome el teléfono de Antonio Banderas, porque se lo quería tirar y yo nunca se lo dí… Bueno, Madonna salía a correr con seis guardaespaldas. A mí me sorprendía, y ella me decía: ‘¿Tú no llevas guardaespaldas?’. Como no sea para tirármelos… Bueno, que quería decirle que aquí la gente se sentía insultada por esa exageración. Sus apariciones con esa seguridad, como las que hizo Prince igual unos meses más tarde, provocaron momentos de violencia y por eso yo se lo dije. Aquí nadie va a pegar un tiro a una estrella. No hay peor modo de vivir que el de Michael Jackson”.
Su oído:
“[Al igual que el director ciego protagonista del filme] yo puedo montar una película sólo de oído. Oyendo una toma puedo saber si es buena o no. En realidad dirijo mucho de oído”.
La taquilla:
“Llevo pensando en esta película 24 horas al día desde hace 14 meses. Ojalá que con ella suba el porcentaje en taquilla del cine español. Soy consciente de mi responsabilidad. Pero el espectador es imprevisible. Yo, como en mis anteriores 16 películas, estoy sumergido en la incertidumbre. Aunque es cierto que la expectación empuja a la gente a ir al cine”.
El Oscar:
“Con el primero tuve la sensación de haber tenido un niño. La gente me llamaba para conocerle, como si fuera un ser vivo. En los aeropuertos es un objeto peligroso. A Penélope la conocen y no le dicen nada, pero yo iba con él al control de seguridad y me decían: ‘En la maleta hay un objeto metálico contundente’. Yo respondía: ‘Soy Pedro Almodóvar, director de fama internacional’. ‘¿Pedrooo?’. Con lo que me percataba de mi poca fama internacional y le decía: ‘Sí, que he ganado un Oscar’. ¿Usted, un oscar?’. Como sabía que la anécdota quedaría muy bien contándola después, no me molestaba mucho… Pero con otros premios es peor. Si sales de España con un Goya, directamente te detienen”.
Su madurez:
“Hay un reflejo de mi edad en el cine. En los 80 mi vida era más coral, rodeado de gente. Ahora es más de interior. Es que me estoy convirtiendo en un maduro interesante”.
La popularidad:
“Mi día a día en Madrid se va empobreciendo por la popularidad. A mí lo que más me gusta es salir a mirar. Y no puedo. Hay gente que va a la televisión al revés, para salir en ella y que la reconozcan. Si no les ha dejado claro el error, yo se lo repito: es una equivocación”.
Madrid:
“Es una ciudad muy incómoda. Es como un matrimonio: llevo 40 años aquí y estoy harto, pero hay algo que me ata aquí. Aunque cada vez estoy más harto”.
Su amor al cine:
“Es una película romántica, con varias historias de amor cruzadas, todas ellas muy intensas, pero también hay una historia que subyace a todas las demás: es mi historia de amor con el cine. Es una declaración de amor al cine, por eso hay tantas referencias a tantas películas”.
Penélope Cruz sobre Almodóvar:
“Si sólo pudiera trabajar con un solo director, sería con Pedro”.