Situado en el cruce de la Quinta Avenida y Broadway, a la altura de la calle 23, este centro de la gastronomía "Made in Italy" tiene todo para hacer soñar a los fanáticos del "risotto" o la "pasta al dente": fiambres, quesos, panadería, carnicería, pescadería, especias, vinería, pizzería napolitana, restaurantes temáticos, una librería y un centro docente culinario.
"Eataly" es la réplica norteamericana de un centro comercial inaugurado en Turín en 2007 y visitado anualmente por cientos de miles de personas y que ya abrió sucursales en varias ciudades de Italia y Tokyo.
En Nueva York, la empresa es fruto de la cooperación entre Oscar Farinetti, fundador de la marca, del famoso chef norteamericano Mario Batali y de su socio Joseph Bastianich.
El martes de mañana, día de la inauguración, decenas de vendedores se agitaban en un decorado opulento de jamones, quesos y pan artesanal.
Las degustaciones para VIP se realizaron en presencia del alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, del arzobispo de la ciudad Timothy Dolan y de responsables de regiones italianas, horas antes de la apertura al público.
Eataly abre todos los días de diez de la mañana a diez de la noche.
"Vine desde Turín para formar los equipos", explica a la AFP Tiziano Gaia, responsable de la vinería. "Somos unos cincuenta especialistas en Eataly, y unos veinte nos vamos a quedar varios meses".
"Las veinte regiones de Italia están presentes, tenemos 700 etiquetas de 350 productores, es un verdadero viaje a través de la Italia del vino, no existía una enoteca italiana de tales dimensiones en Nueva York", explica.
Los precios son los mismos que en todas partes, y van desde una decena de dólares por ciertos Pinot grigio a más de 800 dólares por un Barolo "reserva".
La mayoría de los productos provienen de Italia, como las mozzarella de búfala, que llega por avión, los tomates enlatados, los salames y hasta el agua mineral. La mozzarella de leche vacuna es elaborada por jóvenes recientemente formados en Italia.
En la panadería, el pan "es el mismo que comían los romanos, con levadura orgánica, no usamos levadura industrial", explica Alessandro Alessandri, maestro panadero. "Incluso en Italia, sólo en Nápoles se come pan de levadura natural, ya nadie lo elabora así".
Admite que será necesario formar la clientela norteamericana a gustos olvidados, o incluso nunca conocidos.
Pero los dirigentes de Eataly, asociados al movimiento internacional "slow food", están convencidos de tener éxito también en Nueva York.
El centro comercial se va a dedicar a difundir una filosofía de "comer sano" a través de una pequeña librería Rizzioli en la planta baja, donde dictará cursos la cocinera Lidia Bastianich.
La experta va a enseñar a los consumidores a "respetar las estaciones, a aprender por ejemplo que no hay que pescar durante los períodos de reproducción y por lo tanto a dejar de exigirlos en los restaurantes en esas épocas", explica Nando Fiorentino, oriundo de una dinastía de pescadores genoveses.
"Eataly" es la réplica norteamericana de un centro comercial inaugurado en Turín en 2007 y visitado anualmente por cientos de miles de personas y que ya abrió sucursales en varias ciudades de Italia y Tokyo.
En Nueva York, la empresa es fruto de la cooperación entre Oscar Farinetti, fundador de la marca, del famoso chef norteamericano Mario Batali y de su socio Joseph Bastianich.
El martes de mañana, día de la inauguración, decenas de vendedores se agitaban en un decorado opulento de jamones, quesos y pan artesanal.
Las degustaciones para VIP se realizaron en presencia del alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, del arzobispo de la ciudad Timothy Dolan y de responsables de regiones italianas, horas antes de la apertura al público.
Eataly abre todos los días de diez de la mañana a diez de la noche.
"Vine desde Turín para formar los equipos", explica a la AFP Tiziano Gaia, responsable de la vinería. "Somos unos cincuenta especialistas en Eataly, y unos veinte nos vamos a quedar varios meses".
"Las veinte regiones de Italia están presentes, tenemos 700 etiquetas de 350 productores, es un verdadero viaje a través de la Italia del vino, no existía una enoteca italiana de tales dimensiones en Nueva York", explica.
Los precios son los mismos que en todas partes, y van desde una decena de dólares por ciertos Pinot grigio a más de 800 dólares por un Barolo "reserva".
La mayoría de los productos provienen de Italia, como las mozzarella de búfala, que llega por avión, los tomates enlatados, los salames y hasta el agua mineral. La mozzarella de leche vacuna es elaborada por jóvenes recientemente formados en Italia.
En la panadería, el pan "es el mismo que comían los romanos, con levadura orgánica, no usamos levadura industrial", explica Alessandro Alessandri, maestro panadero. "Incluso en Italia, sólo en Nápoles se come pan de levadura natural, ya nadie lo elabora así".
Admite que será necesario formar la clientela norteamericana a gustos olvidados, o incluso nunca conocidos.
Pero los dirigentes de Eataly, asociados al movimiento internacional "slow food", están convencidos de tener éxito también en Nueva York.
El centro comercial se va a dedicar a difundir una filosofía de "comer sano" a través de una pequeña librería Rizzioli en la planta baja, donde dictará cursos la cocinera Lidia Bastianich.
La experta va a enseñar a los consumidores a "respetar las estaciones, a aprender por ejemplo que no hay que pescar durante los períodos de reproducción y por lo tanto a dejar de exigirlos en los restaurantes en esas épocas", explica Nando Fiorentino, oriundo de una dinastía de pescadores genoveses.